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Con gestos se entiende la gente

Las no miradas de la vicepresidenta y la ministra de Defensa no han sido ni siquiera parangonables a las miradas esquivas de Sánchez y Rajoy en los tiempos más duros

Foto: Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, el 2 de mayo. (EFE)
Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, el 2 de mayo. (EFE)

En 1971, Flora Davis publicó el libro 'La comunicación no verbal'. La psicóloga norteamericana resumía en esta obra todas las investigaciones que se habían realizado hasta el momento sobre esta disciplina y concluía, entre otras cosas, que la parte visible de un mensaje es, por lo menos, tan importante como la audible, y que la comunicación no verbal es muy difícilmente manipulable. Antes de ella —hasta remontarnos otra vez a los clásicos— y después de ella, decenas de investigadores en el campo de la psicología y lingüística nos han seguido proporcionando estudios sobre la comunicación verbal y la no verbal. Y en todos ellos, con unos u otros matices, se viene a concluir lo que resume el lingüista español Fernando Poyatos con su denominación “la estructura tripartita”: la comunicación se estructura en lo que decimos (palabras), cómo lo decimos (paralenguaje) y cómo lo movemos (kinésica).

No podemos juzgar por las palabras. No las vimos. Lo que las imágenes de vídeo y las fotografías de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la ministra de Defensa y secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, nos mostraron a todos los españoles en los actos de celebración del Dos de Mayo en Madrid, es que no hubo comunicación verbal entre ellas, y que si la hubo, para un australiano sentado delante de su televisor, esas personas o no se conocían o no se llevaban. Al australiano en cuestión le hubiera costado entender que las dos pertenecen al mismo Gobierno.

No hubo comunicación verbal entre ellas, y si la hubo, para un australiano sentado delante de su televisor esas personas no se conocían

Todos los ciudadanos sabían de esos desencuentros en mayor o menor medida. Nos lo contaban los medios cuando se hacían quinielas sobre nombramientos en la órbita de una o de otra, pero estos días el mensaje no nos ha entrado por la comunicación dicha y pronunciada. Las no miradas de la vicepresidenta del Gobierno y de la ministra de Defensa no han sido ni siquiera parangonables a las miradas esquivas y estrechamientos de manos fugaces de Sánchez y Rajoy en los tiempos más duros del 'no es no' (lenguaje verbal donde los haya). Son imágenes que han hablado más de mil palabras. Han sido las posturas corporales distantes y las caras desviadas, ¿puros espejos del alma?

Flora Davis, Fernando Poyatos y tantos y tantos estudiosos del lenguaje no verbal lo tuvieron realmente fácil porque la esencia, como casi todo, estaba en los clásicos. En Aristóteles, sin ninguna duda (siglo V a.C.), pero quedémonos en el año 46 a.C. con Marco Tulio Cicerón. Hace 21 siglos, escribió lo siguiente: “El rostro tiene una gran importancia tras la voz. ¡Cuánta dignidad y gracia aporta! Y si bien hay que procurar que no haya en él nada impropio ni afectado, es sobre todo en los ojos donde es muy importante moderar la expresión. Y es que de la misma forma que el rostro es la imagen del alma, así los ojos son los intérpretes”. ¿Quizá, por eso, además, las gafas de sol en el interior de la vicepresidenta?

Los gestos en público del matrimonio Trump se han convertido ya en casi un género periodístico

¿Más gestos? Los del matrimonio Trump se han convertido casi ya en un género periodístico: “Melania se resiste a coger la mano de Trump en público”, “Melania vuelve a rechazar la mano de Trump”, “Melania lo ha vuelto a hacer”, y suma y sigue. Titulares de distintos medios en el último año; algo que no debería extrañarnos cuando en la toma de posesión de Donald Trump, tras el beso y la sonrisa de rigor de los esposos, a Melania Trump le cambia rápida y radicalmente la expresión de su rostro —los adjetivos, a gusto de los lectores— justo en el momento en que él se da la vuelta. ¿Quizá porque él no había tenido la cortesía —también kinésica— de esperarla y subir juntos a saludar al matrimonio saliente de la Casa Blanca? Estas y otras imágenes han dado la vuelta al mundo, no una sino tantas veces como este tipo de 'body language' se ha producido.

placeholder Donald y Melania Trump. (Reuters)
Donald y Melania Trump. (Reuters)

¿Es que todos los medios, fotógrafos o cámaras del mundo están equivocados y solo se quedan en lo intrascendente? No. Todo, todo significa, porque todo comunica todo el tiempo, tanto lo que queremos como lo que no queremos. Y no solo cuando los emisores voluntariamente se deciden a comunicar. Pero ¿y cuando esos gestos se hacen de manera consciente? ¿Por qué las llamadas dos mujeres más poderosas de España, sabiendo lo que las cámaras iban a recoger el 2 de mayo, decidieron no disimular? ¿Es que no les importaba el 'decorum', lo apropiado, lo que los clásicos ya definían como “lo conveniente en cada caso”? Ellas no eran ni Soraya ni Dolores, eran la vicepresidenta del Gobierno y la ministra de Defensa de todos los españoles.

¿Por qué las llamadas dos mujeres más poderosas de España, sabiendo lo que las cámaras iban a recoger el 2 de mayo, decidieron no disimular?

En la Casa Real lo supieron, también hubo imágenes sobre una comunicación no verbal incontrolada en la interacción de las dos reinas —con brazo en el hombro incluido—. Todos sabemos lo que vino después, una nueva comunicación no verbal, esta vez controlada, con imágenes de respeto y normalidad para que este nuevo mensaje visual quedara en los ojos de millones de españoles que ven a través de las cámaras. Otra cosa es la eficacia conseguida. ¿Habrá nuevas imágenes compensatorias de la vicepresidenta y la ministra? ¿Servirán?

No perdamos de 'vista' lo que dicen también los estudiosos cuyos trabajos se basan en analizar la vida real de todos nosotros: los mensajes no verbales se consideran más fiables que los verbales cuando existe contradicción entre ellos, es decir, entre lo dicho y lo visto. Así que… ojito.

*Francis Ochoa es consultora de Comunicación en Burson-Marsteller.

En 1971, Flora Davis publicó el libro 'La comunicación no verbal'. La psicóloga norteamericana resumía en esta obra todas las investigaciones que se habían realizado hasta el momento sobre esta disciplina y concluía, entre otras cosas, que la parte visible de un mensaje es, por lo menos, tan importante como la audible, y que la comunicación no verbal es muy difícilmente manipulable. Antes de ella —hasta remontarnos otra vez a los clásicos— y después de ella, decenas de investigadores en el campo de la psicología y lingüística nos han seguido proporcionando estudios sobre la comunicación verbal y la no verbal. Y en todos ellos, con unos u otros matices, se viene a concluir lo que resume el lingüista español Fernando Poyatos con su denominación “la estructura tripartita”: la comunicación se estructura en lo que decimos (palabras), cómo lo decimos (paralenguaje) y cómo lo movemos (kinésica).