Segundo Párrafo
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¿Tiene un hijo en cuarentena? Es su problema
Algo falla cuando hay tantos padres deseando que el test les salga positivo por covid para poder quedarse cuidando de los hijos confinados porque el sistema no los ampara
Uno de los mayores despropósitos legislativos de la pandemia, y mira que llevamos unos cuantos, fue cuando a finales de abril de 2020, tras cinco semanas con el confinamiento más estricto de toda Europa, el Gobierno autorizó a los padres a sacar de casa un rato a los menores de 14 años. Sin embargo, fue solo para ir al súper con sus padres. Dar un paseo para disfrutar de un poco de aire fresco y ver la luz del sol seguía siendo un privilegio únicamente de los perros. El Gobierno tardó unas horas en rectificar, tras las críticas, y finalmente autorizó a sacar un rato de paseo a los más pequeños. A los mayores de 15, ni eso.
No ha sido la única ocasión en la que ha quedado claro que en la pandemia la infancia ha sido una de las grandes olvidadas. Tardó mucho menos en autorizarse la apertura de los bares que la de los colegios y no pocos parques. Y los agravios a los primeros son los que han centrado muchas más discusiones políticas, cuestión de prioridades. Con la explosión de contagios y cuarentenas por ómicron en las escuelas, sin embargo, la situación de las familias se complica. ¿Cuánto podrán aguantar tanta presión?
Mientras los menores de 11 años vuelven a liderar la incidencia acumulada, el caos de los padres para atender sus cuarentenas se sigue tratando como si los niños contagiados se cuidaran solos y como si poner un niño sano en cuarentena preventiva no fuera un esfuerzo personal por un bien colectivo, el de evitar más contagios, sino un problema de allá cada hogar.
Tras dos años de pandemia, seguimos sin un mecanismo claro para que las familias puedan atender el cuidado de los menores en caso de tener covid o cuarentena por contacto estrecho. ¿Qué pueden hacer los padres y las madres cuando su hijo da positivo para conciliar el trabajo y los cuidados? Malabarismos.
¿No es una incoherencia que el sistema elimine las facilidades precisamente a los padres vacunados para quedarse al cuidado de sus hijos?
En una semana, el número de alumnos en cuarentena en España se ha duplicado, hasta superar el cuarto de millón solo en 13 comunidades. La mayoría de estos niños no pueden ni deben quedarse en casa solos. Si el niño es positivo en covid-19 pero los padres negativos, según el último protocolo, los adultos no tienen que guardar cuarentena por contacto estrecho. Si están vacunados, claro. Los adultos sin vacunar, sin embargo, no tendrían que ir a trabajar si su hijo es positivo y sí podrían quedarse en casa con el menor. ¿No es una incoherencia que el sistema elimine las facilidades precisamente a los padres vacunados para quedarse al cuidado de sus hijos?
Hay más incoherencias. Algo falla cuando hay tantos padres deseando que el test de antígenos les salga positivo para poder quedarse cuidando de los hijos que se tienen que confinar porque el sistema no los ampara y no tienen derecho a baja para cuidarlos. Algo falla también cuando de muchos niños en cuarentena se están ocupando los abuelos, generalmente más vulnerables, mientras la familia entera cruza los dedos para que estén a salvo con las tres dosis de la vacuna.
Cuando uno de los progenitores puede teletrabajar, entre reunión y reunión, a menudo Netflix hace de niñera. No es lo ideal, pero cada uno hace lo que puede. Los colegios se encuentran cada vez más aulas en cuarentena, más profesores de baja y más niños con síntomas que llegan a clase, sin que les hayan hecho test, porque hay padres que no pueden faltar al trabajo y al carecer de ayuda no saben qué más hacer. Antígenos que no ven, positivos que no sienten.
Todo este caos generado lo están pagando los padres, los colegios y las empresas, pero, sobre todo, los niños
La única opción que contempla el Gobierno para los padres es acogerse al plan ‘Me cuida’, prorrogado hasta el 28 de febrero. Esta iniciativa contempla que los asalariados reduzcan o flexibilicen la jornada laboral para que, teóricamente, les sean compatibles las tareas de cuidados. En teoría. Son permisos sin retribuir (que solo las familias que puedan prescindir de ingresos se pueden permitir) o simples cambios de horario (que no bastan para atender a un niño) que no todas las empresas ven con buenos ojos ni son factibles en la mayoría de los casos. Necesitan tramitarse con al menos 24 horas de antelación, pero los positivos no llegan con preaviso.
Sorprendentemente, en pleno debate de la reforma laboral, la necesidad de incluir una baja por cuidado de hijos que no puedan ir al colegio por enfermedad o confinamiento no ha estado muy presente en el debate público, pese a ser uno de los mayores desafíos que afrontan millones de trabajadores. Tampoco en vísperas de una nueva campaña electoral el desamparo de los padres con menores a su cargo en tiempos del covid parece preocupar especialmente a los partidos a la hora de ofrecer soluciones.
Las necesidades y problemas de los niños, sus derechos como ciudadanos y los de las familias con menores a su cargo han estado invisibilizados durante buena parte de estos dos años. Los confinamientos se multiplican sin nuevas medidas para la conciliación ni suficientes recursos para que las escuelas puedan adaptarse a las decenas de miles de menores que se están teniendo que quedar en casa forzosamente por la pandemia. Todo este caos lo están pagando los padres, los colegios y las empresas, pero, sobre todo, los niños.
Uno de los mayores despropósitos legislativos de la pandemia, y mira que llevamos unos cuantos, fue cuando a finales de abril de 2020, tras cinco semanas con el confinamiento más estricto de toda Europa, el Gobierno autorizó a los padres a sacar de casa un rato a los menores de 14 años. Sin embargo, fue solo para ir al súper con sus padres. Dar un paseo para disfrutar de un poco de aire fresco y ver la luz del sol seguía siendo un privilegio únicamente de los perros. El Gobierno tardó unas horas en rectificar, tras las críticas, y finalmente autorizó a sacar un rato de paseo a los más pequeños. A los mayores de 15, ni eso.