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¿Qué está ocurriendo en Cuba?
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Graciano Palomo

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¿Qué está ocurriendo en Cuba?

La dictadura castrista (envuelta con el ropaje teórico del comunismo que es la ideología más propicia para los sátrapas al uso) lleva ya 62 años en la isla más decisiva del Caribe

Foto: Bandera de Cuba. (Reuters)
Bandera de Cuba. (Reuters)

Los que conocen la historia de Cuba, tan irredenta, saben que los Castro —especialmente Fidel, porque Raúl solo conoce el odio de los paredones— fueron capaces de engañar a Nikita Kruchev, a Bresnief, Kennedy, Felipe González (a este solo inicialmente), García Márquez, a Juan Pablo II, al papa Francisco y, finalmente, Obama.

Ahora parece que también han confundido, parcialmente, al presidente Biden, emparedado, por un lado, por el poderoso 'lobby' cubano en Estados Unidos y, por otro, con las noticias reales que le llegan de la represión a sangre y torturas en el jardín de Raúl.

La dictadura castrista (envuelta con el ropaje teórico del comunismo que es la ideología más propicia para los sátrapas al uso) lleva ya 62 años en la isla más decisiva del Caribe. Tras los históricos sucesos del 11 de julio pasado, todo parece indicar que el apagón informativo —tras el corte de Internet y demás tecnologías básicas— está teniendo su efecto, pero a medias.

Foto: La Habana (EFE/Ernesto Mastrascusa)

Me explico. Mis informaciones —solventes— me refieren una revuelta en toda la regla en las Fuerzas Armadas, el sostén decisivo hasta ahora del régimen comunista/personalista de los Castro. Díaz Canel no deja de ser un guiñol con hilos teledirigidos. Pese a ese silencio algo transcendente que se masca por aquellos campos de zafra, el hecho de que siete generales —siete— hayan muerto en un espacio corto de días es algo que azuza la pituitaria de cualquier observador interesado por los aconteceres antillanos. Yo conocí al general Orlando Ochoa, héroe de la revolución y el general más laureado de todo el elenco castrista. Era el hombre de Mijaíl Gorbachov para producir la perestroika cubana. Mandaba el acuartelamiento de La Habana. Curiosamente, fue acusado por Raúl Castro de ser un narcotraficante y fue fusilado junto con el jefe de los Servicios Secretos —De la Guardia— a toda velocidad.

Por vez primera, en 62 años, los 'contra revolucionarios' —¿qué broma es esta?— están ganando la partida de la opinión al decrépito régimen incapaz de dar pan, libertad y derechos humanos a sus poco más de diez millones de habitantes con una cifra casi similar en el exilio. Buscan desesperadamente —hasta en las faldas del papa Francisco— un poco de oxígeno para seguir manteniendo una ficción de ícara feliz.

Lo que me sorprende, por estulta, es la equidistancia del presidente Sánchez que, frente a los intereses de España, está optando por aceptar la presión de sus coaligados cubanos en su Gobierno. Pan para un día.

Mucho se está moviendo en Cuba, señores.

Los que conocen la historia de Cuba, tan irredenta, saben que los Castro —especialmente Fidel, porque Raúl solo conoce el odio de los paredones— fueron capaces de engañar a Nikita Kruchev, a Bresnief, Kennedy, Felipe González (a este solo inicialmente), García Márquez, a Juan Pablo II, al papa Francisco y, finalmente, Obama.

Raúl Castro