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Primer enemigo de Sánchez: la realidad
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Graciano Palomo

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Primer enemigo de Sánchez: la realidad

Desde hace tres años, anda un tal Iván Redondo, muy en boca de todos en los últimos meses, cavilando que te cavila el muchacho

Foto: Pedro Sánchez durante su vista en Lituania. (EFE)
Pedro Sánchez durante su vista en Lituania. (EFE)

Tratadistas contemporáneos de rigor y politólogos de este tiempo con enjundia han venido a concluir que el peor enemigo del socialismo aplicado —en sus vertientes diversas— no es el capitalismo. No. Es la realidad. Los ejemplos al respecto se apilan a centenares, aquí y acullá.

Pues bien, desde hace tres años, anda un tal Iván Redondo, muy en boca de todos en los últimos meses, cavilando que te cavila el muchacho. Muy empeñado el rapaz en intentar hacer ver a los españoles que “su” Pedro Sánchez es un enviado del Altísimo para redimir a un pueblo de catetos e ignorantes que no tiene la capacidad suficiente para entrever y vislumbrar siquiera la grandeza del inmarcesible conducator. No puede entender que una gran porción de esos súbditos se niegue a tirarse por el mismo barranco elegido por el gurú jesuítico/carlistón para compartir de esa guisa la dicha al estar con su particular 'príncipe de la luz'.

Sigue y persiste el hombrecillo Redondo (el Iván más famoso del actual universo hispano) convencido de que su criatura, moldeada a sus pechos, no solo ha superado una nefasta gestión de la pandemia —ni siquiera se atreven a decir el número de muertos, aunque la cifra la conocen perfectamente—, sino que, incluso, su particular arconte bate todos los registros de popularidad que jamás cosechó por estos lares ningún jefe de Gobierno anterior. El genio del 'txistu' y del tamboril cree, asimismo, que Sánchez ha sobrevivido con éxito a todos los abusos de poder inimaginables en un país con democracia teórica y que, además, ha coronado su particular Mont Ventoux con notables tarjetas de golpe en el ámbito de la 'gestión'. Ya se trate del capítulo de ahorro del dinero público, limpieza y transparencia en la contratación de colaboradores, en no mezclar sus intereses personales con los del Estado. Además, el enviado por la 'zarza ardiendo', le ha dado una proyección tan extraordinaria al rol internacional de España que ahora mismo Sánchez se podría sentar sin pestañear en el 'top five' de los grandes líderes mundiales.

El genio del 'txistu' y del tamboril cree, asimismo, que Sánchez ha sobrevivido con éxito a todos los abusos de poder inimaginables

Resumiendo, que el tándem Sánchez&Redondo, Redondo&Sánchez estaría en condiciones no de dar por finiquitado el antiguo régimen del 78, sino de levantar un 'nuevo país' en suerte de ícara feliz donde sus deudos tendrían que rendir pleitesía diaria a tan extraordinario dúo de hombres providenciales. Están convencidos, ambos, de que, cuando se cumplan las previsiones electorales, el pueblo en masa, sin pestañear, batirá los votos en mano para agradecer al Moisés hispano que les haya salvado la vida y les dé comer a diario.

Este 'chupiguay' panorama que vende el publicista tropieza con una pega: Sánchez es el jefe de Gobierno desde la restauración democrática con menos credibilidad (incluso hasta para Ferreras, qué ya es decir), con mayor fama de mentiroso y de cuatrero político de todos los 27 colegas que conforman hoy la UE.

Pedro Sánchez es el presidente de Gobierno desde la restauración democrática con menos credibilidad

Prefiere escuchar a su gurú que le dora el lomo y le arrulla el oído. Exactamente lo mismo que hizo en su día (2015) con José Antonio Monago (PP) al que juró y perjuró que continuaría al frente del chollo extremeño de por vida. El resultado fue que Fernández Vara (PSOE) le dio tan escarmiento que lleva seis años mandando en aquella irredenta tierra.

Sánchez, tú fíate de Iván, y échate la siesta.

Tratadistas contemporáneos de rigor y politólogos de este tiempo con enjundia han venido a concluir que el peor enemigo del socialismo aplicado —en sus vertientes diversas— no es el capitalismo. No. Es la realidad. Los ejemplos al respecto se apilan a centenares, aquí y acullá.

Pedro Sánchez