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Cosas importantes sobre el covid que ya dice en público hasta el asesor de Von der Leyen
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Ángel Villarino

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Cosas importantes sobre el covid que ya dice en público hasta el asesor de Von der Leyen

Nos aproximamos a uno de esos momentos en que parece inconveniente expresar en público ideas que están circulando en privado y que motivan decisiones que nadie explica

Foto: Personal sanitario prepara una vacuna. (EFE)
Personal sanitario prepara una vacuna. (EFE)
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El miércoles dimos aquí voz a la única sociedad médica española (Semfyc) que se ha pronunciado por ahora a favor de un cambio de actitud frente a la pandemia, a favor de revisar los protocolos de actuación y de no seguir colapsando la atención sanitaria con rutinas que consumen todos los recursos y que no están teniendo demasiados resultados. Ellos sugieren también rebajar el estado de histeria intermitente en el que vivimos desde hace ya dos años y establecer un umbral a partir del cual podamos dejar de considerar excepcional la situación. Se preguntan, en esencia, cómo vamos a ir normalizando una enfermedad cuya letalidad ha descendido mucho —de manera radical entre las personas vacunadas— y con la que es muy probable que tengamos que convivir para siempre.

Foto: Foto: EFE/Narendra Shrestha.

No ha sido una sorpresa que su alegato haya sido jaleado y aplaudido por perfiles instalados desde hace tiempo en el negacionismo, el conspiracionismo y la paranoia. Especialmente por grupos que parecen no entender que la novedad sobre la que descansa la argumentación de la Semfyc es precisamente la vacunación. Igualmente, se podía anticipar la reacción de quienes creen que hablar de relajación en lo más alto de la sexta ola es un capricho irresponsable y que hay que desplegar un alambre de espino alrededor del debate. O la de aquellos que se enredan en debatir cifra a cifra la equiparación con la gripe, un ‘tic’ que resulta particularmente irritante porque es imposible comparar dos cosas que se están midiendo de manera distinta.

Las reacciones que sí me han sorprendido son las que se han producido en privado. Una decena de expertos, médicos y virólogos a los que llevo dos años consultando me han transmitido su opinión estos días, la mayoría celebrando que una sociedad médica abra el debate. “Me alegro de que hayáis dado voz a lo de la Semfyc. Sabes que he defendido mucho las restricciones, pero creo que ahora hay que empezar a cambiar el chip”, decía uno. “Yo estoy de acuerdo con lo que dicen, aunque quizás empezaría a hacerlo un poco más adelante, cuando pase esta ola”, comentaba otro. “El editorial ya estaba circulando mucho, con el efecto beneficioso de plantear un debate sereno y en términos poco sospechosos”, expresaba un tercero. “Está claro que hay que tender a eso, pero no a puerta gayola. (...) La 'gripalización' debe de ser gradual y hay que adaptar las medidas que hay ahora”, matizaba el cuarto. “Habrá quien piense que es pronto, pero es importante que se vaya abriendo la mano para preparar el terreno y desinstalar el miedo de la cabeza de la gente”...

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La sensación es que nos estamos aproximando a uno de esos momentos en los que hay cosas que todavía es inconveniente expresar en público aunque circulen en privado. Es un instante tenso y expectante, como cuando tratas de regular la temperatura de la ducha y corres al mismo tiempo el riesgo de helarte y de abrasarte. Como decía uno de los expertos con los que hablé estos días, se trata nada menos que de desinstalar "gradualmente y con tiento" el estado mental que se grabó a fuego mediante una conmoción colectiva y que luego se ha martilleado ferozmente durante dos años. La propia inercia de los meses vividos genera tantas resistencias como las había en marzo de 2020 en sentido contrario. Con la complicación añadida de que todo podría truncarse a causa de una nueva mutación o por otro giro inesperado. Sobre este último particular me convencen especialmente los argumentos de la Semfyc: piden que hagamos lo posible por planificar una respuesta ante los peores escenarios, pero que no hipotequemos indefinidamente todo esperando a ver si cristaliza la amenaza.

Foto: Foto: EFE/Quique García.

A pesar de que atravesamos el mayor pico de contagios de toda la pandemia (o precisamente porque a pesar de ello la gravedad no se acerca a la de otras olas), cada día que pasa se suman nuevas voces. Ayer domingo, sin ir más lejos, lo hacía en esta entrevista el virólogo belga Peter Piot, uno de los científicos que descubrieron el ébola y asesor especial sobre el coronavirus de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Hay varios matices, pero el planteamiento de partida de un experto que ha sido particularmente cauto en estos dos años no es muy diferente del de la Semfyc: estamos entrando en una "nueva fase" que nos obliga a tener "un debate" sobre "cómo organizar nuestras sociedades y nuestras vidas para convivir con el covid de una forma totalmente diferente a la actual", pronosticando "explosiones de infecciones" cada invierno, aunque cada vez más leves. La OMS será la última en dar el salto. Porque es su papel y porque habla para todo el mundo, no solo para países privilegiados con más del 80% de su población vacunado.

El vídeo que encabeza este párrafo es de TV3, la televisión pública de la comunidad autónoma con las UCI más saturadas, a pesar de estar entre las que más restricciones impusieron al inicio de la sexta ola. Sin ser demasiado corrosiva, la parodia retrata bien lo absurdas que resultan las modificaciones constantes en los protocolos. Y esa percepción se agrava cuando no se explica el contexto, cuando no se dice qué ha cambiado para que las autoridades relajen las cuarentenas justo cuando se disparan los contagios. A esto se suma un goteo de situaciones en que la experiencia personal no encaja con las admoniciones del sermón diario. Al final, esta actitud de mantener la alarma en lo más alto por si acaso, de exigir más y más restricciones —a menudo sin especificar cuáles—, se acaba convirtiendo en la mejor receta para perder la confianza de una población agotada. Luego a ver quién hace caso a Pedro como acabe de verdad volviendo el lobo.

El miércoles dimos aquí voz a la única sociedad médica española (Semfyc) que se ha pronunciado por ahora a favor de un cambio de actitud frente a la pandemia, a favor de revisar los protocolos de actuación y de no seguir colapsando la atención sanitaria con rutinas que consumen todos los recursos y que no están teniendo demasiados resultados. Ellos sugieren también rebajar el estado de histeria intermitente en el que vivimos desde hace ya dos años y establecer un umbral a partir del cual podamos dejar de considerar excepcional la situación. Se preguntan, en esencia, cómo vamos a ir normalizando una enfermedad cuya letalidad ha descendido mucho —de manera radical entre las personas vacunadas— y con la que es muy probable que tengamos que convivir para siempre.

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