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Por qué Madrid es de derechas y las demás capitales de izquierdas
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Por qué Madrid es de derechas y las demás capitales de izquierdas

En general, las grandes ciudades se mantienen como fortines progresistas, llenas de universitarios amantes del reciclaje y el transporte público. ¿Por qué no Madrid?

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
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Muchos politólogos llevan tiempo advirtiendo de que uno de los ejes electorales clave para entender el mundo occidental es la contraposición del voto progresista de las grandes urbes cosmopolitas frente al interior más conservador. En muchos países en los que gobierna la derecha, las grandes capitales (y sus regiones) están gestionadas por partidos de izquierda, ahondando en una brecha cada vez más distante con las mayorías nacionales.

Desde que hace cinco años en Reino Unido ganó el Brexit y luego en EEUU Trump se impuso en las elecciones, tanto Londres como Washington y Nueva York pasaron a refrendar esa idea de que las grandes ciudades son una especie de islas progresistas, llenas de universitarios amantes del reciclaje y el transporte público en las que se combate el cambio climático, se apoya a las minorías y los derechos LGTBI y se vota a contracorriente de un empuje nacional conservador y antiglobalista. El interior rural y provinciano, como mostró el malestar de los chalecos amarillos en Francia, suele ser más religioso y más del diésel. De ahí que el caldo de cultivo de los nuevos populismos de derechas beba de la periferia, en parte por lo que Andrés Rodríguez Pose, catedrático de la London School of Economics, llama “la venganza de los lugares que no importan”.

En general, las grandes ciudades se mantienen como fortines progresistas. En la Gran Bretaña de Boris Johnson, Londres tiene un alcalde laborista. También París, Berlín y Ámsterdam encajan en esa premisa de países gobernados por mayorías conservadoras, incluso en contextos en los que, pese al avance del populismo de la extrema derecha, las grandes capitales se mantienen bajo mando socialista o ecologista. ¿Por qué no Madrid?

El Gobierno de la Comunidad de Madrid de Díaz Ayuso, con el apoyo de Almeida, se ha convertido en la oposición a Pedro Sánchez

La derecha madrileña lleva tiempo siendo una excepción a nivel europeo. No lo es, sin embargo, que la capital vote a contracorriente del Gobierno nacional. El Gobierno de la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso, con el apoyo del alcalde Almeida, se ha convertido en la oposición a Pedro Sánchez. Este es un factor determinante para Víctor Lapuente, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y catedrático de la Universidad de Gotemburgo, al plantearle esta excepción madrileña. ¿No tienden las grandes capitales europeas a ser más progresistas que la media nacional? ¿Por qué entonces en Madrid gana la derecha? Lapuente destaca dos factores: por una parte, cómo la guerra identitaria del independentismo en Cataluña ha beneficiado a la derecha. Y, por otra, muy relacionada con la anterior, otorga relevancia a hasta qué punto en Madrid se vota en clave del descontento nacional.

Ayuso ha conseguido trasladar a la campaña electoral el espejismo de que el 4-M hay que elegir entre Pedro Sánchez o ella. O, mejor aún, entre ella y Pablo Iglesias. El primero no se presenta a las elecciones autonómicas y el segundo, que acaba de llegar, representa el partido de la izquierda que más papeletas tiene de quedar en sexto lugar, si es que saca representación. Sin embargo, establecer la variable del 'conmigo o contra mí' activa un contexto electoral muy beneficioso para Ayuso, protagonista indiscutible de la campaña y por tanto aglutinadora del voto útil de la derecha, a la vez que ningunea a los rivales de la izquierda que sí le podrían disputar la presidencia (Ángel Gabilondo y Mónica García). Además, Ayuso hace tiempo que trasciende la política regional y está haciendo campaña en toda España. Es la oposición a Sánchez, pero también a Pablo Casado dentro de su propio partido.

¿Es entonces la capital de España una anomalía que vota menos progresista que otras capitales europeas? Estadísticamente sí. Pero a Giselle García Hipola, profesora de Ciencias Política en la Universidad de Granada, no le convence tal diferencia. Más que la capital de España sea anómala, la anomalía puede que sea Ayuso: “Una personalidad política de este tipo puede cambiar una tendencia política si la dejan. Ella tiene una pujanza nacional que no tiene ningún otro candidato”. No tiene nada de anómalo que las capitales sean el trampolín ideal para la política nacional. Al fin y al cabo, antes de primer ministro, Boris Johnson fue alcalde de Londres.

Foto: El escrutinio en Colmenarejo es una miniatura de las elecciones de la CAM. (EC)

La politóloga granadina pone en duda que tanto la ciudad como la Comunidad de Madrid sean mayoritariamente conservadoras, “ya que en nuestra democracia no gana quien tiene más votos, sino quien puede formar Gobierno”. Al fin y al cabo, en las últimas elecciones autonómicas y municipales, las listas más votadas fueron las de Carmena y Gabilondo. De ahí que ponga en duda las comparaciones internacionales con sistemas presidencialistas o de segunda vuelta.

