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Un día en la gestoría: "España aún es el Dr. Jekyll, pero se transformará en Mr. Hyde"
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Ángel Villarino

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Un día en la gestoría: "España aún es el Dr. Jekyll, pero se transformará en Mr. Hyde"

Pasamos una jornada dentro de una gran gestoría de Madrid en busca de la biopsia del momento económico. Como decía Flaiano, la situación es grave pero no seria. Hay margen para empeorar

Foto: Ilustración: EC.
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Cuando te lo cuentan te imaginas papeles volando, gente histérica que entra y sale, teléfonos que suenan sin parar... Pero hasta los tópicos están pendientes de revisión estos días. La vorágine de una gran gestoría en el centro de Madrid se parece menos a una escena de Billy Wilder y más a una nave espacial atravesando Andrómeda. El personal está concentrado en silencio delante de una pantalla, embozado con mascarillas corporativas con la bandera de España, en cubículos aislados con paredes plásticas y paneles de metacrilato.

Por sus hojas de Excel y los micrófonos de sus auriculares transcurren corrientes que no tardarán en saltar a los informes económicos: las angustias de miles de autónomos, de pequeños y medianos negocios que necesitan más que nunca asesoría. En una jornada da tiempo a escuchar decenas de casos y va cobrando forma un retrato coral de la situación en la que estamos. Se lo adelanto: es muy mala, con algunas excepciones.

Hay quien se atreve a aventurar una estadística inventada. "Diría que el 20% están pasándolo muy mal, el 20% están facturando por encima de lo normal y el resto va tirando más o menos igual, expectantes a ver qué ocurre ahora". En la primera línea de combate van cayendo empresarios de la noche, cualquier cosa relacionada con el turismo y algún que otro hostelero. Al parecer, les va mucho mejor a los bares de barrio y a aquellos que tienen terrazas grandes.

Hay que cogerlo todo como lo que es: una foto fija de un lugar concreto. Los veteranos de la oficina, aun así, tienen sus pronósticos. Dicen que primero van a caer los más expuestos y luego empezará una fase de arrastre hacia otras actividades, tropiezos de facturación que unas veces se solventan y otras empeoran y que a la fuerza derivarán en un goteo de impagos, cierres, recortes... Dicen que empieza a aflorar ya una segunda ola de problemas. "¿Por ejemplo? Los taxistas. Algunos ya no llegan". Y al final del camino las arcas públicas, cuyos plazos de recaudación propician un efecto retardado.

El dueño me llama llorando cada dos días, quiere que le diga que todo va a ir bien y yo ya hago como el médico de un paciente con cáncer

Contables, gestores laborales, financieros... describen la gestación de una enorme crisis en un tubo de ensayo. Primero autoinfligida con el confinamiento y luego cobrando vida propia. Un torbellino que es también una transformación profunda y simultánea de decenas de actividades económicas. "Tengo una agencia de viajes que lleva 30 años facturando bien y de pronto se ha desmoronado. El dueño me llama llorando cada dos días, quiere que le diga que va a ir bien y yo ya empiezo a hacer como el médico que tiene un paciente con un cáncer avanzado. Me pregunta que se va a morir. ¿Y yo qué le digo? Pero luego cuelgo y me llaman unos chavales que tienen una 'start-up' de comida casera y van como un tiro. Alucinan porque están facturando mucho más dinero del que esperaban".

En los ficheros de la gestoría hay chispazos de los meses que nos esperan. Por ejemplo:

1. Los traspasos de coches de segunda mano han aumentado más de un 50 por ciento respecto al año pasado. La mayoría, dicen, son personas que hasta ahora utilizaban transporte público o tenían un solo coche familiar. El miedo al virus ha hecho cambiar los hábitos y buscar una solución lo más barata posible.

2. La gestión y consultas sobre herencias y testamentos se ha disparado. Por vía del exceso de mortalidad, claro, pero también por las familias que quieren dejar todo atado por lo que pueda ocurrir este invierno.

3. El ladrillo por ahora resiste y se han disparado las reformas, aunque los gestores no tienen claro si esto es significativo de lo que ocurre en España o solo entre la clase media madrileña a la que atienden mayoritariamente. "No sé si es un espejismo, pero por ahora no va nada mal".

4. La "cortesía empresarial" de la primera ola se ha agotado. Los arrendadores ya no están dispuestos a perdonar más alquileres, las empresas buscan aligerar lastre como sea para sobrevivir y los propios gestores han dejado de hacer consultas gratis para equilibrar el año.

