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Vacunas: insufrible olor a botafumeiro
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Graciano Palomo

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Vacunas: insufrible olor a botafumeiro

En política, como en la vida, tan malo es no llegar como pasarse. Baste recordar el viejo dicho: "Se puede hacer de todo menos el ridículo"

Foto: Un sanitario prepara una dosis de la vacuna contra el covid-19. (EFE)
Un sanitario prepara una dosis de la vacuna contra el covid-19. (EFE)

Escribe César Calderón, ante el espectáculo caribeño ofrecido por Iván Redondo y sus bien engrasadas terminales mediáticas, que "España ya no juega en la liga europea de la 'finezza', del marketing sutil, sino de la propaganda de garrafón, propia de los regímenes populistas comunistas del otro lado del charco".

Lo de la semana pasada ha sido realmente 'heavy'. En política, como en la vida, tan malo es no llegar como pasarse. Baste recordar el viejo dicho: "Se puede hacer de todo menos el ridículo".

Ver a diputadas socialistas gallegas escribir en las redes que los españoles se están vacunando gracias a que las ha pagado Pedro Sánchez, además de rozar la estulticia más supina, supone dar por hecho que los españoles son "súbditos" y "rehenes" de la mentira esparcida por doquier. Algo parecido, aunque en versión gallega, a lo que dijo el narcochavista venezolano Diosdado Cabello ante las recientes elecciones en aquel país, repudiadas al unísono por todo el mundo libre. Faltó decir a tan preclara representante parlamentaria, una tal Pilar Cancela, que aquel que no agradezca la generosidad de su inmarcersible "conducator" no tiene derecho a inyectarse la vacuna.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)

Ver y oír al conglomerado gubernamental RTVE haciendo programas especiales para repartir loas y alabanzas al amado líder; y al Canal 24H, otrora respetado y con audiencia, convertido hoy en alfombrilla del poder –su directora tuvo tiempo de aprender ese arte, incluso cuando trabaja para Lesmes por cuenta del contribuyente–, produce pena y represión. Pareciera que la primera vacuna daba pie al Gobierno a una nueva sesión del NODO con confeti ('part two') en una de las más sórdidas producciones monclovitas que se recuerden desde que Adolfo Suárez decidiera trasladarse a esa sede con maldición que a la postre reblandece las meninges.

Definitivamente, españoles, tomen nota: Sánchez ha sido el inventor de la vacuna; Iglesias el repartidor gratuito; Illa el genio sanitario que las inyecta; y, finalmente, Nadia Calviño la mujer que las paga. El 2021 promete.

Escribe César Calderón, ante el espectáculo caribeño ofrecido por Iván Redondo y sus bien engrasadas terminales mediáticas, que "España ya no juega en la liga europea de la 'finezza', del marketing sutil, sino de la propaganda de garrafón, propia de los regímenes populistas comunistas del otro lado del charco".

Pedro Sánchez Vacuna