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A falta de mayoría parlamentaria, propaganda
El Ejecutivo tiene que demostrar que sigue con vida. O, como dicen algunos de sus miembros, que "hay proyecto". Puede que lo haya. Pero, dado que una buena parte de él no podrá salir adelante, el "proyecto" tendrá que ser sustituido por el "relato"
A principios de mes, Pedro Sánchez afirmó que la vivienda es el mayor problema al que se enfrentan los jóvenes y muchas familias. La culpa, dijo, es de las políticas neoliberales de las décadas pasadas. El PSOE ha gobernado trece de los últimos veinte años, pero Sánchez ha decidido anunciar justamente ahora que construirá 43.000 viviendas para alquiler social y a precio asequible.
El viernes pasado, Sánchez participó también en el estreno de un nuevo anuncio del Ministerio de Transportes. Permítanme que cite la inmejorable entradilla con la que lo explicó el diario El País: "El presidente presenta una campaña que intenta mostrar que moverse en transporte público es mejor que hacerlo en Lamborghini". La mala suerte hizo que el acto coincidiera con una serie de averías y retrasos en algunas líneas de trenes larga distancia. Sánchez anunció 40 millones de euros para bicicletas públicas.
Mientras tanto, María Jesús Montero no para de prometer que el concierto económico de Cataluña supondrá más recursos para todas las Comunidades Autónomas. Los ministros del Gobierno de Sumar insisten en su intención de incluir en los presupuestos de 2025 una ayuda a las familias de 2400 euros anuales por hijo. Y ayer mismo la vicepresidenta Yolanda Díaz reiteró que pretende reducir la jornada laboral por ley.
Todo, sin el legislativo
Todos los Gobiernos hacen propaganda. Pero, ahora, esta coincide con una triste realidad: según reconoció el propio presidente, deberá gobernar sin el apoyo del poder legislativo. El Ejecutivo alardea de que aún dispone de dinero que gestionar sin necesidad de pasar por el Congreso. Es parcialmente cierto. Pero varias de las medidas que con tanto entusiasmo ha anunciado en las últimas semanas no se implementarán.
Probablemente, el Gobierno no logre la aprobación de los presupuestos del Estado. También es probable que la nueva financiación autonómica carezca de los apoyos necesarios, y que la insistencia de ERC en que pactó con Sánchez un plan B para activar el concierto sin necesidad de pasar por el Congreso sea una fanfarronada. Muchas de esas medidas dependen de acuerdos con regiones y municipios, y en el caso de la reducción de la jornada, Díaz prevé que sea completa en 2027. Todo es asombrosamente vago.
Además, incluso cuando el Gobierno ha contado con una mayoría parlamentaria que apoyó medidas estrella como el Ingreso Mínimo Vital o el Bono Social eléctrico, estas han salido bastante mal: como ha contado Marcos Lema en este periódico, en el primer caso, solo llega a un tercio de los destinatarios; en el segundo, solo lo recibe una cuarta parte de sus potenciales receptores, y además la obtiene sobre todo gente que no lo necesita. Sin el apoyo del Congreso, la impotencia será aún mayor.
Ahí viene la propaganda
Eso se traducirá en un extraordinario aumento de la propaganda gubernamental, de la que solo estamos viendo el principio. Hace siete años, antes de que su moción de censura triunfara, Sánchez denunció tanto la inactividad legislativa del Gobierno en minoría de Mariano Rajoy, y reiteró con tanta insistencia que si un Gobierno no puede aprobar unos presupuestos debe convocar elecciones, que ahora su Ejecutivo tiene que demostrar que sigue vivo. O, como dicen algunos de sus miembros, que "hay proyecto". Puede que lo haya. Pero dado que una buena parte de él no podrá salir adelante, el "proyecto" será sustituido por el "relato".
De nuevo, es algo que el Gobierno ha hecho con frecuencia, incluso cuando disponía de una mayoría relativamente estable. Recordemos el énfasis con que el presidente anunció medidas de regeneración democrática de las que no hemos vuelto a saber nada. Hagamos memoria sobre su enfática denuncia de la "epidemia" de consumo de pornografía por parte de los menores, que se tradujo en una aplicación, el célebre "pajaporte", que probablemente nunca entre en vigor o, si lo hace, no funcione. A la vuelta del verano también íbamos a disponer de una inteligencia artificial nacional, y además en las cuatro lenguas oficiales. No hay noticia de ella.
En las próximas semanas no solo asistiremos a una intensificación de estas promesas vagas o incumplibles. El Gobierno explotará también todos los puntos ideológicamente divisorios entre la izquierda y la derecha que le sirvan para generar polémicas y choques parlamentarios; eso, espera, mantendrá movilizados a sus partidarios y, con suerte, ayudará a reconstruir su fallecida mayoría parlamentaria. Anteayer, la ministra Diana Morant ya acusó a Feijóo de ser un trumpista y le pidió que aclarara si cree que los inmigrantes que llegan a España se comen a los perros y los gatos de los vecinos. Me apuesto algo a que Sánchez no tardará en sacar a pasear de nuevo el cadáver de Franco.
Hasta ahora, el Gobierno nos ha presentado decenas de proyectos inconcretos y ha convertido la polarización en una estrategia de supervivencia. Pero debemos prepararnos para lo que llegará este curso. Ante la falta de una mayoría parlamentaria, dedicará toda su energía a reforzar el relato de que "hay proyecto". No será más que propaganda. A su lado, las rimas de la canción de la campaña del Ministerio de Transportes, según las cuales "si te vas a mover, que sea con clase / si lo haces en Lambo [rghini] quizá te retrases", parecerán una elegante canción melódica.
A principios de mes, Pedro Sánchez afirmó que la vivienda es el mayor problema al que se enfrentan los jóvenes y muchas familias. La culpa, dijo, es de las políticas neoliberales de las décadas pasadas. El PSOE ha gobernado trece de los últimos veinte años, pero Sánchez ha decidido anunciar justamente ahora que construirá 43.000 viviendas para alquiler social y a precio asequible.
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