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Sánchez está acabando con Iglesias (pero le queda lo más difícil)
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Esteban Hernández

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Sánchez está acabando con Iglesias (pero le queda lo más difícil)

El líder de Podemos está perdiendo la pelea con los socialistas, en parte por su debilidad interna. Pero hay mucho más detrás de sus negociaciones que una vicepresidencia

Foto: Sánchez e Iglesias. (EFE)
Sánchez e Iglesias. (EFE)

El magma hostil de estos días previos a la investidura, con todo tipo de fuerzas peleando por establecer un responsable claro de que las cosas vayan mal, está terminando con un vencedor bastante claro. La entrevista que Pedro Sánchez ha concedido a La Sexta deja a Iglesias muy tocado, porque todo lo que cuenta el líder socialista suena plausible y razonable: las razones políticas (no se fía de que vaya a respaldar al Gobierno en asuntos tan importantes como Cataluña), funcionales (Iglesias no controla su partido, con lo que pueden aparecer oposiciones inesperadas) y de mera ambición (la línea roja de Podemos del nombramiento de Iglesias como vicepresidente), con las que ha explicado las dificultades para conseguir el sí de los morados, colocan a Iglesias en un lugar muy, muy difícil. Si se le suman las malas previsiones para Podemos en caso de nuevas elecciones y la probable emergencia del partido errejonista, todo apunta a un fin de ciclo difícilmente evitable.

Pero más allá de estas razones y de cómo termine la investidura, con todo tipo de posibilidades abiertas, Sánchez parece moverse pensando más en el segundo problema, el que vendría después. Albano-Dante Fachin, quien fuera secretario general de Podemos en Cataluña (otro de los grandes errores de los morados) ha recordado a los socialistas, en una bizarra intervención televisiva en la que calificaba al PSOE de “partido nacionalista español, racista, supremacista y neoliberal”, que el problema real está en otra parte. Dante Fachin señala que España se ha vuelto ingobernable y se jacta de que ese es el gran triunfo de los 'indepes'. Es cierto que se atribuye mucha más eficacia de la que han tenido, pero eso no quita que tenga razón en el problema de la gobernabilidad.

El problema de los políticos es que creen que la política está por encima de la economía

El Gobierno necesita una mayoría amplia de la que carece para realizar un montón de tareas pendientes. El PSOE cuenta con muchas posibilidades abiertas, bastantes más que cualquier otro partido, pero tiene que concretar alguna. No se trata solo de Cataluña, ni de la transición ecológica o de las medidas paliativas para que la cohesión social no siga fragilizándose, aspectos para los que Sánchez señalaba que Podemos es necesario, sino de aspectos muy relevantes, como los presupuestos o las reformas que Europa está demandando de España.

El respeto por la realidad

Una pista sobre lo que se va a encontrar el Gobierno de España, sea cual sea, en el momento en el que obtenga el sí en la investidura, la apuntaba Miguel Sebastián en un tuit en el que afirmaba: “El problema de los economistas es que solo hablan de ‘política económica’ y no de ‘economía política’. Y, cuando llegan a la política, se encuentran con lo segundo. Y el problema de los políticos es que creen que la política está por encima de la economía”. Luis Garicano respondió presto: “Cierto. Y comparto la observación de @jmoisesmartin de que cuando nos sentamos a negociar, las convergencias son mayores entre equipos económicos; al final, los números del presupuesto, las identidades contables, etc., imponen un respeto por la realidad y también un lenguaje común”.

España es un país subordinado, con una deuda notable que no deja de crecer y con un margen de iniciativa y maniobra bastante estrecho

Esa realidad, ese lenguaje común, es con el que tendrá que lidiar el Gobierno, que se topará de bruces con la economía política y con que la política no está por encima de la economía. Reparemos en el sentido de lo que apunta Sebastián, que es en lo que se juega casi todo hoy: España es un país subordinado, con una deuda notable que no deja de crecer, con enormes cantidades de intereses que debe pagar a los acreedores y con un margen de iniciativa y maniobra bastante estrecho, el que imponen Bruselas, el Banco Central Europeo, los inversores y las instituciones internacionales. Habrá que hacer reformas, cambios, muchas cosas, y eso necesitará apoyos mayoritarios. Tras varios años de parálisis institucional, ahora toca afrontar ese escenario.

El ejemplo tecnológico

Para entender bien qué quiere decir todo esto, la metáfora tecnológica puede sernos de mucha utilidad. Ante los enormes cambios que parecen traer consigo la automatización y la inteligencia artificial, la idea que se nos transmite es que estamos ante un mundo nuevo que resulta inevitable, que transformará nuestras sociedades, y que la diferencia respecto del lugar que ocuparemos en el futuro está en nosotros, es decir, en nuestra capacidad de adaptación, en la habilidad para saber leer ese nuevo escenario y anticipar las posibilidades para sacar partido de ellas. El cambio es ineludible, no puede cuestionarse, hay que saber adaptarse. En ese sentido, puede que las máquinas dirijan los procesos en el futuro, pero hay cualidades que únicamente el ser humano puede aportar, como la cooperación, la generación de consensos, la creatividad o la intuición artística, y esas habilidades deberían explotarse.

