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¿Unidad? Sí. ¿Alrededor de quién y para qué?
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Graciano Palomo

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¿Unidad? Sí. ¿Alrededor de quién y para qué?

La unidad, a mi entender, debe producirse sobre programas concretos, sobre los principales déficits que viene acumulando el país, los principales problemas a resolver y que atenazan a los ciudadanos

Foto: La ministra portavoz, María Jesús Montero, durante la rueda de prensa ofrecida tras las reuniones con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
La ministra portavoz, María Jesús Montero, durante la rueda de prensa ofrecida tras las reuniones con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Seguimos instalados en el bucle irredento. España no es Alemania, desafortunadamente. Sánchez tampoco es Merkel y Pablo Casado no parece tener los rictus ni políticos ni personales de Olaf Scholz (SPD), vicecanciller teutón y ministro de Finanzas.

Al grano. El columnista se encuentra entre esa inmensa mayoría de ciudadanos a los que les gustaría un gobierno fuerte que represente por si solo un 60% (como mínimo) de contribuyentes. Hay lo que hay. Y el señor presidente debe hacer de su necesidad virtud de todos. La unidad hay que practicarla antes que pregonarla.

La corajuda líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, lo ha dejado claro: "Pactaré los Presupuestos con Podemos por España…". Es un argumento político que puede gustar a unos y rechinar a otros, pero al fin y a la postre es razón de peso. El partido de Inés, aunque coinciden en lo fundamental, no es el partido de Casado y sus roles, en las actuales circunstancias dramáticas por las que deambula el país, se me antojan bien diferentes. El Gobierno y su brunete mediática emparedan al jefe del PP con soflamas que difícilmente se compadecen con la justeza. A estas alturas ya sabemos que Cayetana pretendía que su teórico jefe de filas aceptara ser vicepresidente de Sánchez, razón básica por la que fue decapitada al amanecer, amén de romper la defensa tradicional del PP en torno a la Corona.

A estas alturas ya sabemos que Cayetana pretendía que su jefe aceptara ser vicepresidente de Sánchez, razón por la que fue decapitada al amanecer

En primer lugar, aunque Casado aceptara, Sánchez jamás nombraría a Pablo Casado vicepresidente. Y, a 'sensu contrario', el presidente popular no cumpliría con su deber dejando a España sin oposición o dejarla en manos de independentistas y marginales.

La unidad, a mi entender, debe producirse sobre programas concretos, sobre los principales déficits que viene acumulando el país, los principales problemas a resolver y que atenazan a los ciudadanos, a saber, desempleo, pobreza, impuestos, relaciones exteriores, eficaz organización del Estado, cultura del mérito, lucha contra la corrupción (que continúa existiendo), despoblación, paro juvenil y así hasta un larguísimo etcétera. Donde el Gobierno siga resultando el Gobierno y la oposición/oposición. Con papeles cribados y tabulados y si fuera necesario ante notario.

Lo demás, brindis al sol, incompetencias y ganas de perder el tiempo y gastar el dinero del contribuyente.

Seguimos instalados en el bucle irredento. España no es Alemania, desafortunadamente. Sánchez tampoco es Merkel y Pablo Casado no parece tener los rictus ni políticos ni personales de Olaf Scholz (SPD), vicecanciller teutón y ministro de Finanzas.

Pablo Casado Inés Arrimadas Nacionalismo