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Sentencia del TJUE: jaque a Sánchez
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Sentencia del TJUE: jaque a Sánchez

El mérito eventual de esa sentencia es convocar un foro donde dar merecida y definitiva cuenta a la subversión institucional que ha causado el desaguisado de la política sanchista

Foto: Pedro Sánchez. (EFE)
Pedro Sánchez. (EFE)

La concesión de inmunidad parlamentaria a favor de los cargos electos ahora condenados por sedición por parte del TJUE ha levantado enorme polvareda y, en general, se ha precipitado una interpretación a la altura del histrionismo político de los tiempos. Vox, siempre pronto a tirar de tripas, ha llegado a hablar de injerencia en la soberanía nacional e, incluso, algunas facciones, de salida de la UE. De otro lado, el cambio aparente de criterio para la concesión de condición de eurodiputado —de recogida del acta a mero recuento de votos—, que ha cogido por sorpresa también a todo el elenco comunitario, Parlamento Europeo y Comisión, es sospechoso. Pero lo debe ser en un sentido mucho más constructivo, finalista y de propósito que las lecturas iniciales de apoyo al 'procés' parecen concluir, para disgusto seguro del separatismo. Son raras las puntadas sin hilo por parte de instituciones europeas.

Con toda probabilidad el curso procesal de los frentes abiertos llevará la cuestión al mismo Parlamento Europeo a través del suplicatorio del TS para que se elimine la inmunidad del fugado Puigdemont y se pueda juzgar aquí. En esa Cámara podría quedar expuesta toda la extorsión y manipulación de principios y criterios, toda la desvergüenza y falta de escrúpulos, toda la incoherencia febril con la que Sánchez fundamenta el recabo de apoyos a la investidura entre secesionistas en prisión y un Iglesias encastado. Literalmente no dan crédito. El mérito eventual de esa sentencia, al margen del rigor garantista sobre derechos políticos del individuo, contra toda apariencia, es convocar un foro donde dar merecida y definitiva cuenta a la subversión institucional que el desaguisado de la política sanchista está sembrando. El suplicatorio abre el melón europeo de una cuestión catalana que ni España ni Europa se pueden permitir.

El suplicatorio abre el melón europeo de una cuestión catalana que ni España ni Europa se pueden permitir

A ver si se atreve Sánchez, a pesar de ser el PSOE el partido con más miembros en el grupo social demócrata, a argumentar y pedir al centro izquierda de la Cámara europea que mantenga la inmunidad del fugado y satisfacer así la condición 'sine qua non' de desjudicialización de su pretendido socio de gobierno, ERC. Ahí se resuelve el debate entre cuestión judicial o política. Toda la humillación y desprecio al consenso constitucionalista —y a la mayor parte del pueblo español—, todo el blanqueo irracional de la deriva de investidura, y quizá de gobierno, espera en esa Cámara europea las hazañas felonas de Sánchez. La extorsión a la democracia fuera de la ley es el factor común del populismo y Europa conoce al enemigo.

En rigor, el pronunciamiento previsible del Parlamento Europeo además de anular la inmunidad de Puigdemont, no podrá abjurar de los principios de un Estado de Derecho de un país miembro, nuestra Constitución. Y no podrá acoger con beneplácito una iniciativa política tan ilegal como contradictoria en sus derivas centrífugas con el espíritu de la creación de Europa. No es un conflicto político de España frente a Cataluña, es ya una cuestión europea de una Cataluña con pretensiones secesionistas minoritarias en un Estado de derecho miembro en el siglo XXI.

Ante la impresión inicial de desacreditación institucional del Estado español que ciertas interpretaciones iniciales de la sentencia han suscitado —que también—: ¿a qué Estado se le ocurre alimentar durante décadas la insaciabilidad de un nacionalismo anacrónico? La invitación a Sánchez a dar consistencia y coherencia a todo el argumentario quimérico de investidura —un desproyecto para España y Europa—, en un foro en el que se debate, mucho, pero raramente se concluyen tonterías, puede resultar un revulsivo irrefutable de la deriva del susodicho y un argumento definitivo contra el separatismo. Si no atienden a razones aquí, las explicarán allí.

placeholder Manifestantes con pancartas del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (Reuters)
Manifestantes con pancartas del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (Reuters)

En Bruselas, tras las semanas de barricadas de la turba en la calle, han tomado buena nota, máxime cuando la 'balkanización' está fresca en la memoria. A nadie se le escapan —y en Bruselas se lee mucho—, las similitudes siniestras del perfil de apoyos planteados a la investidura contra consenso mayoritario constitucionalista, con los episodios pretéritos más aciagos de nuestra Historia. Y, de paso, también las pretensiones de singularidad histórica irresoluta que ceba a nuestro frívolo 'monclovita' —el cuento de Franco—, repudiando el entendimiento de una mayoría constitucionalista con absoluto apoyo popular. En definitiva una frivolidad e irresponsabilidad absoluta en un momento histórico de integración sobre la que Europa mejor opine expresamente.

