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La economía española en el triángulo estratégico entre EEUU, China y la Unión Europea
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Miguel Otero

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La economía española en el triángulo estratégico entre EEUU, China y la Unión Europea

Aunque a primera vista parezca contraintuitivo que España pueda beneficiarse de la tensión geopolítica entre las grandes potencias, hay varios factores que podrían presentar oportunidades

Foto: Pedro Sánchez habla con Joe Biden y Justin Trudeau. (Reuters)
Pedro Sánchez habla con Joe Biden y Justin Trudeau. (Reuters)
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El triángulo estratégico entre EEUU, China y la Unión Europea va a marcar la geopolítica y la geoeconomía de los próximos años, y aunque a primera vista parezca contraintuitivo España puede, en parte, beneficiarse de la tensión geopolítica que hay entre EEUU y China, sobre todo si esta es contenida. Hay varios factores que podrían ser positivos o presentar oportunidades de negocio. No obstante, también es cierto que hay ciertos riesgos a tener en cuenta.

La macroeconomía

Las cifras demuestran que España tiene mucho más comercio e inversión con y en EEUU que con China, y los planes de estímulo y de inversión en infraestructuras que ha presentado la Administración Biden pueden ser muy beneficiosos para las empresas que exportan al mercado americano, pero también para las que se puedan beneficiar de la contratación pública en infraestructuras y en la transición energética. Pese al ruido de los aranceles a productos españoles como el acero o las aceitunas, incluso durante la Administración Trump hubo varias concesiones públicas a empresas españolas. En este sentido el “America First” de Trump o incluso el “Buy America” o “Made in America” de Biden no afectan tanto a los intereses de las empresas españolas porque ya están instaladas en suelo americano. En general, la economía americana va a crecer de manera robusta en los próximos años y eso traerá oportunidades para el tejido empresarial español que desde la crisis financiera global ha apostado por este mercado.

Por su parte, las empresas españolas que tienen producción en, o exportan a, China también se pueden beneficiar de las relativamente altas tasas de crecimiento que tendrá China, pese a las turbulencias recientes en los mercados financieros por las restricciones regulatorias, principalmente en el sector tecnológico. El énfasis reciente del Gobierno chino en atajar las desigualdades y las tendencias monopolísticas que se habían generado en el “Salvaje Este” de la economía digital china puede traer consecuencias positivas a medio plazo hacia un crecimiento más sostenible. El sector agropecuario puede beneficiarse mucho en los próximos años, pero también las empresas vinculadas al sector del automóvil, sobre todo, el coche eléctrico, la maquinaria y servicios, como los de la salud y la transición ecológica. A grandes rasgos, la rivalidad geopolítica entre las dos potencias va a hacer que las dos pisen el acelerador en cuanto a estimular (sin perder de vista la sostenibilidad) la economía en los próximos años, para mostrar su fortaleza frente a su rival, y eso puede traer oportunidades para las empresas españolas. Eso sí, es probable que las empresas que están tanto en EEUU como en China tengan que empezar a trabajar en ecosistemas digitales diferentes. Lo que implica usar sistemas operativos y servicios de almacenamiento en nube separados.

La rivalidad geopolítica entre las dos potencias va a hacer que las dos pisen el acelerador en cuanto a estimular la economía en los próximos años

La tecnología

Pero como nuestras empresas no se dedican a producir tecnología punta, ese posible desacople tecnológico no será tan disruptivo para ellas. Habrá mayores gastos por tener que duplicar la inversión en dos sistemas operativos y de estándares diferentes, pero no es lo mismo que dejar de exportar tecnología a China porque si se hace se puede perder el mercado estadounidense. Una empresa como Inditex, gigante en el sector textil, está menos expuesta a la tensión geopolítica entre EEUU y China que una empresa como Ericsson, que es posible que tenga dificultades en el mercado chino si finalmente Huawei no puede operar en Suecia o en otros países europeos.

En este sentido, la exposición de España está más en el mercado doméstico. Empresas de telecomunicaciones como Telefónica llevan trabajando con proveedores chinos como Huawei durante años y mucha de la red de telecomunicaciones y también de transporte de nuestro país opera con tecnología china. Esto puede cambiar con las redes 5G por su alta sensibilidad para la seguridad nacional, pero será un proceso lento y gradual. Además, por ahora, no hay evidencia de que China haya usado la tecnología de empresas chinas en España con fines geopolíticos.

