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"Habrá una revolución violenta, creedme": las élites planifican su vía de huida
Hay una fantasía entre los multimillonarios, que se aprecia en la ficción cultural y en la realidad material, y que dibuja un futuro claramente complicado para la gente común
¿La ficción anticipa la realidad? ¿Los argumentos más frecuentes en las obras de una época retratan las esperanzas (y miedos) o traen al presente un futuro probable? Porque si se trata de la segunda opción, el giro que describe 'The Guardian' resulta muy preocupante. Con motivo del estreno de una nueva serie, 'Ozark', el diario británico ha reparado en un nuevo tipo de villano (o antihéroe) que se ha vuelto muy común: ese que encarna Jason Bateman en la citada ficción televisiva, o el piloto de carreras interpretado por Tom Cruise que se convierte en traficante de drogas en 'American Made' (se estrena el mes próximo), o ese tipo normal que tras ser detenido abraza el crimen en 'Shot Caller', cuya estrella es Nikolaj Coster-Waldau, famoso por 'Juego de tronos'.
Sí, el hombre blanco de mediana edad y con familia a su cargo, al que las circunstancias le han llevado a tomar un papel que no desea pero en el que se encuentra más cómodo de lo que se creía, es el nuevo antihéroe. Esa persona integrada en la sociedad que se convierte en delincuente como opción de supervivencia. Algo así habíamos visto en 'Breaking Bad', pero el mejor ejemplo queda retratado en la reciente 'Spiderman: Homecoming'. Un pequeño empresario (Michael Keaton), que ha sido contratado para retirar los escombros de una catástrofe, debe abandonar el trabajo porque una gran multinacional, aliada con el Gobierno, ha decidido hacerse cargo de la obra y ponerle en la calle sin más. Como eso supone su ruina, opta por quedarse con material clasificado que puede convertir en armas muy potentes para vender en el mercado negro.
Ellos nos están quitando todo, no les importamos en absoluto. Robarles no es ilegal, es legítimo
Cuando el joven Spiderman se enfrenta a él, Keaton articula un discurso de supervivencia (“haría lo que fuera por mi familia”), pero también de justicia social: frente a las empresas como la que le llevó a la ruina (que es casualmente la misma que menosprecia a Peter Parker), estas acciones son razonables. Algo así como: “Ellos nos están quitando todo, no les importamos en absoluto. Solo buscan su interés, que es arruinarnos para quedarse con todo. Esto no es ilegal, es legítimo”.
La huida de las élites
Es solo una película, y como ficción debería ser analizada, si no fuera porque dibuja con exactitud la creencia instalada entre los directivos de Silicon Valley y entre los gestores de los fondos de inversión. A primeros de año, 'The New Yorker' publicó que se había puesto de moda entre la gente de los 'hedge funds' comprar propiedades en Nueva Zelanda, especialmente aquellas que contaban con fácil acceso por vía aérea. Sus adquirentes eran multimillonarios que habían diseñado un plan de emergencia que incluía aviones y pilotos dispuestos para volar rápidamente en caso de urgencia. Nueva Zelanda era el destino perfecto al que huir, aseguraba Michael Nock, uno de estos financieros, porque está aislado, cuenta con leyes basadas en el sistema inglés y es una comunidad pequeña en la que resulta fácil autoabastecerse. La pregunta era qué clase de miedo les había llevado a adquirir estas granjas y a diseñar un plan de fuga, y la contestación de Nock era un tanto escueta: “Si, por así decir, empiezan a producirse algunos cambios, ¿dónde podremos ir?”.
He visto cómo será el mundo dentro de cinco o 10 años y esto se va a poner feo. Es un camión sin conductor que va a atropellarte
Antonio García Martínez se hizo popular para el lector estadounidense el pasado año con su libro 'Chaos Monkeys', en el que narraba los años que trabajó para Facebook y asesoró a Twitter, entre otras actividades que desempeñó en Silicon Valley. Ha abandonado ya ese entorno, del que trazaba en su obra un retrato ácido, y su nuevo proyecto es construir un refugio en una isla del estado de Washington, en el norte de EEUU, donde reside. Sus motivos para ese retiro son los mismos por los que los multimillonarios adquieren granjas en Nueva Zelanda: “Esto se puede poner feo, puede haber una revolución. He visto cómo será el mundo dentro de cinco o 10 años y está llegando en la forma de un camión sin conductor que va a atropellarte”, según declaró a la BBC.
