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La semana en la que todo puede cambiar tras el debate
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Marta García Aller

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La semana en la que todo puede cambiar tras el debate

A falta del botón de Netflix para acelerar la recta final de la campaña, no queda más remedio que esperar para saber quién ganará. Faltan siete días. Tan claves como eternos

Foto: Vista del plató del debate electoral para el próximo lunes en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. (EFE)
Vista del plató del debate electoral para el próximo lunes en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. (EFE)

A la campaña más corta de la historia, la que más eterna se está haciendo, le iría bien esa nueva función de Netflix que permite acelerar el visionado de las partes que aburren a los espectadores impacientes hasta llegar a lo mollar. Los críticos con el botón de la prisa advierten de que viéndolo todo a doble velocidad se pierden los matices, pero hace tiempo que dejamos de tener de eso en campaña electoral. Otra contraindicación de pasar rápido la retahíla de mítines que nos faltan es que los candidatos sonarían a Alvin y las ardillas. Algunos seguramente ganarían con el cambio.

Cuando faltan siete días para las elecciones del 10-N, se plantean tres episodios decisivos de los que dependerá quién gana las elecciones. Y a medida que se acerca el domingo, cada vez se da menos por seguro que el gran vencedor vaya necesariamente a ser Pedro Sánchez, pese a continuar favorito en las encuestas.

El debate

El debate de esta noche es el primero de los episodios clave. Es la única ocasión que juntará a los candidatos discutiendo sus programas y soflamas ante el escrutinio de nueve millones de espectadores. El debate no solo ocupará el ‘prime time’ del lunes, porque el eco de los mayores errores y aciertos de la noche nos acompañará toda la semana. El debate nutrirá el bombardeo fundamental que reciba el 30% de los electores que aún siguen indecisos.

Los que más se van a jugar en el atril televisivo son Albert Rivera y Pedro Sánchez. El de Ciudadanos, porque tiene esta noche su última gran oportunidad de remontar y es el partido que más indecisos acumula. Necesita desesperadamente volver a ilusionar a un electorado infiel y muy desconcertado con su gestión de los últimos seis meses, mientras continúa siendo el más cuestionado por su fuerte caída en todas las encuestas.

Es la única ocasión que juntará a los candidatos discutiendo sus programas y soflamas ante el escrutinio de nueve millones de espectadores

El presidente en funciones, por su parte, será el previsible blanco de las críticas de todos los demás, y como los debates no son su fuerte, hay razones para dudar de que salga bien parado. En la campaña del 28-A, Sánchez salió debilitado de los dos debates electorales, que sin embargo fortalecieron a Pablo Iglesias. El líder del PSOE, que ha centrado su campaña en dar una imagen de moderación y serenidad, tendrá que medirse también a un Pablo Casado que llega crecido por las encuestas más favorables, según las cuales el PP podría ganar más de 25 escaños.

La desmovilización

La otra de las grandes incógnitas que marcarán la semana es la abstención. El 28-A, la participación llegó al 76%, una de las más altas en los últimos 40 años. Y está por ver si la repetición electoral finalmente queda marcada por el hastío o si a última hora repunta la participación, algo que preocupa sobre todo en los partidos de izquierdas. El crecimiento de Vox, que podría convertirse según las encuestas en la tercera fuerza de la Cámara seis meses después de su irrupción en el Congreso, puede servir de acicate para la movilización del voto progresista en el último momento.

El de Ciudadanos, porque tiene esta noche su última gran oportunidad de remontar y es el partido que más indecisos acumula

Bulos y 'memes' orquestados en la sombra desde los partidos circularán a mansalva esta semana por WhatsApp, tratando de influir en los siete millones de indecisos. Algunos buscarán movilizar el voto a su favor, otros más sofisticados, disuadir subrepticiamente el de los rivales. Las redes sociales van a jugar un papel fundamental para ello la última semana.

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La campaña opaca en Facebook '10-N, no contéis conmigo', que llama a la abstención de la izquierda y que destapó 'eldiario.es', ya ha sido denunciada ante la Junta Electoral Central, porque aparece vinculada a miembros de Nuevas Generaciones del PP y asesores de Pablo Casado. Es el último ejemplo de una guerra sucia en redes sociales que, según los expertos en comunicación política, es cada vez más frecuente en todos los partidos, pero cuya influencia en el electorado se ha disparado desde las elecciones andaluzas de diciembre.

El órdago independentista

Los sutiles manejos del 'big data' y los 'memes' que deriven del debate, sin embargo, quedarán en un plano muy secundario si, según avanza la semana, que empieza con la visita de los Reyes y la Princesa a Barcelona, se agravara la tensión en las calles catalanas. De que el Gobierno en funciones mantenga el desafío independentista bajo control de forma efectiva podría depender su victoria.

Foto: Antidisturbios de la Policía Nacional, durante las protestas del pasado 18 de octubre tras la sentencia del 'procés'. (EFE)

Cataluña ya ha sido la protagonista toda la campaña, pero podría volverse determinante. Si el independentismo más radical lleva las protestas a la jornada de reflexión, como planea Tsunami Democràtic, aumentará la tensión en todo el país. También existe la posibilidad de que el 'president' Torra fuerce la dimisión del 'conseller' Buch para dificultar la coordinación entre Policía Nacional y los Mossos en vísperas del 10-N. A lo largo de esta semana, se podrían además producir detenciones en la cúpula (de momento, anónima) de Tsunami Democràtic, lo que a su vez derivaría en más protestas.

Haberse pasado la campaña pidiendo moderación y proporcionalidad podría pasar factura al PSOE en las urnas si, en última instancia, las elecciones no pudieran celebrarse con total normalidad. El Gobierno en funciones insiste en tenerlo bajo control, pero no sería la primera vez que Moncloa subestima la capacidad organizativa del independentismo. Revivir el caos del 1-O en plenas elecciones generales tendría consecuencias imprevisibles.

Otra posibilidad es que la semana transcurra con total normalidad y el domingo que viene los ciudadanos sigan dándole vueltas a quién votar pensando en el papel que los candidatos desempeñaron este lunes en el debate electoral, que todavía no ha sido y parece que fuera hace un siglo. A falta del botón de Netflix para acelerar la recta final de la campaña, no queda más remedio que esperar para saber quién ganará. Solo faltan siete días. Tan claves como eternos.

A la campaña más corta de la historia, la que más eterna se está haciendo, le iría bien esa nueva función de Netflix que permite acelerar el visionado de las partes que aburren a los espectadores impacientes hasta llegar a lo mollar. Los críticos con el botón de la prisa advierten de que viéndolo todo a doble velocidad se pierden los matices, pero hace tiempo que dejamos de tener de eso en campaña electoral. Otra contraindicación de pasar rápido la retahíla de mítines que nos faltan es que los candidatos sonarían a Alvin y las ardillas. Algunos seguramente ganarían con el cambio.

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