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Iglesias se ahoga en su propio 'detritus'
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Graciano Palomo

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Iglesias se ahoga en su propio 'detritus'

Tengo para mí que el enorme deterioro lo sufrirá su teórico jefe mucho más que él. Iglesias aparece amortizado para un alto porcentaje de la opinión pública

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Estirar la cuerda tiene ese riesgo, que termina por quebrarse. Máxime si durante años te has dedicado a tensar todas a la vez sin haber hecho siquiera un mero ejercicio de prospectiva que se supone a toda ambición que se precie. Y la ambición de Iglesias no tiene (o tenía límite).

Se puede, en cualquier caso, describir un estado de nervios letal que si se extiende en el tiempo puede resultar letal para su salud (psíquica).

En el primer caso judicial (Dina) de su “vida anterior” (expresión literal y acongojante de la portavoz oficial del gobierno Sánchez para referirse a la petición al Supremo por parte del instructor) y las reacciones del propio Iglesias y su entorno permite colegir el estado de nerviosismo que les embota. Está en juego su propia subsistencia en el oropel, algo a lo que parece le han cogido gran cariño. El primer y gran mensaje enviado a los integrantes de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (por parte de un vicepresidente del Gobierno, ojo) ha sido insultarles y decir textualmente que una imputación sería “inconcebible”.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Alardea de algo “inconcebible”, esto es, que sabe lo que van a decir al respecto los magistrados del Tribunal Supremo. Probablemente, lleve razón al decirlo, fuentes no le faltan, pero al menos podría tener la inteligencia de ocultarlo. Una inmensa mayoría de ciudadanos informados sabe, en efecto, que por ahí su cuello no peligra. Sobre todo, porque cuenta con la “imparcialidad activa” de la Fiscal General que para eso fue puesta obscenamente en esa institución tan devaluada como desprestigiada.

En cualquier caso, Dina era la última línea que le restaba por traspasar en sus inmensas contradicciones personales y políticas. Cuando pedía dimisiones y avernos para los pillados en corruptelas -este caso lo es-era para los dirigentes del PP, Cs o del PSOE. La nueva “casta” está inmune a esas menudencias.

Tengo para mí que el enorme deterioro (nada más hay que ver cómo bajan los ánimos entre las bases de Podemos) lo sufrirá su teórico jefe mucho más que él. Iglesias aparece amortizado para un alto porcentaje de la opinión pública (mucho más entre la izquierda) y no digamos entre la publicada, excepción hecha de los talibanes ampliamente conocidos y que se han lanzado a la yugular del juez instructor.

El hecho cierto es que sin el aforamiento, Iglesias ya estaría perseguido por tres delitos

Conozco a Manuel García Castellón desde hace muchos años. Y me sorprende que el juez José Ricardo de Prada, el exjuez Garzón, el fiscal Stampa, la fiscal general, no hayan informado a su amigo y líder político Pablo Iglesias de qué madera está hecho el vallisoletano titular del juzgado número 6 de la Audiencia Nacional. Se atrevió en su día con Mario Conde, cuando el gallego era dios, y se atreve con el vicepresidente del Gobierno.

El hecho cierto es que sin el aforamiento (¿recuerdan lo que decía otrora respecto a ese privilegio político?) Iglesias ya estaría perseguido por tres delitos. La decisión del Supremo, decida lo que decida, y ya sabemos lo que decidirá, será piedra de escándalo. De nuevo.

El que suscribe lleva muchas horas advertido por el juez en activo Alfonso Villagómez Cebrián de lo que se perpetra. Juez de lo contencioso al que el Gobierno le ha hecho caso. Antes y después.

PD. El resto lo hará la RTVE de “Lucifer” Hernández, su íntima amiga la irrisoria del tiempo y el aburrido gallego de 'La Noch'e al que ya solo sintoniza su familia y no todos los días.

Estirar la cuerda tiene ese riesgo, que termina por quebrarse. Máxime si durante años te has dedicado a tensar todas a la vez sin haber hecho siquiera un mero ejercicio de prospectiva que se supone a toda ambición que se precie. Y la ambición de Iglesias no tiene (o tenía límite).

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