Las cadenas de valor

También en este ámbito, las empresas españolas están menos expuestas que otras. Muchas están en México para abastecer el mercado estadounidense o en China para proveer a clientes terceros que producen en China. Como se ha comentado en el apartado de macroeconomía, en ambos casos es probable que haya un mayor crecimiento de la actividad en los próximos años, incluso si hay un cierto desacople. Para las empresas españolas es importante observar el comportamiento de las empresas americanas, todavía muy activas y presentes en China, porque son ellas con sus movimientos las que indicarán si el desacoplamiento entre las dos mayores economías va a ir en aumento.

En el caso del mercado europeo, muchas de las cadenas de valor se trasladarían a lugares donde la presencia española es destacada

Si eso fuese el caso y muchas de las cadenas de valor se recortasen y se hiciesen más regionales (un proceso conocido como nearshoring), eso tampoco sería negativo para los intereses españoles. En el caso del mercado europeo, muchas de esas cadenas se trasladarían a Turquía, Oriente Medio o el Norte de África y ahí la presencia de empresas españolas es destacada.

Las finanzas

Finalmente, tras la crisis financiera global y en medio de la crisis del euro, había cierta percepción de que China había comprado mucha deuda soberana española y que eso podría generar cierta dependencia. Ese temor era ya infundado entonces (China tenía una inversión en deuda soberana acorde con su creciente tamaño) y se ha disipado todavía más con los bajos intereses que tiene que pagar el tesoro español en estos momentos. Además, el organismo de compra de deuda soberana de China es SAFE, vinculado al Banco Central de China, y sus inversiones suelen ser conservadoras y sufrir pocas variaciones. La inversión en deuda soberana española entra dentro de la cesta de inversión en renta fija de la zona euro de SAFE y es proporcional al tamaño de la economía española en esta zona monetaria.

Donde podría haber más exposición es en el sector privado. España tiene una economía muy apalancada (sobre todo a nivel empresarial) y podría caber el temor de que ciertas empresas que no tienen mucho negocio con EEUU podrían ser compradas por capital chino. Sin embargo, el marco legal de supervisión de inversiones, tanto europeo como español, se ha endurecido enormemente y eso aminora el riesgo considerablemente. Muchas empresas españolas, sobre todo las energéticas, están también protegidas porque tienen negocios en EEUU y eso disuade al comprador chino que sabe que esa compra va a ser vetada por Washington, pero eso, lógicamente, también genera una mayor dependencia de EEUU.

Foto: Manifestantes prodemocracia en Hong Kong con la bandera de Estados Unidos. (Reuters)

Dependencia que por lo señalado anteriormente es posible que aumente en general, y para evitar eso sería bueno que Europa también creciese, generase oportunidades de negocios, y aumentase su autonomía estratégica.

Cómo reducir las dependencias con EEUU y China

Los cuatro años de Trump en la Casa Blanca, de 2016 a 2020, y la pandemia del covid, este último año y medio, han hecho saltar las alarmas en Bruselas y en muchas capitales europeas sobre las posibles dependencias de la Unión con relación a EEUU y China. De un debate más conceptual sobre la necesidad de una mayor autonomía estratégica, se ha pasado a un análisis más profundo sobre las vulnerabilidades existentes y sobre la conveniencia de tener una visión más estratégica sobre la posición de España y la UE en el triángulo de poder que conforman los EEUU, China y la Unión. Desde Elcano, mi colega Mario Esteban ha coordinado un informe precisamente sobre este temática que se publicó en junio de este año. Desde el punto de vista económico, son varios los elementos que hay que destacar en este debate. Algunos más ofensivos y otros más defensivos.

La táctica ofensiva

En los ofensivos, la UE tiene que seguir apostando por una economía internacional abierta y basada en reglas de juego claras y, si es posible, multilaterales. Eso implica varios objetivos. En primer lugar, conseguir que China se abra más al exterior y discipline mejor sus empresas públicas para crear un entorno más competitivo (y reciproco), similar al que ofrece la UE. El acuerdo general de inversiones CAI (por sus siglas en inglés) era un paso en este sentido, pero ahora mismo está congelado por las sanciones y las contra-sanciones relacionadas con la represión de los uigures en Xinjiang, pero la insistencia en una mayor apertura del mercado chino debe continuar, entre otros foros en la Organización Mundial del Comercio. Al mismo tiempo es importante limitar los instintos proteccionistas de la Administración Biden.

