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La conspiración contra Sanders: así es la burbuja demócrata
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Esteban Hernández

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La conspiración contra Sanders: así es la burbuja demócrata

El inicio de las primarias demócratas en EEUU ha sido una demostración de la parálisis del partido progresista: parece no haber aprendido nada de la lección que le brindó Trump

Foto: Bernie Sanders, ayer en un mitin en New Hampshire. (Mike Segar/Reuters)
Bernie Sanders, ayer en un mitin en New Hampshire. (Mike Segar/Reuters)

Las primarias de Iowa han sido reveladoras, no solo por lo que pueden afectar al partido demócrata estadounidense y a sus candidatos, sino por haber sido una expresión concreta de uno de los principales problemas de nuestro mundo, y de las derivas políticas que puede tomar.

Es complicado explicar en pocas palabras lo que ocurrió, pero Matt Stoller apunta una tesis muy pertinente: el 'establishment' del partido demócrata está conformado por una red de abogados, técnicos, 'lobbistas', expertos en política exterior, periodistas, 'podcasters', encuestadores electorales y técnicos que dan forma al pensamiento de los demócratas. Son personas que se conocen, que trabajan juntas, que se contratan entre ellas, que vas a los mismos lugares de vacaciones, y que incluso establecen relaciones de pareja. Es lo que Jeff Connaughton, un antiguo experto al servicio de Biden, llamó "The blob". Pero esa burbuja, como señala Stoller, "no es una conspiración, es una comunidad. Y cuando una comunidad se vuelve inmune al exterior, se convierte en peligrosa". Eso fue Iowa.

La palabrería

Si se desciende a los hechos, todo empeora. Como bien subraya David Dayen, también fue un ejemplo de la palabrería digital, del solucionismo tecnológico, de la 'bullshit economy' que tanta fortuna está haciendo en nuestra época. Incluso llevando los resultados en mano al centro de recuento, el trayecto máximo sería de media hora en coche. Pero había que poner en marcha una app para hacer las cosas más fáciles, en teoría.

Shadow falló, convirtió aquello en un caos y, como suele ocurrir cuando llegan los problemas, la respuesta no hizo más que empeorar las cosas

Esa app, Shadow, fue un fracaso absoluto, y era previsible que funcionara mal, porque no se hicieron las suficientes pruebas. Shadow es una subsidiaria de ACRONYM, una organización sin fines de lucro relacionada con consultores demócratas que participaron en la campaña presidencial de Hillary Clinton o en la de Obama. La organización recaudó una buena cantidad de capital para poner en marcha soluciones tecnológicas para ayudar a los políticos progresistas. Para vencer a Trump, había que tener estrategias digitales y pusieron al frente a gente joven que entendía de estas cosas.

Acronym está dirigida por Tara McGowan, una experiodista y colaboradora en la campaña de Obama, que fue directora digital de Priorities USA, una súper PAC que recaudó fondos para Hillary Clinton, que está casada con Michael Halle, el organizador de la campaña de Iowa para Hillary y cuyo cuñado, Ben Halle, es el director de comunicación de Pete Buttigieg en Iowa. En definitiva, un buen producto de ese "blob" que había descrito Conaughton.

McGowan reaccionó a las críticas tratando de separarse de Shadow, que solo era "una compañía independiente en la que Acronym invirtió". El problema es que una semana antes había asegurado en su podcast que Acronym era el "único inversor" de Shadow.

Contra Sanders

Una de las características de la tecnocracia, que se nota mucho en nuestra época, es la de ser habitualmente ineficaz. Shadow falló, convirtió aquello en un caos y, como suele ocurrir cuando llegan los problemas, la respuesta no hizo más que empeorar las cosas.

La intención es poco relevante: si hubo o no un deseo de ir contra Sanders es menos importante que la sensación que se ha trasladado

Lo que se decidió desde el 'establishment' del partido demócrata fue hacer públicos resultados parciales que otorgaban la victoria a un candidato afín, Pete Buttigieg, y que relegaban al segundo lugar a Bernie Sanders, quien finalmente ganó las elecciones, empatando en número de representantes con Buttigieg pero sobrepasándole en votos. Y dadas las conexiones de este con McGowan y la élite del partido demócrata, la sensación que se transmitió fue la de que estaban intentando perjudicar a propósito a Sanders y de beneficiar al afín.

