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Cuba, isla del millón de barrotes
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Graciano Palomo

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Cuba, isla del millón de barrotes

La actitud del gobierno Sánchez ante la última oleada represiva de un pueblo tan querido por los españoles será recordado por su inequidad política y por su torpeza histórica

Foto: Protestas en Cuba. (Reuters)
Protestas en Cuba. (Reuters)

Una vez más, la desesperada revolución del pueblo cubano contra la tiranía comunista/castrista, es ahogada por la represión inmisericorde de un régimen que terminará en el vómito de su propia sangre.

Cualquiera que haya visitado con los ojos abiertos la que fuera "Perla de la Corona", cuya pérdida provocó una crisis de dimensiones históricas conocida como la "Crisis del 98", habrá podrido comprobar que no hay pan. Cualquiera que haya viajado por sus pueblos, campos, playas y ciudades sin orejeras, habrá podido comprobar que no hay libertad, ni libertades. Cualquiera que conozca las condiciones de vida en general de los cubanos, el pueblo de once millones de habitantes (casi un cincuenta por ciento en el exilio), podrá concluir objetivamente que su régimen es una dictadura feroz y sin paliativos posibles.

¿Delito? Reclamar una bocanada de libertad en cuyo nombre triunfó la revolución el 1 de enero de 1959

Llevan así algo más de sesenta años, persistiendo, incluso, a la propia desaparición física del fundador de un régimen que vino a combatir las injusticias de otra dictadura militar para, finalmente, instaurar otra de signo distinto, pero no menos sangrienta. Una vez tras otra, el extraordinariamente sufrido pueblo cubano se estrella contra una represión masiva, sin miramientos, de una obscenidad que además habla en nombre del propio pueblo al que reprime.

Resulta realmente obscena la actitud de la izquierda española que mete la cabeza debajo del ala para evitar pronunciarse sobre una realidad tan manifiesta como televisable. La Historia los juzgará al respecto. Una posición, especialmente la del PSOE, que les resta credibilidad cuando dirigen su mirada hacia otras dictaduras, teóricamente de derechas, como Arabia Saudí o Marruecos. Históricos dirigentes socialistas que lucharon en calidad de comandantes en la revolución castrista fueron luego mandados a la Isla de Pinos (la prisión más feroz del castrismo) donde no existía precisamente televisión en color. ¿Delito? Reclamar una bocanada de libertad en cuyo nombre triunfó la revolución el 1 de enero de 1959. Hubo otros comandantes liberales —Huber Matos— que pagaron con muchos años de cárcel porque recordó a Fidel&Raúl (la familia imperial cubana) que el pueblo cubano les dio el triunfo frente a Batista para otra cosa bien distinta a lo que perpetraban. Hubo otros, Camilo Cienfuegos, el comandante más querido por su pueblo, que desaparecieron sospechosamente sin dejar rastro.

Llevan seis décadas aferrados al poder a base de sangre, sangre y sangre

La actitud del gobierno Sánchez ante la última oleada represiva de un pueblo tan querido por los españoles será recordado por su inequidad política y por su torpeza histórica. Lo de los comunistas con entrecot es algo que no sorprende, aunque estén en el poder de España. Hace tiempo que se entregaron al sectarismo más repugnante cuando el crimen generalizado era algo tan manifiesto como demostrable.

Llevan seis décadas aferrados al poder a base de sangre, sangre y sangre. De alguna forma, se vislumbra ya en la Perla de las Antillas el final de un túnel cuyo color ha sido el rojo intenso de la sangre de una dictadura que se baña entre la muerte (la palabra preferida por los castristas) de sus ciudadanos.

Una vez más, la desesperada revolución del pueblo cubano contra la tiranía comunista/castrista, es ahogada por la represión inmisericorde de un régimen que terminará en el vómito de su propia sangre.

Arabia Saudí