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La razón por la que el Gobierno de España no puede llamar dictaduras a las dictaduras
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Ángel Villarino

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La razón por la que el Gobierno de España no puede llamar dictaduras a las dictaduras

Intentar que Moncloa responda a esa pregunta es una trampa saducea, un ejercicio retórico que solo sirve para constatar la bajísima calidad de nuestro debate político. También cuando gobierna el PP

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
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Ahora que hemos abierto la veda interrogando compulsivamente a representantes del Gobierno sobre si Cuba es una dictadura, estaría bien preguntarles si Arabia Saudí es una dictadura. O si China es una dictadura. ¿Es una dictadura Irán? ¿Es una dictadura Vietnam? ¿Lo es Egipto? Podríamos seguir, país a país, hasta superar la treintena, exigiendo que el ministro de Exteriores de turno se posicione abiertamente sobre los regímenes que gobiernan un 30% de la población mundial. Y utilizando como referencia para elaborar el listado alguno de los muchos informes al respecto, por ejemplo el 'Global State of Democracy' elaborado en Estocolmo. Incluso institucionalizando la tradición y repitiéndola todos los años. O cada seis meses. En entrevistas, en ruedas de prensa o a través del portal de transparencia. “Ministro, ¿es una dictadura Myanmar?”.

Foto: Protesta contra el Gobierno cubano en La Habana. (Reuters)

La respuesta va a ser casi siempre la misma: evasivas para no decir en voz alta lo evidente. Así ha sido en el pasado y así será en el futuro si no cambian mucho las cosas. No es una cuestión de quién gobierne. El miércoles, José Manuel García-Margallo no tuvo ningún problema en afirmar con rotundidad que Cuba es una dictadura. Lo hizo en calidad de exministro, porque cuando ostentaba la cartera nadie le escuchó en público nada parecido. No lo hizo tampoco cuando visitó La Habana para reunirse con los mandatarios del régimen, desoyendo al grupo de exiliados cubanos en España que se manifestaban esos días frente a la sede del Partido Popular. ¿Es Cuba una dictadura ahora y no lo era en mayo de 2016?

En abril de 2013, Cospedal firmó un acuerdo de amistad con el Partido Comunista chino

Hay infinidad de ejemplos, pero podemos remontarnos a abril de 2013, cuando la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, firmó solemnemente un acuerdo de “entendimiento” con el Partido Comunista chino en el que se hablaba de "afianzar la relación de amistad", comprometiéndose a no intervenir en los asuntos internos y acordando “favorecer” la cooperación en ámbitos “económicos, comerciales, científicos, tecnológicos y culturales”. No fue un pacto entre Estados, sino entre partidos: un vínculo más fraternal. ¿Era o no era una dictadura la China del primer mandato de Xi Jinping? ¿Alguien se lo preguntó a Cospedal?

Con excepciones extremas o exóticas como Corea del Norte, o en momentos muy concretos de tensión como en la crisis de 2003 y 2004 —cuando Fidel Castro llamó "caballerito", "celestina" y "führercito" a Aznar—, ningún Gobierno se ha dedicado a calificar públicamente de dictadura a los países con los que mantiene relaciones diplomáticas, independientemente de lo que estuviese sucediendo allí. No es una anomalía española, sino una norma que cuando se incumple suele ser por motivos que no tienen mucho que ver con los derechos humanos. Presten atención a la Comisión Europea. Verán que tampoco está hablando de dictadura cuando se refiere a Cuba estos días.

De hecho, las palabras pronunciadas por Pedro Sánchez (“Es evidente que Cuba no es una democracia”) rozan los límites que se pueden alcanzar. Cosa muy diferente es que luego se maniobre entre bambalinas o que se exijan acciones concretas. Con el correspondiente cálculo previo de riesgos y oportunidades, España quizá podría haber presionado más esta semana. O en las semanas venideras, si las protestas vuelven a prender en la isla. Quizá podría solicitar públicamente la liberación de los detenidos en las manifestaciones, o al menos de la periodista cubana del diario 'ABC', Camila Acosta. Lo deberán valorar quienes manejan información sobre la situación allí.

Cualquier cosa es mejor que centrar la polémica en esa pregunta infantil (“¿Es Chad una dictadura? ¿Lo es Turkmenistán?”), en esa trampa saducea, ese ejercicio retórico estéril que lo único que pone de relieve es la bajísima calidad del debate en nuestro país. ¿Es Cuba una dictadura? Por supuesto que sí. La pregunta sonroja y quien intenta zafarse, como algunos políticos y pregoneros de Podemos, lo hace tirando de matices léxicos o argumentaciones alambicadas. Cuba es una dictadura de libro. Pero en las relaciones entre Estados, como en la mayoría de las relaciones, hay cosas que no se pueden decir.

Es una pregunta infantil, una trampa saducea y un ejercicio retórico estéril

A nivel teórico, tal y como recuerda un veterano embajador, “la unidad mínima de relación en el ámbito internacional es el Estado”. Es decir, los Estados se relacionan entre ellos, “sin preguntarse lo que hay dentro”. Como casi todos los países en el escenario de hoy, España tiene “universalizadas sus relaciones”. Eso “no significa que se autorice cualquier tipo de relación con cualquier Estado”. Por ejemplo, se suele evitar la cooperación policial con Estados represores, aunque se hagan llamativas excepciones cuando hay intereses importantes en juego como la seguridad nacional o el abastecimiento energético.

Foto: Un manifestante es detenido durante las manifestaciones del domingo. (Reuters)

“En las relaciones internacionales, lo importante es seleccionar en qué ámbitos tienes relaciones con Estados que no tienen tus principios políticos o ideológicos”, continúa el embajador. “Con una dictadura se puede hablar por ejemplo de relaciones culturales o económicas. Si se trata de un país comunista, se puede contribuir así a la apertura y el bienestar de los ciudadanos. Es una cuestión de opciones políticas y en el caso de Cuba me parece que hay que buscar áreas de entendimiento que favorezcan la transición y empujen al régimen castrista hacia una salida, y con ese objetivo no sirve de nada proclamar en un plató de televisión que es una dictadura. Con eso solo consigues tensar o romper la relación. No te sientas a la mesa a dialogar diciéndole al otro que es un hijo de perra”.

Por irritante que le resulte la lógica diplomática a quien no tiene ninguna responsabilidad para con los intereses exteriores de España, la única alternativa es dejar de ver las relaciones internacionales como un asunto de interés nacional y convertirlas en otra cruzada ideológica. Trasladar la crispación de la política nacional al tablero global. Ningún Gobierno democrático español lo ha hecho jamás. Ojalá tampoco lo hagan los que están por venir.

Ahora que hemos abierto la veda interrogando compulsivamente a representantes del Gobierno sobre si Cuba es una dictadura, estaría bien preguntarles si Arabia Saudí es una dictadura. O si China es una dictadura. ¿Es una dictadura Irán? ¿Es una dictadura Vietnam? ¿Lo es Egipto? Podríamos seguir, país a país, hasta superar la treintena, exigiendo que el ministro de Exteriores de turno se posicione abiertamente sobre los regímenes que gobiernan un 30% de la población mundial. Y utilizando como referencia para elaborar el listado alguno de los muchos informes al respecto, por ejemplo el 'Global State of Democracy' elaborado en Estocolmo. Incluso institucionalizando la tradición y repitiéndola todos los años. O cada seis meses. En entrevistas, en ruedas de prensa o a través del portal de transparencia. “Ministro, ¿es una dictadura Myanmar?”.

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