Pesca de arrastre
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Rufián amenaza con morder a Sánchez, pero quizá los dientes son de leche
El juego que pretenden los republicanos responde a la regla siguiente: Sánchez fracasa si no tiene presupuestos. En cambio, los de la Generalitat pueden prorrogarse sin coste electoral
Gabriel Rufián le enseñó ayer los colmillos, está por ver si son de leche o no, a Pedro Sánchez en el Congreso a cuenta de los presupuestos generales. La liebre de ERC en Madrid mostró su perfil más combativo para decirle al presidente del Gobierno que sus presupuestos van camino de embarrancar en las Cortes si no se aviene a cumplir su palabra respecto a la desjudicialización del proceso independentista. Traducido al román paladino, lo que vino a decir el diputado Rufián es que hay que calendarizar la reforma del delito de sedición. Sumó también modificaciones a la ley de vivienda —control de alquileres y exigencias a los grandes tenedores— como el otro elemento en el que ERC aspira a influir para acabar facilitando la aprobación del presupuesto. Una exigencia en el ámbito identitario y otra en el social. Las dos banderas de ERC: la 'roja' y la estelada. La escenificación entra dentro de lo previsible. Son los últimos presupuestos generales en los que sí o sí la formación republicana puede presionar a Pedro Sánchez antes de que finalice la legislatura. Rufián empieza por donde se inicia cualquier proceso negociador: firmeza real o fingida, marcando líneas bien visibles y amenazas lo más creíbles posible.
Lástima que vaya en contra de esa credibilidad del discurso de Rufián que por el camino ERC haya perdido a su socio en el Gobierno de Cataluña y que Pere Aragonès, con solo 33 diputados apoyándole, solo pueda sacar adelante las cuentas de la Generalitat para 2023 con el apoyo de los socialistas catalanes. Si Sánchez necesita a ERC en las Cortes, ERC necesita al PSC en el Parlament. Salvo que Aragonès renuncie a la aprobación del nuevo presupuesto catalán y se conforme prorrogando el actual. La vehemencia de Rufián para con Pedro Sánchez podría contestarse a tenor de la nueva coyuntura en Cataluña con el clásico 'menos lobos, Caperucita'.
El tango que van a bailar en dos pistas a la vez republicanos y socialistas promete ser interesante. La presión negociadora de los independentistas sobre el Ejecutivo español solo resulta creíble en la medida en que lo sea también el discurso de que Pere Aragonès prorrogará los presupuestos de la Generalitat antes que aceptar los votos del PSC si el PSOE no avanza previamente en sus compromisos de desjudicialización del proceso independentista. El juego que pretenden los republicanos responde a la regla siguiente: Sánchez fracasa si no tiene presupuestos. En cambio, los de la Generalitat pueden prorrogarse sin coste electoral. De ser eso cierto, la fuerza de la negociación de los presupuestos generales del Estado estaría del lado de los republicanos. Lástima que no sea verdad, o al menos no del todo.
Porque prorrogar las cuentas contradice el discurso que el presidente de la Generalitat ha venido tejiendo durante las últimas semanas sobre el daño que supondría para los ciudadanos catalanes que no se aprobaran las nuevas en un entorno marcado por la crisis severa que se prevé. Ayer mismo, el nuevo consejero de Asuntos Sociales de la Generalitat, Carles Campuzano, ya dejaba claro en una entrevista que no hay que descartar de ningún modo aceptar los votos de Salvador Illa. Afirmaciones como estas debilitan la firmeza con que Rufián maneja las amenazas sobre Sánchez desde el atril del Congreso. A fin de cuentas, desde esta perspectiva y diga lo que diga Rufián, el trato justo empieza y acaba en el trueque natural de presupuestos por presupuestos. Yo te los apruebo a ti y tú me los apruebas a mí. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
El baile continuará los próximos días. ERC cuenta con hacer valer el factor tiempo. La nueva consejera de Economía de la Generalitat puede mantener la pelota dormida durante un tiempo. Los presupuestos que dejó elaborados el anterior consejero pueden retocarse con la excusa de que ha habido cambios en los organigramas de los departamentos. Además, Aragonès ya se ha librado del compromiso de que las cuentas entren en vigor el 1 de enero. Con el factor tiempo a favor, ERC cuenta con la baza de que la obligación de Sánchez de aprobarlos primero le otorga ventaja en la negociación de sus exigencias. Lo veremos.
Quien está más cómodo con este escenario es el socialismo catalán. Salvador Illa solo tiene que esperar tranquilamente el desenlace del doble escenario de negociación para ganar o ganar haga lo que haga. Illa actúa como el señor responsable dispuesto a ayudar si es necesario, sin renunciar a sus principios y entendiendo la complejidad y los matices del electorado catalán. Quienes le prescriben que presente una moción de censura contra Aragonès para acabar ya definitivamente con el independentismo olvidan varias cuestiones. La primera, que no la ganaría. La segunda, que Illa ganó las elecciones en Cataluña con un discurso moderado que pretende unir y no separar a los catalanes. La tercera, que no solo el independentismo se ha desmovilizado, también lo ha hecho el constitucionalismo (como ejemplo, la manifestación en Barcelona del 12 de octubre comparada con la de años precedentes). El independentismo no está en 2017, pero tampoco el constitucionalismo.
Así que la moción de censura que se le pretende vender desde la lógica de la 'victoria definitiva' del constitucionalismo sobre el independentismo solo obedece al desconocimiento de la situación real en las calles de Cataluña. Quien las pisa de verdad sabe que no puede haber victorias absolutas de unos sobre otros y que el electorado, de un lado y de otro, demostró en las elecciones, y lo sigue haciendo en las encuestas, que está por seguir aterrizando en un escenario de mediación más que por seguir alimentando el conflicto. A Illa le basta esperar para crecer y es lo que está haciendo.
Gabriel Rufián le enseñó ayer los colmillos, está por ver si son de leche o no, a Pedro Sánchez en el Congreso a cuenta de los presupuestos generales. La liebre de ERC en Madrid mostró su perfil más combativo para decirle al presidente del Gobierno que sus presupuestos van camino de embarrancar en las Cortes si no se aviene a cumplir su palabra respecto a la desjudicialización del proceso independentista. Traducido al román paladino, lo que vino a decir el diputado Rufián es que hay que calendarizar la reforma del delito de sedición. Sumó también modificaciones a la ley de vivienda —control de alquileres y exigencias a los grandes tenedores— como el otro elemento en el que ERC aspira a influir para acabar facilitando la aprobación del presupuesto. Una exigencia en el ámbito identitario y otra en el social. Las dos banderas de ERC: la 'roja' y la estelada. La escenificación entra dentro de lo previsible. Son los últimos presupuestos generales en los que sí o sí la formación republicana puede presionar a Pedro Sánchez antes de que finalice la legislatura. Rufián empieza por donde se inicia cualquier proceso negociador: firmeza real o fingida, marcando líneas bien visibles y amenazas lo más creíbles posible.