Si lo único que se puede hacer es adaptarse de manera más o menos inteligente a lo dado, la política pierde su sentido y todo es mera gestión

La política actual se mueve en el mismo marco. Los partidos que gobiernan suelen distinguirse por su pragmatismo y se diferencian en su capacidad para adaptarse mejor o peor a las circunstancias en las que se desenvuelven. Por lo tanto, lo que les pedimos, y más en momentos como estos, es gestionar esa adaptación de modo creativo, llegar a consensos, ser capaces de trabajar en común, de pensar más allá de sí mismos y de sus intereses. En ese sentido se manifestaban Felipe González, los intelectuales de 'izquierda' que han firmado un manifiesto, Eduardo Madina y Pablo Simón, y tantos y tantos medios. Es la hora de la cooperación.

Pero eso no es política

Y tienen razón, pero con eso obvian un asunto esencial, porque con ese movimiento también se está vaciando la política. Si lo único que puede hacerse en ese terreno es adaptarse de manera más o menos inteligente a lo que viene dado, la política pierde su sentido y todo es mera gestión. Miguel Sebastián tiene razón al señalar que cuando se gobierna lo que aparece es la economía política y la subordinación de la política a la economía. Pero precisamente por esas mismas razones tendría que haber espacio para plantear otra economía política y otra relación, mucho menos subordinada, de la política con la economía. Eso sería hacer política, pero eso es justo lo que se evita.

Son gente que cada vez da menos peso a las ideas porque solo cree en lo palpable, en lo inmediato, en lo pragmático; su ideología es el poder

Este tipo de visiones, que han sido las dominantes en Occidente desde hace décadas, han producido muchas disfunciones. Y no solo en la sociedad, también en el mismo campo político. Si dejamos de lado la hipocresía, todo partido conjuga las aspiraciones personales de sus integrantes, el deseo de poder, de reconocimiento social y en muchos casos de sustento material, con las posiciones ideológicas. Como todas las estructuras, cuentan con una lógica interna, con intereses particulares y con estrategias excluyentes. Por otra parte, las formaciones defienden diferentes visiones del mundo y distintos modos de entender y gestionar sus sociedades. Pero cuando la segunda parte tiende a hacerse más estrecha, aumenta el peso de la primera, y los partidos se llenan de personas que buscan su interés particular, ascender en la escala social, lograr buenos puestos y conseguir prebendas. Son gente que cada vez da menos peso a las ideas porque solo cree en lo palpable, en lo inmediato, en lo directamente pragmático; su ideología es el poder.

Entender España

Esto tiene mucho que ver con nuestro tiempo español, porque dirige lógicas típicas de lo político, como la de amigo-enemigo, a nuevos lugares. La defensa de los puros intereses de partido, las animadversiones personales, las filias y fobias son lo que domina, mucho más que las visiones del mundo o las ideologías, que pueden estar presentes como juego dialéctico, pero que se moderan notablemente cuando se llega al Gobierno. Sin esta perspectiva, sin este predominio de los intereses personales, se hace difícil comprender cómo Ciudadanos y el PSOE no pueden llegar a entenderse cuando tienen muchos puntos de conexión, o cómo en las negociaciones entre Podemos y el PSOE el programa ni se ha tocado y el asunto esencial ha sido la presencia o no de Iglesias en el Gobierno, o cómo el PP atacó sin misericordia Madrid Central para conservarlo cuando llegó al ayuntamiento, o cómo Vox ha aceptado la humillación a la que le han sometido Cs y el PP sin demasiado problema, o cómo la relación personal entre Rivera y Sánchez marca la dirección ideológica de Cs.

Hay que ser creativos, pero no solo para amoldarse a lo dado. Los retos únicamente los afrontaremos con otras ideas, porque la época las exige

Se podría objetar que cuando se poseen visiones ideológicas muy diferentes, los acuerdos y los consensos suelen ser imposibles, pero no es cierto. Además de ejemplos históricos relativamente recientes que lo demuestran, como cuando el PCE renunció a sus ideas para hacer posible la democracia en España durante la Transición, lo cierto es que cuando se cree en algo se puede renunciar a ello temporalmente en aras del bien común, pero cuando no se cree en nada más que en el poder, las renuncias son mucho más difíciles.

Esta ausencia de la política, de visiones del mundo diferentes, de otras opciones ideológicas, explica mucho de nuestra época, y también de la situación concreta de España. De manera que quizá deberíamos invertir los términos. Es verdad, viene una época complicada, en la que las transformaciones no se realizarán mediante grandes saltos, pero sí serán incesantes y nos llevarán a un terreno de juego nuevo. Necesitamos otras opciones que pongan en juego otra lectura de la economía política, una relación diferente y más sólida de la política respecto de la economía, y nuevas formas de afrontar los problemas de España. Hay que ser creativos, pero no solo para amoldarse a lo dado. Los retos solo los afrontaremos con ideas nuevas.

El magma hostil de estos días previos a la investidura, con todo tipo de fuerzas peleando por establecer un responsable claro de que las cosas vayan mal, está terminando con un vencedor bastante claro. La entrevista que Pedro Sánchez ha concedido a La Sexta deja a Iglesias muy tocado, porque todo lo que cuenta el líder socialista suena plausible y razonable: las razones políticas (no se fía de que vaya a respaldar al Gobierno en asuntos tan importantes como Cataluña), funcionales (Iglesias no controla su partido, con lo que pueden aparecer oposiciones inesperadas) y de mera ambición (la línea roja de Podemos del nombramiento de Iglesias como vicepresidente), con las que ha explicado las dificultades para conseguir el sí de los morados, colocan a Iglesias en un lugar muy, muy difícil. Si se le suman las malas previsiones para Podemos en caso de nuevas elecciones y la probable emergencia del partido errejonista, todo apunta a un fin de ciclo difícilmente evitable.

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