Autodefensa
“He venido aquí porque nadie conoce este lugar. Y desde aquí se puede ir nadando o en kayak hasta Canadá si es preciso”. También destacaba como ventajas el clima y la fertilidad de la tierra. Era posible autoabastecerse. Su isla, por otra parte, cuenta con una ventaja añadida, y es que se trata de “un buen lugar para defenderse”. El cubano posee varios fusiles AR15 y bastantes balas, ya que, “en el pos-EEEU, la munición de 5,56 mm será la moneda del nuevo país, te lo aseguro”. Esa creencia es común en Silicon Valley, asegura Martínez: “Tienen sus propios aviones, cuentan con armas, han comprado tierras y tienen fuentes de agua. Es algo menos rústico que esto, menos 'hippie', pero es muy similar”. Al fin y al cabo, Martínez no es más que un exempleado del sector y autor de un libro de relativo éxito, no un multimillonario, de modo que en lugar de irse al otro lado del mundo, se ha marchado a un rincón de su país.
Hay una carrera entre la tecnología y la política, y la gente de la tecnología está ganando, va muy por delante. Y no están siendo sinceros
Según Martínez, “hay 300 millones de armas en este país, una por habitante. Y están en manos de quienes están siendo económicamente desplazados. Puede haber una revolución violenta”. El problema de fondo es que “la gente de la tecnología no está siendo sincera. Hay una carrera entre la tecnología y la política y los tecnólogos están ganando, van muy por delante. Destruirán el empleo y harán que la economía cambie mucho antes de que reaccionemos”.
Nada que perder
Este es el escenario para el que están organizándose: un país con muchas armas, con gente airada porque no tiene trabajo, sin medios de subsistencia y sin nada que perder. Esa es la fantasía puesta en juego en 'Spiderman', en las series televisivas y en la oleada de compras de refugios de los directivos de los fondos de inversión. En cierta manera, se trata de un temor lógico: “Las empresas, sin excepción, están automatizando todos los trabajos que pueden”, asegura Martínez, lo cual significa que un montón de gente se verá en la calle. Y si el proceso sigue avanzando, y se llega a ese futuro que dice haber visto Martínez y que retratan muchos informes, será un porcentaje sustancial de la población.
Hay dos cosas ciertas: que se están poniendo en marcha cambios que no sabemos adónde nos llevarán y que las élites tienen mala conciencia
De modo que entre las élites se comienza a pensar que todos esos a los que están desplazando quizá tengan la tentación de vengarse, y compran una especie de seguro de vida en forma de propiedad aislada y bunkerizada para cuando las cosas se pongan feas. Puede que sea solo una fantasía, pero se trata de una por la que están apostando las personas más ricas del mundo, precisamente esas que ganan cientos de miles de millones de euros haciendo apuestas.
Y quizás haya que tomarlas en serio. No tanto por el mundo posapocalíptico que describen, sino porque demuestran dos cosas importantes: que se están poniendo en marcha cambios sustanciales en nuestra sociedad cuyas consecuencias últimas ignoramos, y que entre las élites reina la mala conciencia; creen que están haciendo algo peligroso y tratan de resguardarse de sus efectos.
¿La ficción anticipa la realidad? ¿Los argumentos más frecuentes en las obras de una época retratan las esperanzas (y miedos) o traen al presente un futuro probable? Porque si se trata de la segunda opción, el giro que describe 'The Guardian' resulta muy preocupante. Con motivo del estreno de una nueva serie, 'Ozark', el diario británico ha reparado en un nuevo tipo de villano (o antihéroe) que se ha vuelto muy común: ese que encarna Jason Bateman en la citada ficción televisiva, o el piloto de carreras interpretado por Tom Cruise que se convierte en traficante de drogas en 'American Made' (se estrena el mes próximo), o ese tipo normal que tras ser detenido abraza el crimen en 'Shot Caller', cuya estrella es Nikolaj Coster-Waldau, famoso por 'Juego de tronos'.