La UE tiene que seguir apostando por una economía internacional abierta y basada en reglas de juego claras

Aunque mantener ambos mercados lo más abiertos posibles es la prioridad, la UE y sus empresas no pueden ser ingenuas, y frente a posibles barreras arancelarias, es importante estar presente en ambos mercados para producir in situ y así evitar barreras y para aprovecharse del posible crecimiento de estas dos economías en los próximos años. Crecimiento que, además, es muy posible que se acelere, como se ha comentado antes, por la dinámica de competición y rivalidad geopolítica en la que están inmersas y que hace que sus liderazgos no quieran mostrar debilidades frente al otro. Es decir, ambas economías funcionarán a modo de “alta presión” (intentando llegar al pleno empleo si hace falta a través de la demanda interna) y las empresas europeas, incluso las españolas, se pueden beneficiar de ello.

Otro elemento para tener en cuenta es el fiscal. La pandemia ha generado enormes ganancias para las plataformas digitales, muchas de ellas estadounidenses, y ha intensificado el debate sobre su contribución fiscal. La UE, incluida España, ha logrado un acuerdo histórico en el marco de la OCDE para que el impuesto de sociedades sea por los menos del 15% en todos los países firmantes. Pero bajo este marco hay que lograr dos objetivos a mayores: 1) que las multinacionales paguen impuestos en cada uno de los países en los que operan según sus beneficios; 2) que haya un impuesto de sociedades con una base imponible armonizada para evitar fugas a los paraísos fiscales. La Administración Biden se ha mostrada dispuesta a avanzar en esta agenda y la UE no puede dejar pasar esta oportunidad. El bienestar y la competitividad de las economías europeas dependen en gran parte de una mayor recaudación fiscal.

La táctica defensiva

A nivel defensivo, la UE tiene que identificar sus mayores debilidades. Eso significa que tiene que proteger su mercado único, y sus empresas, de competencia desleal que pueda venir de otros países, sobre todo de China, por la ayuda pública que puedan recibir sus empresas (la supervisión de inversiones de fuera de la UE cobra así una importancia capital) pero también identificar en qué productos y sectores hay una mayor dependencia del exterior. Cabe resaltar en este sentido, los estudios recientes de la Comisión Europea destacando las dependencias existentes en los ámbitos, tan importantes para la transición verde y digital que estamos viviendo, como son las tierras raras, las baterías eléctricas, los ingredientes farmacéuticos activos, el hidrogeno, los semiconductores, la nube y las tecnologías punta como la inteligencia artificial. Mucha de esa dependencia es con China, sobre todo en tierras raras y equipos electrónicos, pero también lo es con EEUU en nuevas tecnologías.

Foto: Líderes de la Unión Europea hablando con Xi Jinping por videoconferencia. (Reuters)

Para evitar esto, la UE (incluida España) tiene que intentar diversificar los orígenes de importación de estos bienes, y las cadenas de valor que integran, e incluso también valorar la posibilidad de producirlos en la propia Unión. Es decir, desarrollar una política industrial y tecnológica propia. Para ello se cuenta con un mercado único de gran tamaño y la segunda divisa más usada en el mundo. Para España esto implica, desde valorar la posibilidad de explotar los yacimientos de litio que puede haber en Extremadura, pasando por estar en la mayoría de importantes proyectos de interés común europeo (IPCEIs por sus siglas en inglés), como la nube europea o los consorcios para baterías y semiconductores, hasta usar de una manera eficiente los recursos del plan de recuperación europeo para estar en la vanguardia de la producción europea en los ámbitos verde y digital, pero también en el desarrollo del capital humano para lograr mayores avances en investigación, desarrollo, innovación y disrupción.

Los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (PERTEs) propuestos por el Gobierno en su plan son un primer paso en la buena dirección, pero para que sean efectivos es importante que se integren en los IPCEIs a nivel europeo, entre otras cosas porque así salvarían los límites a las ayudas de estado que tienen estos.

El triángulo estratégico entre EEUU, China y la Unión Europea va a marcar la geopolítica y la geoeconomía de los próximos años, y aunque a primera vista parezca contraintuitivo España puede, en parte, beneficiarse de la tensión geopolítica que hay entre EEUU y China, sobre todo si esta es contenida. Hay varios factores que podrían ser positivos o presentar oportunidades de negocio. No obstante, también es cierto que hay ciertos riesgos a tener en cuenta.

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