El valor simbólico de Iowa

En este escenario es poco relevante la intención. Si ha habido un deseo expreso de ir contra Sanders o si todo es fruto de un cúmulo de errores importa mucho menos que el mensaje que se ha trasladado. Iowa aporta a la Convención demócrata una parte mínima de sus representantes, pero cuenta con el aspecto simbólico de ser el pistoletazo de salida de las primarias. Es decir, su valor está en lo simbólico, y es justo en ese terreno en el que el partido demócrata ha fallado por partida triple.

El ganador real de los caucus de Iowa ha sido Donald Trump: sus partidarios se han burlado insistentemente de los demócratas

Ha trasladado la imagen de que se trata de un aparato ineficaz al conjunto de los electores, ha conseguido que el ganador real de los caucus (en el tiempo del impeachment) haya sido Trump, con los suyos mofándose del caos de Iowa, y ha alentado un peculiar sentimiento 'antiestablishment' entre sus propios votantes, ya que llueve sobre mojado. La sensación de torpeza, de mala intención, de incapacidad y de resentimiento acumulado que ha destilado esta gestión del partido demócrata, ha hecho mucho por distanciar no solo a posibles votantes del futuro candidato demócrata, sino a sus propias bases.

Esto es esencial, porque se trata de un sentimiento que está dibujando la política contemporánea, que cuenta con muchas ramificaciones y que alienta muchos procesos electorales. Al margen de cómo opera en Europa y en España, que trataremos otro día, el ejemplo estadounidense es significativo.

La lección no aprendida

El 'establishment' del partido demócrata sufrió un golpe durísimo con la elección de Trump. Cuando pensaban que Hillary Clinton iba a ganar las elecciones de una manera muy sencilla frente a un candidato prescindible, Trump, a cuyos seguidores denominaban los "deplorables", se encontraron con una derrota brutal.

Lo sensato hubiera sido preguntarse qué ocurrió para que esa debacle se produjera, provocar una seria reflexión interna y aprender unas cuantas lecciones de esa experiencia. Pero no lo hicieron y, en su lugar, se rieron de Trump, dijeron que no acabaría su mandato, culparon a la injerencia rusa y responsabilizaron a Sanders y a su falta de apoyo. El resultado es un Trump más fuerte que nunca, con un amplio respaldo en el partido republicano y con una situación económica que le favorece mucho.

Cuando muchos votantes creen que el problema es el 'establishment', el partido demócrata ha decidido darles la razón con un ejemplo práctico

Iowa (y Acronym y Shadow) es un paso adelante más en esa dirección. Es la confianza ciega de una tecnocracia sin conexión con el exterior que piensa que solo les faltó prestar más atención a lo digital, presentar a un candidato más joven y acabar con las resistencias internas en el partido para ganar las elecciones. Es esa misma sensación de poseer la verdad, con la consiguiente intención de construir la realidad cuando esta no les da la razón, que ofrecieron con la debacle de Hillary Clinton.

Biden, Buttigieg, Bloomberg

La vida en la burbuja no solo lleva a creer que únicamente quienes pertenecen a ella saben cómo ganar elecciones, también a promover y apoyar a candidatos de su ecosistema. Biden fue su primera apuesta, Buttigieg es la segunda (un licenciado en Harvard, beneficiario de la beca Rhodes, antiguo empleado de McKinsey) y Bloomberg será la tercera.

Mientras tanto, el mundo ha cambiado respecto de aquellas épocas en las que triunfaban electoralmente y los votantes también, y la gente como ellos levanta mucha animadversión. Trump ganó las elecciones gracias a que representaba todo lo contrario de lo que este tipo de tecnocracia simboliza. De modo que sus intentos de quedarse en el pasado reflejan más bien las ilusiones de su burbuja que las realidades de los ciudadanos que concurren a las urnas.

En este escenario, si Sanders sabe manejar en su favor la experiencia de Iowa, saldrá muy reforzado. E incluso si Warren lee bien la situación, también podría sacar algún partido, aunque menor que el de Bernie. En un contexto en el que muchos votantes creen que el problema es el 'establishment', el partido demócrata ha decidido darles la razón con un ejemplo práctico.

Las primarias de Iowa han sido reveladoras, no solo por lo que pueden afectar al partido demócrata estadounidense y a sus candidatos, sino por haber sido una expresión concreta de uno de los principales problemas de nuestro mundo, y de las derivas políticas que puede tomar.

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