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El último referente envenenado de Casado pone en evidencia a Rajoy
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Marta García Aller

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El último referente envenenado de Casado pone en evidencia a Rajoy

Más que ser Kurz un modelo a seguir para el PP, al final el PP ha servido como el modelo a no seguir para Kurz. Es el ejemplo de lo que no quiere que les pase a su país y a su partido

Foto: Sebastian Kurz. (EFE)
Sebastian Kurz. (EFE)

El último bochorno de la convención de Pablo Casado ha llegado, como la indemnización de su tesorero Luis Bárcenas, en diferido. Al final ha resultado no ser Nicolas Sarkozy el más inoportuno de todos los referentes del líder del PP. Y no era fácil superar el sonrojo de haber declarado al expresidente francés, invitado estrella en la convención del PP, como modelo a seguir pocas horas antes de que un juez lo declarase culpable de corrupción y tráfico de influencias. Sin embargo, el efecto que está proyectando la dimisión de Sebastian Kurz, excanciller austriaco, pone al PP ante un espejo aún más delicado.

Sebastian Kurz era la gran promesa de la nueva generación del conservadurismo europeo. No era pasado como Sarkozy, sino futuro. Era. Una semana más tarde de que Casado lo pusiera como ejemplo, el canciller de 35 años dimitía en medio de una investigación por corrupción para evitar una moción de censura. Y ese es el más dañino de los mensajes que traslada Kurz al PP. No que sea un líder, otro, investigado por corrupción, que eso incluso podría servirle a Casado para justificar que en toda la UE cuecen habas. El daño de Kurz al PP español es recordarle que un presidente acusado de corrupción tiene en su mano dimitir a tiempo para evitar que caiga su Gobierno y su partido se desmorone en las urnas.

El daño de Kurz al PP es recordarle que un presidente acusado de corrupción tiene en su mano dimitir a tiempo

Kurz ha hecho exactamente lo que Rajoy se negó a hacer en la legendaria sobremesa del Arahy, en la indigestión de la moción de censura que llevó a Sánchez al poder tras la sentencia de la Gürtel. "Renuncio para evitar el caos", ha dicho Kurz este fin de semana por la televisión austriaca. Ese vídeo sí que hubiera sido interesante proyectarlo en la reciente convención del PP, sobre todo el día que estuvo de invitado Rajoy y Casado le agradecía en Pontevedra su legado.

El ya excanciller ha llegado a la conclusión de que hubiera sido "irresponsable" esperar a que la oposición lo destituyera como canciller con una moción de censura, lo que habría dejado paso a una coalición de cuatro partidos difícil de manejar liderada por los socialdemócratas y que, además, habría dado más protagonismo al Partido de la Libertad, de extrema derecha. ¿No resulta todo extraordinariamente familiar? Salvo la dimisión, claro.

Más que ser Kurz un modelo a seguir para el PP, al final el PP ha servido como el modelo a no seguir para Kurz. Es como si al austriaco le hubiera bastado con asomarse el otro día a la situación del PP español, durante la convención, para convencerse de lo que podría pasar si no dimite a tiempo de no perder una moción de censura, el ejemplo de lo que no quiere que lea pase a su país y a su partido.

Foto: Sebastian Kurz. (Reuters)

Inicialmente, Kurz había dicho que no veía ninguna razón para renunciar. También Rajoy decía en mayo de 2018 que no cedería al “chantaje” de los que pedían su dimisión, tras la acusación de corrupción, porque sería como aceptar su culpabilidad. Kurz ha preferido, sin embargo, anteponer los intereses de su partido a los propios. A medida que se han ido conociendo detalles de la investigación y que la victoria de una moción de censura de la oposición se materializaba, se convenció de que no dimitir era un riesgo inasumible. Y ahora espera demostrar su inocencia mientras, al menos de momento, su partido sigue en el poder, con su ministro de Exteriores al frente de la cancillería.

La Fiscalía austriaca sospecha que Kurz está detrás de una conspiración que implica malversación de fondos públicos para pagar encuestas que servían su agenda política y la compra de voluntades en la prensa a cambio de publicidad. Y de Kurz se han conocido también unos mensajes de texto de contenido delicado. En ninguno dice “Luis, sé fuerte”, sino que llama "imbécil" al exjefe de su partido.

Mirarse en Kurz esta semana es recordar que el legado de Rajoy fue tener a Sánchez en la presidencia del Gobierno

Antes de que se hicieran públicas las sospechas de los fiscales austriacos sobre las presuntas corruptelas del excanciller, ya había motivos para que incluso dentro del PP hubiera dudas de si Kurz era efectivamente un modelo a seguir que presentar por todo lo alto en el cierre de la convención de Valencia. Por un lado, porque el excanciller austriaco había sido uno de los líderes europeos que de manera más vehemente se habían opuesto a la creación del fondo europeo de recuperación Next Generation. Kurz era de los que estaban en contra de que España recibiera los 70.000 millones de euros en ayudas que le corresponden de Bruselas en subvenciones directas. Además, en el ala más moderada del PP tampoco gustaba su estilo populista y antiinmigración, que había llevado al austriaco a oponerse a Merkel. Kurz había llegado al poder en 2017, gracias a un acuerdo de coalición con la extrema derecha austriaca (aquel Gobierno cayó hace un par de años por un escándalo de sus socios).

La semana pasada, mirarse en Kurz era incompatible con la idea de moderación alejada de Vox que teóricamente quería transmitir Casado en la convención del PP a la que le invitó como referente. Mirarse en Kurz esta semana es recordar que el legado de Rajoy, negándose a dimitir, fue tener a Sánchez en la presidencia del Gobierno.

El último bochorno de la convención de Pablo Casado ha llegado, como la indemnización de su tesorero Luis Bárcenas, en diferido. Al final ha resultado no ser Nicolas Sarkozy el más inoportuno de todos los referentes del líder del PP. Y no era fácil superar el sonrojo de haber declarado al expresidente francés, invitado estrella en la convención del PP, como modelo a seguir pocas horas antes de que un juez lo declarase culpable de corrupción y tráfico de influencias. Sin embargo, el efecto que está proyectando la dimisión de Sebastian Kurz, excanciller austriaco, pone al PP ante un espejo aún más delicado.

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