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Tribuna
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Cómo romper con la herencia de la pobreza
Para poder entender el problema de la herencia de la pobreza y saber cómo romper con ella, es necesario incorporar un conocimiento hasta ahora siempre dejado de lado: el saber vivencial de las personas en situación de pobreza
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La riqueza se hereda. Se heredan casas, cosas, coches, dinero. La pobreza también se hereda. Trae consigo un patrimonio de miedo, dolor, culpa y vergüenza para los herederos. Pero no se atan comúnmente estos cabos de la misma cuerda. La sociedad considera que la extrema pobreza, como la riqueza, se vive porque se merece, y que afecta a una ínfima parte de la población.
Los datos se oponen a esta percepción. En nuestro país, en los últimos años se han señalado los elevados niveles de pobreza infantil existentes, situados entre los más altos de los países europeos. Según la Encuesta de Condiciones de Vida 2019 del INE, existe un 27,4% de pobreza infantil moderada y un 13,1% de pobreza infantil alta, junto con un 20% de pobreza infantil persistente.
Desde ATD Cuarto Mundo, movimiento para la erradicación de la miseria presente en una treintena de países, comenzamos en 2021 el trabajo de investigación 'Romper con la herencia de la extrema pobreza', buscando identificar las dinámicas que promueven que tanto las privaciones como las exclusiones pasen de generación en generación. El punto de partida fue que para poder entender en profundidad el problema de la herencia de la pobreza y saber cómo romper con ella, es necesario incorporar un conocimiento hasta ahora siempre dejado de lado: el saber vivencial de las personas en situación de pobreza. Para ello, durante tres años, tres grupos de investigación han trabajado conjuntamente siguiendo la metodología del Cruce de Saberes, aportando cada uno su conocimiento específico: un grupo de personas con experiencia de pobreza, un grupo de activistas sociales y un grupo de personas del mundo académico.
De esta manera, 25 personas nos hemos reunido a lo largo de todo este proceso en diversos seminarios de fin de semana. Durante estos tiempos dejábamos nuestras vidas, nuestras familias y entrábamos en una dinámica densa, catártica, conmovedora, sinceramente colectiva y horizontal como jamás pensé que fuera posible, y como creo que es la única manera de generar el tipo de conocimiento que necesitamos para romper con la herencia de la pobreza. Esta manera de trabajar ha generado redes de confianza inéditas entre los grupos, sin las que no hubiera sido posible llegar a ninguna conclusión. Porque concluir es acordar y, en un esfuerzo colectivo ímprobo, hemos logrado publicar unos resultados comunes entre grupos muy diferentes.
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Los resultados de este trabajo señalan tres niveles que juegan un papel determinante en relación con la herencia de la extrema pobreza:
- La mochila heredada. Para poder romper con la extrema pobreza es fundamental partir del reconocimiento de aquellas experiencias que se transmiten de generación en generación marcando de manera clara la vida de quienes las reciben y limitando las posibilidades reales de cambio. Estas vivencias generan culpabilidad, el desarrollo de un autoconcepto negativo y el aislamiento en redes de apoyo que no consiguen ir más allá de la supervivencia.
- Engranajes de reproducción y cambio. Hay dinámicas en las que es fundamental profundizar para poder entender mejor las responsabilidades que cada cual tenemos frente a la extrema pobreza, abordando las preguntas y retos que nos plantean desde la posición social que ocupamos. Algunas de estas dinámicas deben ser trabajadas principalmente por quienes viven en pobreza: el uso de la dignidad como escudo; la fuga como mecanismo de afrontamiento; la resistencia cotidiana que no consigue ir más allá de la supervivencia. Otras deben ser abordadas por el resto de la sociedad: los prejuicios y el efecto que estos tienen; la importancia de entender mejor qué es la pobreza y las dimensiones ocultas de ésta; la comunicación sobre las realidades de pobreza y la transformación de espacios en los que se participa. Por último, hay algunas dinámicas sobre las que hay que actuar conjuntamente: la retroalimentación de lo negativo; el espejismo del esfuerzo que invisibiliza los privilegios; la implicación de todas las familias, no solo de las que viven en pobreza, y de toda la familia, sin dejar a nadie atrás.
- Claves para romper. Una vez reconocida la mochila heredada y trabajados los elementos en los que hay que profundizar, podremos sumar fuerzas, establecer luchas compartidas y alianzas que permitan avanzar en torno a las claves que nos permitirán generar un nuevo escenario de justicia y equidad que no deje a nadie fuera: la participación, la acogida y reconocimiento y la garantía de oportunidad básicas más allá de lo material.
El pasado mes de mayo presentamos estas conclusiones al Relator Especial de Naciones Unidas sobre extrema pobreza y derechos humanos, Olivier De Schutter. Según nos comentó él mismo, nuestra lenta, profunda y colaborativa coinvestigación era valiosa, llegaba directa a responder algunas preguntas que él también se estaba haciendo, y además señalaba una responsabilidad social compartida.
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Las palabras y conocimientos que surgen desde la experiencia de pobreza, como si de un Chernóbil relatado por Svetlana Aleksiévich en las voces de los protagonistas se tratara, sus reflexiones, sus esperanzas o la falta de ellas, son la base del conocimiento que necesitamos activistas y profesionales del mundo académico, que necesita la sociedad para entender las claves de la herencia de la pobreza y romperla definitivamente.
“Aunque no puedas, sigues luchando por tus hijos, por tus nietos, porque lleven una vida mejor y no lleven la vida que hemos llevado nosotros: siempre marginados, arrastrados, viviendo por debajo de los puentes... Ahí estamos, luchando todavía”.
*Carmen Nieves, presidenta de ATD Cuarto Mundo.
La riqueza se hereda. Se heredan casas, cosas, coches, dinero. La pobreza también se hereda. Trae consigo un patrimonio de miedo, dolor, culpa y vergüenza para los herederos. Pero no se atan comúnmente estos cabos de la misma cuerda. La sociedad considera que la extrema pobreza, como la riqueza, se vive porque se merece, y que afecta a una ínfima parte de la población.