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Otoño que viene: entre Bruselas y Podemos
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Graciano Palomo

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Otoño que viene: entre Bruselas y Podemos

Hábilmente, el presidente del Gobierno viene sorteando las dificultades presentadas en las que podría parecer que ama su poder por encima de todas las cosas

Foto: Pedro Sánchez durante su intervención para hacer balance del curso político. (EFE)
Pedro Sánchez durante su intervención para hacer balance del curso político. (EFE)

El presidente Sánchez se despidió el pasado jueves con una lectura en color sobre el acontecer patrio que nos embarga. Tendrá sus razones, sin duda, como también cuentan con argumentos los que piensan que el país ha entrado en un punto de no retorno.

Son los hechos los que mandan a la hora del diagnóstico. La realidad debería ser el baremo sobre el que repartir medallas. Quizá la única manera de saber si una mayoría de españoles está de acuerdo o no con esa imagen que el presidente ha relatado sobre el actual "estado de la nación" (debate que no llega), sea abrir las urnas porque han ocurrido, y ocurren, hechos relevantes que afectan a todos.

No cabe duda alguna al abrirse el obligado mes de 'impasse' con la llegada del 'ferragosto' que la irónica mayoría parlamentaria que en su día cocinó Iván Redondo resiste cualquier huracán y cualquier intemperie. Socios que, en teoría, nada tienen que ver entre sí —ni ideológica, ni en el diseño social, ni en aperturas de antaño— resisten cualquier costura que se presente. En realidad, ¿qué une a ese mosaico variopinto y mayoritario que compone el Parlamento más original de todos los tiempos? El interés ante el que se quiebran todas las contradicciones en un sin vivir que tiene tan acojonados a los grandes socios europeos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE) Opinión
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Hábilmente, el presidente del Gobierno viene sorteando las dificultades presentadas en las que podría perecer que ama su poder por encima de todas las cosas. La gran prueba de fuego aparecerá el próximo otoño, cuando la coyuntura económica y social no dé para malabarismos. Esto es, sus compromisos de "reformas" ante la Unión Europea, los mismos compromisos sobre iguales asuntos ante sus socios de gobierno que son diametralmente opuestos.

Bruselas exige avanzar en dirección opuesta a la que desea avanzar la parte más radical de sus aliados en el interior. Esencialmente en lo referido a la política económica y otras cuestiones clave que irían más allá de la mera coyuntura. La gran ventaja de Sánchez es que puede escribir a diario en el BOE artículos, crónicas y demás géneros literarios con tal desempeño como nunca se atrevió jefe de gobierno alguno a imprimir en la más reciente historia del país.

Hay una deuda pública impagable. Existe un déficit insoportable.

El presidente Sánchez se despidió el pasado jueves con una lectura en color sobre el acontecer patrio que nos embarga. Tendrá sus razones, sin duda, como también cuentan con argumentos los que piensan que el país ha entrado en un punto de no retorno.

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