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Los 100 primeros días del Gobierno Sánchez consolidan a Feijóo
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Francisco Jerez

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Los 100 primeros días del Gobierno Sánchez consolidan a Feijóo

Estos meses también se pueden observar como un test de fuerza sobre la eficacia del gobierno frente al alambicado juego de mayorías del Congreso y la oposición frontal del Senado

Foto: Sánchez visita una planta de Mercedes en Vitoria. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
Sánchez visita una planta de Mercedes en Vitoria. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)

Los primeros 100 días del segundo mandato de Pedro Sánchez, cumplidos el pasado 29 de febrero, han sido cruciales para evaluar la dirección política del país. También se pueden observar como un test de fuerza sobre la eficacia del gobierno frente al alambicado juego de mayorías del Congreso y la oposición frontal del Senado. Incertidumbre e inestabilidad como termómetro de un mandato que pende siempre de un hilo en clave catalana.

Si este primer trimestre ha marcado las grandes prioridades de la legislatura —ley de amnistía mediante— y la dinámica legislativa del futuro, también lo ha hecho en sentido inverso como examen de resistencia y fortaleza de la labor de oposición del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.

El gallego vive un buen momento de dulces vaticinios. Los populares crecen y lo hacen porque Feijóo capitaliza el desgaste —en la calle y en las instituciones— que está generando al gobierno la Ley de Amnistía, protagonista absoluta junto al caso Koldo de estos primeros cien días.

Una de las razones del importante crecimiento del PP es que hay un 20% de los votantes de Vox del 23-J, unos 700.000, que votarían ahora a Feijóo si se volviera a las urnas en este momento. La cuestión catalana, que catapultó a Vox en el 2018, es ahora un bumerán que empuja al PP hacia una fuerte mayoría. De ahí que el papel que desempeñe ahora el Senado, controlado íntegramente por los populares, para alargar la tramitación de esta norma y extender el debate social sobre la misma es estratégico para seguir exprimiendo estos números y sacando rédito a las fugas de Vox.

Foto: El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Fernando Sánchez) Opinión

Feijóo se quedó en junio por debajo de sus expectativas y de los pronósticos de las encuestas. La amarga victoria, con un 33% de los votos, podría dar paso ahora a un escenario mucho más alentador y mucho más cerca de poder conformar una mayoría parlamentaria. En este primer trimestre de oposición, Feijóo habría avanzado varias casillas, hasta el 37% o 38% de los votos, que le llevarían a estar por encima de los 150 escaños o, incluso, de los 160. La suma con Vox superaría con creces los 176 escaños.

Las transferencias entre partidos vuelven a ser relevantes

Aunque parecía que todos los votantes del PSOE descontentos con Pedro Sánchez ya se habían ido de cara al 23-J, esa cifra está volviendo a crecer, aunque aún no se sitúa a los niveles de hace un año. Así lo evidencia el último barómetro del CIS analizado por Estrategos. En estos momentos, el PSOE estaría enviando al PP a unos 250.000 votantes, mientras que sólo recibiría en sentido inverso a unos 50.000 votantes populares.

La estrategia articulada por Núñez Feijóo de propiciar un choque de trenes desde las Comunidades Autónomas gobernadas por el PP y, también desde el Senado, está haciendo mella en las encuestas. A estas 250.000 fugas, el PSOE suma otra sangría en forma de desmovilización y abstención. En concreto, Sánchez estaría perdiendo hasta 400.000 votantes, que se quedarían en casa de volver a acudir a las urnas. El PSOE se ha visto atrapado en torno a la Ley de Amnistía, que pretendían tramitar con rapidez en el Congreso, y, en las últimas semanas, con la cascada de informaciones del caso Koldo, que les ha perjudicado notablemente. Así pues, en estos primeros cien días, los socialistas no han hecho más que retroceder hasta volver a caer por debajo del 30% de los votos.

Vox aguanta razonablemente

La ‘desintegración’ de Vox, o que este partido pueda seguir los pasos de Ciudadanos, no es una opción que se pueda plantear ni acariciar en los cuarteles generales de Génova 13. Aunque Santiago Abascal pierde a uno de cada cuatro votantes en favor del PP, esta es su única fuga. Vox resiste y retiene al resto de su electorado, casi un 70%.

Pese a no obtener ninguna victoria significativa desde el 23-J, Vox consigue aguantar por encima del 10% de los votos, una barrera que es esencial para su supervivencia. Mientras no bajen del 10% en intención de voto y retengan la tercera posición, podrán sobrevivir y seguir siendo un actor político de gran relevancia. Además, el crecimiento del PP no está siendo exclusivamente a costa de su electorado, por lo que solo han perdido un punto desde las últimas elecciones.

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (Europa Press/Gabriel Luengas)

Y en el otro lado del hemiciclo, la ruptura entre Sumar y Podemos ha generado una fractura significativa dentro de su electorado, lo que tiene implicaciones cruciales en el sistema electoral que tiende a perjudicar a los partidos más pequeños. Este quiebre se refleja en que solo el 55% de los votantes de Yolanda Díaz optaría por volver a elegirla, mientras que un 15% migraría hacia el PSOE, un 12% hacia Podemos y el resto hacia otros partidos políticos o la abstención. Esta división debilita notablemente el potencial de la izquierda para competir contra Vox y arrebatarle la tercera posición. Con Sumar y Podemos separados, Sumar caería por debajo del 10% de los votos y Podemos podría asegurarse solo 1 o 2 escaños, lo que prácticamente anula las opciones de la izquierda para revalidar el Gobierno de coalición.

En consecuencia, la separación entre Sumar y Podemos se posiciona como el punto débil de la izquierda, ya que socava la unidad necesaria para enfrentar a la derecha. Ante la pérdida de apoyo electoral y la reducción de escaños potenciales, la izquierda se enfrenta a un panorama desafiante, con escasas perspectivas de mantener el Gobierno. Esta división no solo debilita la posición política de la izquierda, sino que también refleja las tensiones internas y la falta de cohesión ideológica, lo que podría tener repercusiones significativas en el futuro político del país.

Foto:  El presidente del PP en Cataluña, Alejandro Fernández. (EFE/Julio Muñoz)

La legislatura, de momento, no está en juego. Durará, como mínimo, hasta el mes de mayo, debido a la imposibilidad de disolver las Cortes Generales hasta un año después de la última disolución, el pasado 29 de mayo.

A partir de esa fecha, nadie puede augurar a ciencia cierta cuánto se prolongará este segundo mandato de Sánchez o si podrá completar la legislatura, tal y como pretende. Sánchez está acostumbrado a navegar en la incertidumbre, pero los retos no son pocos. Y a estos se suman el ciclo electoral que se abre en el País Vasco, Cataluña y en el Parlamento europeo o la imposibilidad de poder aprobar un nuevo techo de gasto en el Senado que le permita sacar adelante unos Presupuestos. Todo pende de un hilo, en clave catalana, pero ese hilo puede ser más fuerte de lo que parece. Veremos…

*Francisco Jerez es el CEO de Asuntos Públicos Estrategos.

Los primeros 100 días del segundo mandato de Pedro Sánchez, cumplidos el pasado 29 de febrero, han sido cruciales para evaluar la dirección política del país. También se pueden observar como un test de fuerza sobre la eficacia del gobierno frente al alambicado juego de mayorías del Congreso y la oposición frontal del Senado. Incertidumbre e inestabilidad como termómetro de un mandato que pende siempre de un hilo en clave catalana.

Alberto Núñez Feijóo
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