Es noticia
Luces y sombras del PIB y del empleo
  1. España
  2. Por si acaso
Nemesio Fernández-Cuesta

Por si acaso

Por

Luces y sombras del PIB y del empleo

El crecimiento de la productividad total de los factores requiere digitalización, mejoras de procesos y empresas más grandes capaces de generar mejoras de eficiencia y economías de escala

Foto: Una camarera lleva una bandeja con bebidas en un restaurante de la playa de la Malvarrosa. (EFE/Kai Försterling)
Una camarera lleva una bandeja con bebidas en un restaurante de la playa de la Malvarrosa. (EFE/Kai Försterling)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Según las cifras adelantadas por el INE, nuestro PIB creció en 2023 un 2%, más de lo esperado. Una buena noticia, aunque mejor noticia fue que el empleo, evaluado en tiempo completo equivalente, aumentó un 3,9%. Estos crecimientos contrastan con la demanda energética, que descendió en todos sus capítulos. El consumo de productos petrolíferos se redujo un 1%, la demanda de gas natural se contrajo un 11% y la demanda eléctrica cayó un 2%. Petróleo, gas y electricidad suponen la práctica totalidad del consumo final de energía. Al margen quedan pequeñas cantidades de carbón, residuos y biomasa que se consumen directamente y que no alteran el cálculo.

El consumo de productos petrolíferos, unos 57 millones de toneladas, se redujo en 700.000, pero de manera desigual. Lo que podríamos llamar la parte ligera del barril -butano, propano, gasolina y keroseno de aviación- cuya demanda tiene más que ver con la evolución del consumo privado, creció cerca de 1.200.000 toneladas. Por el contrario, la parte más pesada del barril -gasóleo, fuelóleo- cuya demanda es más dependiente de los sectores productivos, se contrajo cerca de 1.900.000 toneladas. Cierto es que los turismos equipados con motor diésel se están sustituyendo por coches de gasolina, pero el incremento de las ventas de gasolina, unas 300.000 toneladas, no altera demasiado el desequilibrio entre productos ligeros y pesados, entre el consumo y la actividad productiva.

Algo parecido ocurre con el consumo de gas natural. La demanda se redujo en 2023 un 11%. Si excluimos la demanda para generar electricidad, la demanda convencional -industrias y hogares- disminuyó un 1%. Si de la demanda industrial excluimos el sector de refino, que utiliza el gas en buena medida para producir hidrógeno, la demanda de la industria ha caído un 3,6%. Cierto es que, en la última parte del año, la demanda se ha ido recuperando, pero la caída de precios del gas en el mercado internacional hubiera permitido esperar una reacción positiva y no una caída de la demanda industrial.

En la reducción de la demanda eléctrica podemos encontrar el mismo fenómeno. Frente a una caída de la demanda del 2%, el índice de demanda industrial de Red Eléctrica indica una reducción del 5,6%.

Foto: El Departamento de empaquetado de la fábrica de quesos Cooperativa Coinga. (EFE/David Arquimbau Sintes)

Esta evolución de los consumos energéticos de la industria tiene su reflejo en la evolución del PIB. Aunque es una tendencia que se manifiesta desde hace años, entre 2022 y 2023 se ha acelerado la reducción del peso del sector industrial en beneficio del sector servicios.

Es posible reducir el consumo de energía sin reducir la producción industrial. Siempre caben mejoras de eficiencia, a través de inversiones o de mejoras de procesos industriales, que permiten producir igual o más con menor consumo de energía. Alterar la estructura productiva de la economía en detrimento de la industria puede conducir a un resultado semejante en términos de consumo energético, pero nos hará más pobres a medio y largo plazo.

No parece que vayamos a revertir la tendencia a la desindustrialización. Si analizamos la evolución del PIB en 2023 desde la perspectiva de la demanda, la contribución de la formación bruta de capital fijo en maquinaria y bienes de equipo a nuestro crecimiento económico fue inexistente. En un año en el que se supone que disfrutamos del maná de los fondos europeos. Sin incremento de la inversión no habrá crecimiento.

En 2023 el sector servicios ha supuesto tres cuartas partes de nuestro crecimiento económico. Este crecimiento se ha concentrado en tres subsectores. El primero ha sido el de comercio, transporte y hostelería, seguido por el de servicios financieros y a continuación el de administración, educación y sanidad. El crecimiento de los servicios financieros tiene relación directa con el incremento de los márgenes bancarios derivados de la subida de tipos de interés. El crecimiento de los otros dos subsectores, derivado de la evolución positiva del turismo y del consumo público y privado, es el que ha impactado favorablemente en la creación de empleo. Según datos de la encuesta de población activa, en el sector del comercio, hostelería y transporte se crearon en 2023 unos 270.000 puestos de trabajo. En administraciones públicas, educación y sanidad -no necesariamente todos funcionarios- encontraron empleo 115.000 personas más.

Dos cuestiones adicionales: si creamos empleo público, escasamente retribuido en términos comparativos, y empleo en hostelería y comercio, es difícil que el salario medio crezca. Los salarios en aquellos sectores que, como la industria, requieren una mayor cualificación y tienen una productividad superior, subirán por encima del salario medio. Las diferencias serán crecientes e inevitables. Del mismo modo que con el consumo de energía, la estructura sectorial de nuestra economía es determinante. El otro tema es la inmigración. En el año 2023 la población española ha crecido en 507.548 habitantes. El 1 de enero pasado éramos 48.592.909 personas. El matiz es que los nacidos en España son 63.459 menos y los nacidos fuera de nuestro territorio 571.007 más. Es la inmigración la que permite el crecimiento de nuestra economía. Se ha convertido en un soporte indispensable de nuestro bienestar.

Foto: La crisis climática eleva su amenaza al sistema financiero (EFE J.Lane)

El crecimiento económico es función del aumento de la población y de la mejora de la productividad. La población ha crecido, pero con un PIB que crece el 2% y un empleo que crece casi el 4% la productividad del factor trabajo evoluciona desfavorablemente. La productividad del capital, con una industria que apenas crece y que no invierte en maquinaria y equipo tampoco presenta buenas perspectivas. El crecimiento de la productividad total de los factores requiere digitalización, mejoras de procesos y empresas más grandes capaces de generar mejoras de eficiencia y economías de escala.

Seguimos creciendo gracias al turismo -y que dure muchos años- y al gasto público, pero nuestra renta per cápita sigue alejándose de la media europea. Podemos revalorizar las pensiones, ampliar las plantillas de funcionarios y atraer inmigrantes que cubran los puestos de trabajo de menor cualificación, pero necesitamos una transformación profunda de nuestra estructura productiva que responda a las necesidades de un futuro que, como siempre, será diferente a lo que hemos vivido.

Según las cifras adelantadas por el INE, nuestro PIB creció en 2023 un 2%, más de lo esperado. Una buena noticia, aunque mejor noticia fue que el empleo, evaluado en tiempo completo equivalente, aumentó un 3,9%. Estos crecimientos contrastan con la demanda energética, que descendió en todos sus capítulos. El consumo de productos petrolíferos se redujo un 1%, la demanda de gas natural se contrajo un 11% y la demanda eléctrica cayó un 2%. Petróleo, gas y electricidad suponen la práctica totalidad del consumo final de energía. Al margen quedan pequeñas cantidades de carbón, residuos y biomasa que se consumen directamente y que no alteran el cálculo.

PIB Empleo
El redactor recomienda