Quizá la naturaleza subversiva de los planteamientos ahora 'políticos' de Sánchez con la cuestión catalana no sea directamente neutralizable por nuestro marco institucional en esta coyuntura. No dudo que lo fueran si hubiera voluntad explícita y férrea de hacerlo. Pero si la codicia y ambición personal, la desvergüenza de la palabra quebrada y la irresponsabilidad pública de un cargo tal, pueden verse truncadas por los efectos colaterales de esta decisión judicial del TJUE —en un formato suplicatorio y pronunciamiento del Parlamento Europeo—, bienvenida sea. El foro europeo es el canal ideal, y probablemente único en esta coyuntura, para primero contener y luego revertir, toda una tendencia endémica generacional que se sembró décadas atrás al amparo de una voluntad de concierto, la Transición. Un pronunciamiento expreso, al tenor de la inmunidad, sobre la cuestión catalana puede ser el antídoto más eficaz a una deriva que en estos lares se apunta laberíntica.

Queda por ver el juego de tiempos de estos procesos en paralelo, el tratamiento de la inmunidad tras un suplicatorio por parte del TS (que no debe tardar en producirse para dar coherencia a los efectos jurídicos de la sentencia del TJUE y la condena por sedición por parte del TS), y el propio proceso de investidura, antes en velocidad exprés, ahora en proceso de estupefacción. Sánchez entrando a la trampa. Esa listeza rastrera que caracteriza a Sánchez seguro le alcanza para ser consciente que lo que se ha permitido estos meses en este país y el desprecio supino a la mayoría constitucionalista, ahora con los 221 de PSOE, PP y C’s —todo ese contubernio felón y sofista al amparo de “sudokus” en escaños—, en el Parlamento Europeo no será posible a no ser que tenga las claves para subvertir la social democracia continental a designios secesionistas y comunistas. En la capacidad de persuasión que pueda darle su inglés, visto el tenor de su discurso patrio: 'Good luck!' Pobre Iratxe, portavoz del grupo parlamentario socialdemócrata en la Cámara europea.

Esa listeza que caracteriza a Sánchez seguro le alcanza para ser consciente que lo que se ha permitido estos meses en este país

Que nos puedan querer asistir para sacar las castañas del fuego —de los dislates patrios sanchistas—, debiera interpretarse como una interpelación a la coherencia y a la comunidad de propósito, con perspectiva, desde la afinidad. Es la antípoda de una interferencia “humillante” al tenor de la derecha radical, lunática e histérica. Tanto le va a España solucionar su cuestión catalana, como a Europa abortar en seco cualquier atisbo de deriva centrífuga secesionista. Si dejar a Puigdemont sin inmunidad para ser juzgado aquí requiere al Parlamento Europeo salir de su zona de confort y hacer búnker fuera de tibiezas en torno a socialdemócratas, liberales, y populares, bien. Si además el Jano Sánchez está obligado a exponer todas sus vergüenzas y el corte de 'estadista' que lleva encima, mejor aún.

Se trata de conjurar con el mismo sentido y unidad de propósito —España y Europa—, el mismo fuego. Ahora que con toda probabilidad el Parlamento Europeo tendrá que pronunciarse sobre la cuestión catalana en España dentro de esta Europa que aspira a refundarse —'Conferencia sobre el futuro de Europa' para el 2020—, lo hará a favor de la ley, incluida nuestra Constitución. Cualquier otro planteamiento es un certificado de defunción y supone repudiar el proceso de conformación ascendente de soberanía europea en ciernes, cebando nacionalismo de toda índole, habidos y por haber: el caos de la fragmentación. Hacer del riesgo oportunidad, en eso estamos, España y Europa.

Jaque a Sánchez con los efectos colaterales de la sentencia, jaque a su doble felonía, a España y a Europa. Pobre Iratxe.

*Fernando Primo de Rivera es abogado, economista e inversor.

La concesión de inmunidad parlamentaria a favor de los cargos electos ahora condenados por sedición por parte del TJUE ha levantado enorme polvareda y, en general, se ha precipitado una interpretación a la altura del histrionismo político de los tiempos. Vox, siempre pronto a tirar de tripas, ha llegado a hablar de injerencia en la soberanía nacional e, incluso, algunas facciones, de salida de la UE. De otro lado, el cambio aparente de criterio para la concesión de condición de eurodiputado —de recogida del acta a mero recuento de votos—, que ha cogido por sorpresa también a todo el elenco comunitario, Parlamento Europeo y Comisión, es sospechoso. Pero lo debe ser en un sentido mucho más constructivo, finalista y de propósito que las lecturas iniciales de apoyo al 'procés' parecen concluir, para disgusto seguro del separatismo. Son raras las puntadas sin hilo por parte de instituciones europeas.

Oriol Junqueras Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Parlamento Europeo Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)
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