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Por si acaso
Por
El gran apagón
La gran lección del lunes es que las renovables necesitan ampliar su firmeza con el almacenamiento y contar con el complemento de energía eléctrica producida con grandes turbinas, con la nuclear y la hidráulica como protagonistas
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"En cinco segundos, desaparecieron 15 gigavatios, el 60% de la demanda". Es la declaración más relevante de la primera comparecencia del presidente del Gobierno con motivo del apagón del lunes pasado. La primera pregunta es si semejante afirmación responde a la realidad. La respuesta es que sí. El término desaparecer es excesivamente coloquial, pero lo cierto es que, por motivos de seguridad, entre las 12:25 y las 12:35 del pasado lunes, se desconectaron de forma automática de la red centrales de todo tipo y condición: nucleares, térmicas y renovables. Son desconexiones automáticas que se producen cuando la calidad de la energía eléctrica se escapa de unos parámetros prestablecidos. La desconexión preserva la integridad de las plantas que se desconectan, de forma que, una vez restablecida la calidad perdida, todas pueden conectarse sin problema de nuevo a la red. Es lo que ha permitido el restablecimiento sin problema del suministro en menos de veinticuatro horas.
La medida más relevante de la calidad de la energía eléctrica es la frecuencia (*), que a su vez depende del equilibrio en todo momento entre la demanda y la oferta de electricidad. Cuando se producen grandes desequilibrios, la reacción es siempre la ocurrida en España el lunes. Pequeños desequilibrios son corregidos gracias a la generación con grandes turbinas -nuclear, hidráulica, gas y carbón- capaces de absorber y neutralizar las pequeñas variaciones de frecuencia. Algunos autores sostienen que la generación con grandes turbinas no debería bajar del 20-30% si se quiere disfrutar de un sistema eléctrico estable. El lunes a las 12:25, minutos antes del apagón, la generación con grandes turbinas en España era del 16%, lo que colocaba nuestro sistema en el umbral de la insostenibilidad. Todos los creyentes en un sistema eléctrico cien por cien renovable aspiran a un imposible. Lo posible es un sistema descarbonizado o, si se prefiere, un sistema libre de emisiones.
Sobre el evento concreto que disparó la variación de frecuencia se barajan distintas hipótesis. Problemas en una línea del sur de Francia que provoca el cierre de la exportación a Francia -en esos momentos unos 4GW-, problemas en la línea de transporte entre Aragón y Cataluña, la parada del grupo de Almaraz que estaba en funcionamiento o, como indica Red Eléctrica, la desconexión de una producción fotovoltaica en el Suroeste, léase Extremadura. La investigación en curso establecerá el origen de la alteración y la secuencia de desconexiones que se produjeron en cuestión de milisegundos.
Pero las preguntas más relevantes son otras: ¿por qué las medidas que Red Eléctrica tiene previstas para este tipo de eventualidades no funcionaron, sobre todo si en la mañana del lunes ya se habían producido dos alteraciones de frecuencia de relativa importancia? ¿Por qué la proporción de la generación con grandes turbinas, capaz de estabilizar el sistema, era tan baja?
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Para la primera pregunta, las posibles respuestas deben provenir de Red Eléctrica. En primavera, la demanda de electricidad suele ser más baja, dado que no hay calefacción ni refrigeración. Al mismo tiempo, la generación renovable suele ser más alta, sobre todo si ha llovido. Suele haber más viento y aumentan las horas de sol. Son cosas sabidas. De hecho, a lo largo de abril, ha habido días de mayor generación renovable que el lunes. Las incidencias son hasta cierto punto habituales, pero siempre, hasta el lunes, se habían solventado por los procedimientos previstos. La duda es si las decisiones -o la ausencia de éstas- tomadas por Red Eléctrica fueron las correctas.
La otra cuestión es más compleja. A las 12:25 del lunes la generación con carbón y con gas era puramente testimonial. Apenas aportaba un 4%. Las centrales de estas tecnologías funcionaban para garantizar el suministro en las áreas en las que están implantadas. Ambas tecnologías están desplazadas del mercado por sus costes, mucho más elevados que los de las renovables. No es el caso de la hidráulica que, sin embargo, está dejando de producir cuando empieza a generar la fotovoltaica. Los costes del agua y del sol son inexistentes, pero los propietarios de las hidroeléctricas reservan su producción para cuando no hay sol y los precios son más altos. La racionalidad económica de los operadores debería estar limitada por las necesidades técnicas del sistema. El caso de la nuclear es diferente. Como producen las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, ofertan un precio cero para garantizarse que funcionan, y perciben el precio marginal de la última unidad que es necesario poner en funcionamiento para abastecer la demanda. Cuando, como en estos meses de primavera, saben que los precios son bajos, simplemente paran las centrales. El lunes, además de Trillo, que estaba en recarga programada, había otros tres reactores parados. Almaraz tenía un reactor parado y otro funcionando al 70%. Con la aquiescencia de Red Eléctrica como operador del sistema, la generación nuclear, en lugar de los 7,1 gigavatios de capacidad instalada, el lunes producía 3,4. Si lo que se pretendía era demostrar que nuestro sistema puede funcionar con la mitad de la capacidad nuclear en funcionamiento, el resultado del ejercicio no puede ser más rotundo.
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Red Eléctrica, en tanto que operador del sistema, debería garantizar que, en todo momento, contamos con un porcentaje de generación con grandes turbinas que garantice la seguridad del abastecimiento de electricidad. A medio plazo, es indispensable invertir en almacenamiento, tanto baterías como bombeo hidráulico, que contribuyan a dar firmeza a la producción renovable y a distribuir la producción fotovoltaica más allá de las horas centrales del día. El incremento de la demanda eléctrica deberá, con el tiempo, contribuir a estabilizar el sistema. Centros de datos, transporte eléctrico, electrificación de edificios y de industrias serán nuevas realidades, para cuyo abastecimiento la electricidad renovable será clave, sobre todo por su precio, inferior al de otras alternativas. La gran lección del lunes es que las renovables necesitan ampliar su firmeza con el almacenamiento y contar con el complemento de energía eléctrica producida con grandes turbinas, con la nuclear y la hidráulica, ambas carentes de emisiones, como protagonistas.
(*) Frecuencia: medida del número de ciclos o repeticiones de la onda por unidad de tiempo. Su unidad son hercios. Debe situarse entre 49,9 y 50,2.
"En cinco segundos, desaparecieron 15 gigavatios, el 60% de la demanda". Es la declaración más relevante de la primera comparecencia del presidente del Gobierno con motivo del apagón del lunes pasado. La primera pregunta es si semejante afirmación responde a la realidad. La respuesta es que sí. El término desaparecer es excesivamente coloquial, pero lo cierto es que, por motivos de seguridad, entre las 12:25 y las 12:35 del pasado lunes, se desconectaron de forma automática de la red centrales de todo tipo y condición: nucleares, térmicas y renovables. Son desconexiones automáticas que se producen cuando la calidad de la energía eléctrica se escapa de unos parámetros prestablecidos. La desconexión preserva la integridad de las plantas que se desconectan, de forma que, una vez restablecida la calidad perdida, todas pueden conectarse sin problema de nuevo a la red. Es lo que ha permitido el restablecimiento sin problema del suministro en menos de veinticuatro horas.