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Resulta que el "jarabe" tiene sabor amargo
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Graciano Palomo

Palo Alto

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Resulta que el "jarabe" tiene sabor amargo

Que el sabor amargo no distingue las papilas de derecha o izquierda. Que las formas son una conquista de esa misma civilización y que, al final, a quien hierro mata, a hierro muere

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

¡Vivir para ver!

Nunca en la historia democrática reciente de España se había utilizado el "escrache" —¡qué palabro!— como forma de asalto al adversario político hasta que llegaron aquellos que renegaban de todo, implantaron el "adanismo" y utilizaron métodos nada convencionales y escasamente respetuosos desde la óptica democrática para sus fines políticos. Bien lo saben Soraya Sáenz de Santamaría, Rosa Díez, Esteban González Pons e Inés Arrimadas, entre otros.

Ironías de la vida, aquellos que lo perpetraron ignoraban que esa era una autopista en doble dirección, aplicable 'ad hominem' y en circunstancias diversas. Iglesias ha llevado a los tribunales al que considera instigador de la revuelta ante su residencia; y antes su compañera, también ministra, acudió a la justicia en busca de amparo contra una señora que la incomodaba. El gran Monedero, ya sabemos que en la RDA en la que es experto el gran hermano lo vigilaba todo, se ha llevado las manos a la cerviz porque unos insensatos le han dicho de todo menos lindo, mientras abrevaba en un bar de copas en la belleza y cara población de Sanlúcar de Barrameda.

No comparto ni lo de antaño, ni lo de ahora. Los "escraches" hay que hacerlos en las urnas, el único camino donde los ciudadanos libres y conscientes quitan y dan poder.

Excitar las bajas pasiones en busca de ventaja política tiene sus riesgos

El resto son "colas" para esas televisiones ahítas de bronca, lío y liquidez.

No acierto a entender que los importadores de esas formas y maneras de entender el ejercicio democrático no supieran cuando las practicaban que los asaltos no son la mejor manera de conducirse en la civilización. Que el sabor amargo no distingue las papilas de derecha, izquierda o mediocentrismo. Que las formas son una conquista de esa misma civilización y que, al final, a quien hierro mata, a hierro muere. De ahí a autotitularse heredero legítimo del gran Federico (García Lorca), va un trecho. "¡Mare de Déu!".

Excitar las bajas pasiones en busca de ventaja política tiene sus riesgos. Tanto que los escupitajos que se lanzan contra el cielo terminan por caer al que los propina en las cuencas de sus ojos.

Y terminan por crear un clima social irrespirable. Justamente, lo contrario de lo que se necesita en tiempos tan recios como aciagos.

¡Vivir para ver!

Federico García Lorca