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La soledad viajera de Felipe VI en las repúblicas bálticas no tiene precedentes
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Ignacio Cembrero

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La soledad viajera de Felipe VI en las repúblicas bálticas no tiene precedentes

Los secretarios de Estado van viajando, junto con el Rey, en lugar de los ministros. El artículo 64 de la Constitución estipula, sin embargo, que "los actos del Rey serán refrendados por el presidente del Gobierno y, en su defecto, por los ministros"

Foto: El rey Felipe VI, el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda (c), y el teniente coronel Pablo Estrada (d), a su llegada a la Base Aérea Siauliau (Lituania). (EFE/Mariscal)
El rey Felipe VI, el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda (c), y el teniente coronel Pablo Estrada (d), a su llegada a la Base Aérea Siauliau (Lituania). (EFE/Mariscal)
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El rey Felipe VI ha vuelto a viajar solo, es decir, sin que ningún ministro le acompañe. El de las tres repúblicas bálticas, que empezó el domingo, es su viaje más largo y más político en solitario.

En la tradición diplomática española es insólito escuchar al monarca anunciar, como sucedió en Tallin (Estonia), el envío por España de una batería de misiles antiaéreos NASAMS o verle conversar con el presidente Alar Karis sin que a su vera se siente ningún miembro del Gobierno.

Los dos ministros que le podían haber acompañado, el de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y la de Defensa, Margarita Robles, estaban ocupados. El primero asistió, el lunes, a un Consejo de Ministros de la UE en Luxemburgo. La segunda tenía previsto visitar ese mismo día la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid).

¿No podía haber aplazado este desplazamiento unos días? Después de todo, la visita real a los países bálticos es, en buena medida, a los 850 militares españoles allí desplegados en apoyo a esos países ante la amenaza de Rusia. A ese contingente hay que añadir, en estas fechas, otros 1.500 embarcados a bordo del portaaviones Juan Carlos I y de la fragata Blas de Lezo.

El acompañante de más nivel que iba a viajar con Felipe VI era el jefe de Estado Mayor de la Defensa, el almirante Teodoro López Calderón, con rango de secretario de Estado, pero, según El País, estaba indispuesto y no pudo hacerlo. Por eso se improvisó que la ministra Robles se junte con el Rey en Letonia el martes, solo durante las últimas horas de su estancia.

El artículo 64 de la Constitución estipula que “los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su defecto, por los Ministros competentes”. No menciona a los secretarios de Estado. Los actos del monarca no consisten solo en firmar leyes y reales decretos. Los actos son también los viajes con relevancia política.

Foto: Felipe VI habla con el presidente de la RFEF, Pedro Rocha. (EFE/Alberto Estévez)

La soledad viajera del Rey no es del todo nueva. Empezó hace unos años en eventos culturales y deportivos como la asistencia al primer partido de la Selección española en el Mundial de Qatar, en noviembre de 2022, o, justo antes, en una cena aniversario en la Cámara de Comercio de España en Londres. Solo fue acompañado por secretarios de Estado, pero es verdad que aquellos fueron viajes sin ninguna trascendencia política.

Sí la tuvo, en cambio, la asistencia, por Felipe VI, a las tomas de posesión de los presidentes de Argentina, Javier Milei, en diciembre pasado, y de El Salvador, Nayib Bukele, este mes. Ahí de nuevo, en el séquito solo figuraban secretarios de Estado para Iberoamérica, primero Juan Fernández Trigo, y después Susana Sumelzo.

Una toma de posesión es una ceremonia formal, protocolaria, pero que da pie a celebrar un montón de entrevistas informales entre los dignatarios asistentes. El Gobierno no explicó por qué rebajó el acompañamiento a nivel de secretario de Estado. Quizás haya que buscar la respuesta en la animadversión ideológica hacia dos jefes de Estado de ultraderecha. El presidente Pedro Sánchez ya la manifestó al no felicitar a Milei cuando ganó las elecciones. A la toma de posesión del brasileño Lula da Silva, justo antes que la de Milei, Sánchez sí envió a su vicepresidenta, Yolanda Díaz, para que acompañara a Felipe VI.

Foto: El presidente argentino, Javier Milei, a su llegada a Madrid. (EFE/J.P. Gandul)

La soledad real en las repúblicas bálticas, una visita eminentemente política, no tiene precedentes y es incomprensible. Un par de diarios recogían, el domingo, comentarios de fuentes diplomáticas españolas en los que se reprocha a la Casa Real no coordinarse adecuadamente con Asuntos Exteriores, como si no pudiera ser otro ministro el que hiciera ese recorrido junto a Felipe VI. Ministros “de jornada”, como se les llama a los acompañantes en la jerga protocolaria, los ha habido con las carteras más variopintas. La rebaja del nivel del acompañamiento real merece una mejor explicación política.

Este desencuentro con relación al periplo báltico se añade a algunos otros también recientes. Periódicos españoles, y también alguno que otro extranjero, sostuvieron la semana pasada que el Rey había hecho un feo a Javier Milei al rechazar recibirle en el palacio de la Zarzuela. Ese enfoque de la información partió de la Moncloa quizás para trasladar la impresión de que el monarca estaba alineado con el presidente Sánchez.

No fue Felipe VI quien tomó la decisión, sino el ministerio que encabeza José Manuel Albares. Recibió, el 6 de mayo, una nota verbal del embajador de Argentina, Roberto Bosch, anunciando la visita privada de Milei a Madrid en junio y solicitando, de paso, una audiencia real. Asuntos Exteriores no contestó a la petición, lo que equivale a rechazarla. Aunque don Juan Carlos se la saltó alguna vez, la tradición diplomática española requiere, para los dignatarios extranjeros, pasar primero por la Moncloa antes de acudir a la Zarzuela.

Los que se quedaron también con ganas de ir a la Zarzuela fueron algunos de los cuatro ministros de Exteriores de países islámicos que, el 29 de mayo, se desplazaron a Madrid para, entre otras cosas, agradecer al Gobierno su “valentía” por haber reconocido al Estado de Palestina. Dos de ellos, el saudí y el jordano, son ministros de sendas monarquías y, según una fuente diplomática árabe, esperaban que su estancia incluyese una audiencia real. El Gobierno decidió que no cabía en la agenda.

El rey Felipe VI ha vuelto a viajar solo, es decir, sin que ningún ministro le acompañe. El de las tres repúblicas bálticas, que empezó el domingo, es su viaje más largo y más político en solitario.

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