Hipola también subraya otra particularidad española a tener en cuenta: “En Madrid vive mucha gente joven que no está censada. En otras capitales europeas, sin embargo, es más habitual censarse al llegar para poder acceder a muchos servicios públicos. En Madrid, como en Granada, hay mucha población joven que encaja en el arquetipo más progresista, que vive durante años en la comunidad, pero que no llega a empadronarse, por lo que sigue sin poder votar contra los gobiernos que tanto critica. Eso crea una disonancia entre el perfil sociológico de los habitantes y el que luego va efectivamente a las urnas”.

Otra explicación para que en las urnas el PP lleve tres décadas ganando el poder regional y, salvo el paréntesis de Carmena, también la alcaldía, es la incomparecencia del contrario. No solo es la derecha la que gana, es la izquierda la que pierde. Si esta dedica gran parte de su esfuerzo a criticar los pisos turísticos y la gentrificación de Malasaña o la problemática de Madrid central, es improbable que los vecinos de Orcasitas o Alcorcón se identifiquen con ese discurso.

"En Madrid vive mucha gente joven que no está censada. Eso crea una disonancia entre el perfil sociológico de los habitantes"

“La izquierda en Madrid llega siempre tarde a todos los marcos conceptuales. Segmenta tarde su electorado, define tarde su ideología y además suele elegir malos candidatos”, añade Hipola. “El socialismo madrileño de repente ha pasado a actuar como si fuera Ciudadanos para buscar un voto centrista y con tanto cambio está perdiendo credibilidad entre los votantes de izquierdas. Lo normal es que con tanto vaivén al final no te crean”.

El mejor ejemplo de incomparecencia del contrario, además de la falta de oposición que Ángel Gabilondo ha hecho contra Ayuso desde que esta llegó al Gobierno en la Asamblea Regional, seguramente sea el líder que el PSOE mantiene en el Ayuntamiento de Madrid. Por si el lector no recuerda su nombre, que no sería de extrañar, se trata de Pepu Hernández. Otro fichaje estrellado que aterrizó en la anterior campaña y que lleva desaparecido toda la pandemia sin que se le recuerde oposición al alcalde Almeida.

Las repetidas victorias del PP no se entenderían sin el desinterés que el PSOE lleva años mostrando por la política madrileña. Es esto lo que ha dado una oportunidad a Más País, un partido irrelevante a nivel nacional, de convertirse en la tercera fuerza en la comunidad y la más votada en las municipales (ahora en la oposición). El partido de Íñigo Errejón, nacido de una escisión de Podemos, trata de alejarse de su pasado morado y se redefine como social, ecologista y feminista. Aspira a aglutinar ese factor verde que ha dado gobiernos a la izquierda en otras capitales europeas. No van a tenerlo fácil. Estos partidos cobran más impulso si actúan contracorriente y canalizan el descontento de la metrópolis contra el Gobierno conservador. Carmena ganó las elecciones cuando en Moncloa estaba Rajoy. En el contexto actual, sin embargo, el descontento con la gestión nacional beneficia a Ayuso y puede desmovilizar a parte de la izquierda decepcionada con Sánchez.

Foto: El Paseo de los Ingleses en Niza. (Reuters/Eric Gaillard)

Aun así, está por ver que Madrid siga gobernada por la derecha tras el 4-M, aunque Ayuso sigue siendo favorita en las encuestas. Hay muchas incógnitas que pueden entrar en juego en las próximas elecciones. Suele darse en España que, cuanto más pequeño es un lugar, más vota la gente y, cuanto más grandes las ciudades, menor la movilización. Sin embargo, la abstención en pandemia de la gente más mayor (y tradicionalmente más conservadora) es difícil de prever. Puede depender de la vacunación, pero también de cómo vaya la cuarta ola, que de agravarse podría pasar factura a la gestión de la actual presidenta. También es difícil anticipar dónde irá el voto de Cs, que también competía en parte por un voto urbanita más cosmopolita que la derecha tradicional.

El eje político a nivel global muestra cada vez más distancia entre el voto rural y las poblaciones pequeñas, que tiende a ser más conservador, frente al voto de las grandes capitales, más progresista y ecologista. De lo que no hay duda es de que en Madrid esto aún no se está dando con tanta claridad. Una posibilidad es que Europa nos lleve años de ventaja y la importancia del voto ecologista en las grandes metrópolis tarde más en asentarse aquí. Otra es que en España los bloques ideológicos estén más marcados y las ciudades no se hagan necesariamente más de izquierdas conforme avanza la globalización ni las periferias tiendan a hacerse necesariamente conservadoras como hace tiempo que pasa en el entorno. De hecho, si nos comparamos con la mayoría de los países vecinos, la excepción no solo está en que en la capital esté gobernada por la derecha, sino que en España lo haga la izquierda.

Muchos politólogos llevan tiempo advirtiendo de que uno de los ejes electorales clave para entender el mundo occidental es la contraposición del voto progresista de las grandes urbes cosmopolitas frente al interior más conservador. En muchos países en los que gobierna la derecha, las grandes capitales (y sus regiones) están gestionadas por partidos de izquierda, ahondando en una brecha cada vez más distante con las mayorías nacionales.

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