Es noticia
Los mismos corruptos de siempre
  1. España
  2. Segundo Párrafo
Marta García Aller

Segundo Párrafo

Por

Los mismos corruptos de siempre

En la corrupción, como en el amor, hay errores de los que no aprendemos nunca. Tal vez por eso nunca deja de sorprendernos

Foto: El exministro de Fomento, José Luis Ábalos, en el Congreso de los Diputados. (EFE)
El exministro de Fomento, José Luis Ábalos, en el Congreso de los Diputados. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

En la corrupción, como en el amor, hay errores de los que no aprendemos nunca. Tal vez por eso nunca deja de sorprendernos. Da igual cuánta experiencia tengamos, y en amor no sé, pero en corrupción este país tiene bastante, y da igual la de veces que se haya equivocado otro antes haciendo lo mismo, que al final uno no aprende la lección hasta que no comete esos mismos errores. Y, a veces, ni con esas.

De ahí que el caso Koldo sea tan patético como solo puede serlo la torpeza de las primeras veces. Si no, ¿cómo es posible que a estas alturas, en el país de la Gürtel y los ERE, de Filesa y el 3%, de la Púnica y el Palma Arena, tengamos al corrupto de turno blanqueando dinero de comisiones ilegales con la compra a tocateja de tres pisos en Benidorm? Todo presunto, claro. ¿Es que no hemos aprendido nada? Ni a prevenir la corrupción ni a corromperse con un poco más de estilo.

Sería de esperar un poco más de sofisticación, la verdad. Pero no. Tenemos un nuevo caso de corrupción a estrenar, recién abierto, y es como los de los viejos tiempos. Da igual la experiencia acumulada. Hay de todo menos sofisticación.

La supuesta red corrupta que pringa al Ministerio de Transportes de Ábalos, acumula indicios de cobro de comisiones ilegales por la adjudicación de contratos para la compra de mascarillas durante los meses más duros de la pandemia y tiene de protagonista al exportero de un prostíbulo convertido en hombre de confianza del ministro que más presupuesto manejaba y uno de los que más poder tenía en el PSOE.

Foto: Rafael Velasco, tercero por la izquierda, junto a Leire Pajín, en una imagen de archivo en la Feria de Córdoba. (EFE/Olga Labrador)

El tal Koldo era alguien del que ahora resulta que todo el mundo sospechaba y no pocos hicieron la vista gorda. Qué sensación de impunidad no tendría para que la UCO apunte a que hablaba por teléfono sin cortarse de favores debidos y grandes sumas de dinero en efectivo, manejara cheques a nombre de familiares, y fuera por ahí pidiendo pasta en cash para viajes y amenazando a alcaldes de su propio partido. De momento es todo presunto, menos lo burdo que es todo.

Esta presunción lo está poniendo todo perdido de sospechas porque la trama es una bomba de racimo. Salpica a Adif, a Puertos del Estado y al Ministerio del Interior, que también hizo adjudicaciones. Y a los gobiernos autonómicos de Canarias y Baleares de entonces, que también contrataron con la empresa sospechosa cuando los presidían Ángel Víctor Torres y Francina Armengol.

Foto: Ábalos, en el último pleno del Congreso. (EFE/JP Gandul)

Ni Ábalos puede ya dimitir de ministro de Transportes, ni Torres ni Armengol de presidentes autonómicos, pero el primero sigue siendo diputado; el segundo, ministro de Política Territorial y la tercera nada menos que presidenta del Congreso de los Diputados. De momento, Ábalos es el que más cerca está de convertirse en el exministro ese del que usted me habla.

Vuelven los clásicos. Ya solo falta que aparezca un mensaje de Sánchez diciéndole a Koldo: "Sé fuerte". Es pronto para saber a cuántos salpicará el caso Koldo. Si se convertirá en el caso Ábalos o si tocará también al Gobierno.

Lo que ya estamos en condiciones de confirmar es que a esta Moncloa, como otras Moncloas antes, parece preocuparle más crear cortafuegos para que no suba la marea de mierda, que ayudar a que aflore toda la que haya. Responsabilidades penales al margen, que de momento son todas presuntas, las responsabilidades políticas ya están dejando mucho que desear. A Ábalos no se le podrá exigir que dimita, pero sí que dé explicaciones.

Ya solo falta que aparezca un mensaje de Pedro Sánchez diciéndole a Koldo: "Sé fuerte"

También las tiene que dar Sánchez, que siempre ha presumido que el suyo era un Gobierno limpio de escándalos de corrupción. Era. Él, que nada más llegar al Gobierno en 2018 hizo dimitir a su ministra de Sanidad —con menos de 100 días en el cargo y por un copia y pega en un trabajo de un máster—, ahora podría demostrar si realmente colabora en una investigación de corrupción con total transparencia. De momento, no parece que sea eso lo que está pasando.

Para que el caso Koldo fuera diferente a todos los demás, en vez de preocuparse en marcar distancias, en el PSOE deberían preocuparse más por ayudar a esclarecer lo que pasó. Porque este caso es mucho más que una trama de sobornos, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Hay que sumarle además la podredumbre moral de tratarse de un caso en el que los presuntos corruptos se aprovecharon del tráfico de influencias en medio de lo peor de la pandemia; es decir, se aprovecharon del miedo y el dolor de todos.

Cruzar los dedos para que la UCO no encuentre indicios de corrupción que salpiquen al partido. Que todo se quede en una manzana podrida, en ese asesor del que usted me habla, es no haber aprendido nada. Al menos eso sí que lo hemos aprendido.

En la corrupción, como en el amor, hay errores de los que no aprendemos nunca. Tal vez por eso nunca deja de sorprendernos. Da igual cuánta experiencia tengamos, y en amor no sé, pero en corrupción este país tiene bastante, y da igual la de veces que se haya equivocado otro antes haciendo lo mismo, que al final uno no aprende la lección hasta que no comete esos mismos errores. Y, a veces, ni con esas.

Política José Luis Ábalos
El redactor recomienda