Vuelve el odio

El que fuera primer portavoz en el gobierno de Felipe González y gran periodista radiofónico, Eduardo Sotillos Palet, ha escrito estos días algo que me ha conmovido, especialmente porque el columnista vivió aquello en su "muy joven juventud".

"Muerto Franco", escribe Sotillos, "hicimos un esfuerzo por construir un futuro superando lo peor de nuestro pasado…Y no hay nada peor que una Guerra Civil… La mayor parte de los supervivientes de ambos bandos se conjuraron para diseñar un país sin odio. Hubo gestos sinceros, emotivos de reconciliación entre viejos enemigos... Ahora volvemos a juzgar a los protagonistas de aquella lucha fratricida. Nos echamos los muertos a la cara. Removemos placas y estatuas. En un insensato ejercicio de desmemoria sepultamos la obra ingente de una generación que nos situó entre las mejores democracias del mundo…".

"…No quiero ser pesimista, pero tampoco ciego ante la realidad… Estamos a tiempo de parar esta deriva en nuestra convivencia… Hay quienes quieren destruir nuestro marco de libertades, violentando la Constitución… Son pocos, pero su ruido se impone en el ambiente, mientras la mayoría se siente adormecida, feliz de ser considerada "silenciosa".

¿Quién empezó la caminata hacia atrás? ¿Quién o quiénes se propusieron reescribir la Historia más despreciable de nuestra larga andadura a través de los siglos? ¿Quién o quiénes tienen como principal objetivo político ir a un revisionismo cainita? ¿Quiere el pueblo al que dicen defender volver al famoso cuadro de Goya?

Nada que añadir al quejido de Eduardo. En manos de ese pueblo llano está poner coto a tanto desvarío.

Lo de menos es ese absurdo y caro ejercicio de cambio de calles, nominaciones. Nunca acabamos. Lo sustancial es que los vencedores y herederos quisieron olvidar la tragedia y los que la perdieron se abrazaron con sus antiguos enemigos. Ahora, unos pocos, porque son pocos, quieren ganarla a costa del destruir el "milagro". José Luis Rodríguez Zapatero, en su inmensa estulticia, debe sentirse enormemente orgulloso.

¡Lo lograste, tío!