Y luego está la madre de todas las consultas, la que ocupa estos días a un porcentaje altísimo del tiempo empleado al teléfono: qué hacer con los empleados en ERTE. El diagnóstico marea: "Desde las administraciones lo pueden prorrogar todo lo que quieran pero un porcentaje altísimo de esos trabajadores se van a ir al paro. Las empresas con las que hablamos lo que están buscando es una manera de hacer los recortes y ajustes que necesitan para seguir adelante".

Esperando a Mr. Hyde

Lo último que uno espera es toparse con un personaje de Robert Louis Stevenson entre los ficheros. Pero aparece al describir el comportamiento de muchos pequeños y medianos empresarios cada vez que surgen problemas serios. "Esto va por fases. En la primera se tiende a negar la evidencia", dicen quienes vivieron aquí la última crisis. Después se empieza a asumir el problema. Hay quien corrige el rumbo a tiempo y hay quien se lanza a una huida hacia adelante. "Un clásico es que se pongan a contratar servicios que no pueden pagar o a buscar alternativas desesperadas. Ahí nosotros intentamos advertirles, pero muchos no te hacen caso".

El Doctor Jekyll, ese hombre modélico que no dormía si no pagaba una factura, se transforma en Mr. Hyde y hace salvajadas

La fase definitiva es la tercera, donde se puede producir la metamorfosis. Habla un contable con décadas de experiencia: "Aquí es cuando empiezan los recortes salvajes y la histeria. En algunos casos el Doctor Jekyll, ese hombre modélico que no dormía si no pagaba una factura, se transforma de pronto en Mr. Hyde. Le pierde el miedo al vacío, se da cuenta de que no le embargan al día siguiente y empieza a hacer barbaridades. Primero deja de pagar a Hacienda, después a la Seguridad Social, después a algún proveedor, después a los trabajadores… En España acecha Mr. Hyde otra vez. Yo esto lo he visto ya muchas veces, incluso lo viví por dentro cuando era contable de una empresa que pasó por el proceso. Además ahora hay mucha experiencia, una cultura popular sobre cómo vivir al margen de la ley aprendida durante la crisis anterior, que está muy cerca. Todos tienen alguna experiencia cercana, algún amigo… Se saben los trucos para sobrevivir haciendo trampas hasta que la cosa estalle".

Foto: Un trabajador de hostelería toma medidas de distanciamiento entre clientes en la terraza de su negocio en Mahón, Menorca. (EFE)

El último mensaje de quienes engrasan las tripas de la economía es para las Administraciones Públicas. "Han colapsado por varios sitios y los trámites son angustiosos". Para ilustrarlo, leen en voz alta los mensajes de varios clientes que llevan reclamando el cobro de ayudas desde primavera. "Cinco meses sin ingresos, ya no aguanto mucho más. ¿No podéis arreglarlo?". Se quejan de una estructura obsoleta, a menudo envejecida, sin capacidad para reaccionar ante lo imprevisto, sin recursos humanos ni materiales para gestionar el aluvión. Una cacharrería que urge transformar. "No creo que sea cuestión de hacer recortes, ni de aumentar mucho el personal, sino reestructurar, digitalizar y modernizar un sistema del siglo pasado". La crisis anterior y la falta de flexibilidad de los mecanismos institucionales han retrasado un proceso muy avanzado en casi toda Europa en el que también estamos perdiendo el tren.

Los gestores ponen como ejemplo virtuoso la DGT, que incluso en confinamiento ha seguido funcionando al día. "Está todo digitalizado, es una maravilla. Se hace en minutos. Además tenemos que ir hacia un modelo anglosajón en el que la administración confía en quien hace el trámite. Si luego se descubre que se hicieron trampas, el castigo es mucho más severo". En el reverso de la moneda sitúan al SEPE, que está colapsado "porque tiene que gestionar cinco veces más trabajo con el mismo número de funcionarios y los recursos de siempre". En definitiva, la imagen que dan los gestores es la de una herramienta oxidada, incapaz de afrontar el reto sin una transformación profunda que, en el mejor de los casos y aunque se tomase en serio desde arriba, tardaría muchos años en llegar.

Ya en la puerta, regalan un consejo. "Saldrán reforzados quienes logren hacer en semanas las transformaciones que en otras circunstancias habrían tardado años. Cuanto antes empieces, mejor te van a ir las cosas…".

Cuando te lo cuentan te imaginas papeles volando, gente histérica que entra y sale, teléfonos que suenan sin parar... Pero hasta los tópicos están pendientes de revisión estos días. La vorágine de una gran gestoría en el centro de Madrid se parece menos a una escena de Billy Wilder y más a una nave espacial atravesando Andrómeda. El personal está concentrado en silencio delante de una pantalla, embozado con mascarillas corporativas con la bandera de España, en cubículos aislados con paredes plásticas y paneles de metacrilato.

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