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Iglesias lo apuesta todo por la República
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Graciano Palomo

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Iglesias lo apuesta todo por la República

Su vida política depende de mantener uncido por los redaños a Sánchez. Y luego agitar las mesnadas aplicadas en torno a la decapitación institucional del jefe de Estado

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

La ventaja que tiene Pablo Iglesias en relación con Sánchez es que ya no engaña a nadie. El presidente cree que puede seguir por la misma senda. Iglesias engañó en sus inicios; ya se ha quitado la careta transversal. Es neocomunista. Punto. Está en su derecho. Es bolivariano y populista. Punto. Está en su derecho.

Fracasado en tantas promesas rotas, en tanto confeti esparcido, Pablo Iglesias mantiene el único discurso que, entiende él, le permitirá seguir viviendo como jamás soñó, salvo en aquellos veranos de Sierra de Gredos cuando todo se podía imaginar.

Su actividad principal, a juzgar por sus permanentes escritos, son las redes y las entrevistas en medios. Para lo que no llega está Cintora, gracias Pablo. Le oigo poco hablar de ancianos, algo de desahuciados y últimamente no se prodiga en el ingreso mínimo vital (IMV). Le quedan pocas bazas revolucionarias en la España europea del siglo XXI, incluso, con el plus de las diversas pandemias.

Foto: Felipe VI, Pablo Iglesias y la ministra Arancha González Laya, durante su encuentro con españoles residentes en Bolivia. (Casa del Rey) Opinión

¿A qué se dedica entonces? A la República. Como una auténtica obsesión. Aunque el rey Felipe VI, aún con las inexportables de las tropelías éticas del padre que le cercenan el beneficio de la Historia, cuenta en estos momentos con amplio respaldo popular, hay algo en lo que el jefe morado lleva razón: si consigue anatemizar la institución dentro de un cuarto de siglo —como mucho— la monarquía será una especie extinguida o a extinguir.

Iglesias se aferra a un rey ardiendo. Su vida política depende de mantener uncido por los redaños a Sánchez, esto es, el poder. Y luego agitar las mesnadas aplicadas en torno a la decapitación institucional del jefe del Estado. Siempre ha sido muy arriesgado, como Lenin, Castro, Chávez e incluso como Maura, por citar tres referentes personales e ideológicos cercanos al vicepresidente.

Ese riesgo no le ha ido mal. En seis años pasó de la marginalidad al oropel; de la necesidad a nóminas abultadas.

El problema para él sería pensar que toda la noche le sonreirá la suerte en el número 29.

La ventaja que tiene Pablo Iglesias en relación con Sánchez es que ya no engaña a nadie. El presidente cree que puede seguir por la misma senda. Iglesias engañó en sus inicios; ya se ha quitado la careta transversal. Es neocomunista. Punto. Está en su derecho. Es bolivariano y populista. Punto. Está en su derecho.

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