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Tienes una casa, puedes tener un barrio

Tu casa no es una isla. En los PAUS se vive bien, pero se puede vivir mejor. Los barrios no son archipiélagos formados por viviendas que no se tocan entre sí más que unidas por un mar que las conecta

Foto: Pau de Vallecas. Foto: Enrique Villarino.
Pau de Vallecas. Foto: Enrique Villarino.

En Las Tablas, mientras proliferaban centros de consultas externas de los hospitales privados de la zona, tuvieron que pasar dos pandemias antes de que se empezara a construir un centro de salud. En el barrio de la Luna, en Rivas, se empezó a construir un hospital privado antes de que comenzara a levantarse el centro de especialidades médicas del servicio público de salud. En Montecarmelo esperan con inquietud el inicio del próximo curso sin saber si el instituto estará terminado, aunque suponen que no. En PAU-4 de Móstoles, Ensanche de Vallecas o Valdebebas ven cómo legislatura tras legislatura, sus centros de salud y sus centros educativos siguen siendo una eterna promesa electoral.

Se trata de muchos desarrollos urbanísticos que tienen dos grandes cosas en común. Por un lado, son zonas con una densidad de población joven mucho mayor que otros núcleos urbanos, muchas de ellas escasas de zonas ajardinadas y espacios verdes, carentes de servicios públicos tales como centros de salud, centros educativos, escuelas infantiles, bibliotecas, centros de mayores o comisarías de policía municipal y falta de medios de transporte públicos. Por otro, son desarrollos resultado de una carrera entre dos áreas de la Administración donde uno de los "competidores" no tenía ganas de participar. Mientras que las áreas encargadas de tramitar la construcción corren a dar licencias y aprobar desarrollos urbanísticos (en la actualidad, se plantean la construcción de nuevas viviendas para más de 400.000 habitantes en la Comunidad de Madrid), las áreas de la Administración encargadas de dotar de servicios públicos esenciales se inhiben de su promoción.

Foto: Foto: Susana Vera. Opinión

Decenas de miles de habitantes pagan impuestos para no obtener nada más que un copago encubierto. Abandonados por las administraciones, se ven obligados a pagar en la privada por los servicios que debería ofrecerles el sector público ¿Los impuestos para la sanidad pública? Contrate usted un seguro y que le atiendan en el hospital privado de su barrio. ¿Los impuestos para la educación pública? Lleve al niño al concertado. ¿Los impuestos para una residencia de mayores? Contrate a alguien que lo cuide en casa, que por el barrio no va a haber nada. ¿La salida a la carretera para ir al barrio de al lado o el autobús para llegar al centro? Vaya teniendo el coche siempre preparado porque en este barrio le tocará moverse así.

Un modelo basado en decirle a la población que aún no hay demanda suficiente para construir un centro de salud o una escuela infantil pública mientras que los centros sanitarios y educativos privados florecen porque, al parecer, ellos sí creen que existe esa demanda. Una falsa promesa de libertad de elección, cuando en realidad no tienen nada que elegir salvo la empresa en la que pagar el extra.

La Comunidad de Madrid es un caso prácticamente único en este sentido. ¿Por qué lo hacen así?

Básicamente, por dos motivos. El primero es un fundamentalismo ideológico ajeno a la evidencia: lo privado, especialmente en lo que atañe a servicios esenciales y universales, no es más eficiente que lo público. El segundo es lograr un evidente sesgo intencionado de ingeniería social neoliberal, que no es más que una estafa al contribuyente, que pagando por unos servicios que no recibe se ve obligado a copagar otros medios, argumentando que son libres de elegir.

Necesitamos leyes que garanticen que los nuevos desarrollos cuentan con la debida planificación de servicios públicos

Lo público debe convivir haciéndose presente en los nuevos desarrollos urbanísticos y favorecer que estos tengan todo lo necesario para ser barrios. Pero esto no va a ocurrir por generación espontánea, necesitamos leyes que garanticen que los nuevos desarrollos cuentan con la debida planificación de servicios públicos para proceder a su construcción. Y, sobre todo, necesitamos la voluntad política que las impulse. Por decirlo de otro modo, si la ciudad crece, tiene que hacerlo de forma equilibrada.

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Los nuevos desarrollos urbanísticos están llenos de familias que tienen casas pero que necesitan algo más para poder disfrutar de una vida mejor en sus barrios. Que necesitan que no se les empuje a contratar un seguro sanitario privado, y poder disfrutar de un centro de salud a unas calles de su domicilio, que quieren que los descampados se conviertan en zonas verdes y ajardinadas con dotación recreativa, que esperan existan sitios para hacer deporte más allá de un gimnasio y que exigen que dejar a los niños en la escuela infantil no salga a 500 euros al mes.

La gente tiene casas, sí, pero no quiere islas. Quieren barrios donde vivir bien.

* Mónica García es la portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid y Rita Maestre, en el Ayuntamiento de la capital.

En Las Tablas, mientras proliferaban centros de consultas externas de los hospitales privados de la zona, tuvieron que pasar dos pandemias antes de que se empezara a construir un centro de salud. En el barrio de la Luna, en Rivas, se empezó a construir un hospital privado antes de que comenzara a levantarse el centro de especialidades médicas del servicio público de salud. En Montecarmelo esperan con inquietud el inicio del próximo curso sin saber si el instituto estará terminado, aunque suponen que no. En PAU-4 de Móstoles, Ensanche de Vallecas o Valdebebas ven cómo legislatura tras legislatura, sus centros de salud y sus centros educativos siguen siendo una eterna promesa electoral.

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