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Gobierno a la deriva: Nación en Almoneda
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Graciano Palomo

Palo Alto

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Gobierno a la deriva: Nación en Almoneda

La deuda pública alcanza proporciones impagables y a diario disparan con pólvora del rey como si el dinero cayera en forma de maná por la chimenea monclovita

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Pintan bastos al final de un atípico e intrépido "ferragosto". Millones de españoles que no les llega la camisa (ni los ingresos) al cuello, otean entre el estupor y el miedo el acontecer lo que se avecina.

La pandemia sanitaria, lejos de ser devorada por el rigor profesional, la determinación gubernamental y el sentido de supervivencia ciudadano, avanza imparable de norte a sur; mientras, el famoso doctor Simón, la gran esperanza "técnica" de Sánchez, sale a diario a demostrar que lo mismo da arre que so, tira que para. Esto se les ha ido, definitivamente, de las manos. Quedan unos días para que reabran los colegios y la ministra del ramo, la acaudalada negurítica Isabel Celàa, ni está ni se la espera. ¿Hay Gobierno? ¿Existe alguien al mando de un país deshilachado y dejado a su suerte? ¿Acaso alguna referencia seria? El señor presidente se camufla entre las rocas volcánicas de Lanzarote y las suaves dunas de Doñana.

Acto seguido, aparece la pandemia económica/social con actores y vectores diferentes. El caos es absoluto; empresarios que no saben si abrir o cerrar; ERTES pendientes de cobro; IMV que ni aparece, ni en muchos casos ni se le espera. Todo se cifra al rescate europeo -¡vamos a dejarnos ya de eufemismos!- y después de aquel paseíllo triunfal entre sus deudos, el Gobierno es consciente (siempre lo ha sido, aunque mintiendo) que no habrá décimo del premio gordo.

¿Es este el Gobierno que España en situación trágica demanda?

La Nación Española, según recoge la Constitución democrática del 78, parece que existe formalmente, pero en la práctica los independentistas han conseguido un "statuto quo" que ha convertido el Estado en un mero asentamiento. Todo ello escrito y analizado con altas dosis de moderación, pero también de realismo. La verdad no se puede esconder bajo el manto de la propaganda -en este aspecto habrá que reconocer que los gubernamentales y progubernamentales no tiene rival-, ni siquiera del evangélico celemín. Pudiera extraerse la conclusión, más allá de los carcajeantes y carísimos informes mensuales de José Félix Tezanos, que una inmensa mayoría del pueblo español sabe ya que navegan rumbo a lo desconocido. Ni siquiera con señuelos como lo del Emérito sirven ya para engañar al perro de Paulov.

Frente a todo ello la desesperanza aumenta porque 23 señores que se sientan alrededor de la mesa del consejo de ministros no saben por dónde tirar; es más dramático, las dos facciones descriptibles (e irreconciliables) se vigilan una a otra. Solo les une una determinación: mantenerse en el poder caigan chuzos o escampe. La deuda pública alcanza proporciones impagables y a diario disparan con pólvora del rey como si el dinero cayera en forma de maná por la chimenea monclovita.
Vuelvo a preguntar. ¿Es este el Gobierno que España en situación trágica demanda?

Pintan bastos al final de un atípico e intrépido "ferragosto". Millones de españoles que no les llega la camisa (ni los ingresos) al cuello, otean entre el estupor y el miedo el acontecer lo que se avecina.

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