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Lunes de pasión en Grecia
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Lunes de pasión en Grecia

Grecia tiene motivos para quejarse de Europa. Pero son los ciudadanos griegos quienes tienen la razón y las razones para protestar, no su gobierno. Son ellos los que sufren una doble agresión

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Cuando escribo esto faltan pocas horas para que se abran las urnas en Grecia y todo es incertidumbre. Todavía no se conoce el resultado de la votación, pero el lunes ya se sabrá y todo seguirá siendo tan incierto como hoy o más. De hecho, todo será peor. Nadie tiene una hoja de ruta para el 'sí', ni para el 'no' ni para el empate, que en este momento parece el resultado más probable. Las heridas se habrán hecho más profundas, el abismo de desconfianza que separa a ambas partes se habrá ensanchado, los griegos estarán más divididos entre sí, el país estará en bancarrota después de una semana de corralito y Europa se sentirá más débil que nunca. Enhorabuena, señor Tsipras. Con una sola decisión le ha suministrado usted a sus ciudadanos la suma de todos los males sin mezcla de bien alguno.

En un referéndum como este se decide el destino de varias generaciones. Cada persona que vote no estará sólo determinando lo que va a ser de él y de sus coetáneos, sino en qué condiciones van a vivir sus hijos y sus nietos. Si Grecia termina saliendo del euro pasarán décadas hasta que el país se recupere de la hecatombe económica que eso va a provocar: los griegos de 2050 seguirán pagando la factura de lo que sus abuelos hicieron en aquel domingo de 2015.

Pero no es sólo la economía. Si Grecia sale del euro, es cuestión de poco tiempo que salga también de la Unión Europea. Y eso tiene consecuencias geoestratégicas de las que apenas se está hablando. Grecia ocupa un lugar clave en el Mediterráneo. Hoy forma parte de la Europa occidental, pero en su día podría haber caído del otro lado del telón de acero y muchas cosas habrían sido distintas. Justo donde Grecia termina empieza el Oriente Medio, que es la zona más conflictiva del mundo; y no muy lejos está la zona de influencia de la antigua URSS, hoy sometida de nuevo a la presión imperialista de la antigua metrópoli soviética.

Si Grecia sale del euro, también saldrá de la Unión Europea. Y eso tendrá consecuencias geoestratégicas de las que apenas se está hablando

Una Grecia arruinada, expulsada del euro y fuera de la Unión Europea estaría obligada a buscar ayudas y alianzas. Tardaríamos muy poco en ver al gobierno griego, este o cualquiera que le suceda, llamando a la puerta de Putin y entregándose a él a cambio de un poco de oxígeno para que el país respire. Un regalo fabuloso para el nuevo Bonaparte ruso al que quizá no le disgustaría demasiado repartirse una parte del botín con los chinos, siempre dispuestos a hacerse presentes e influyentes en cualquier rincón del planeta. No me extraña que el gobierno norteamericano esté preocupado.

Y no quiero pasarme de pesimista, pero temo que el proceso resultante de este disparate ponga en peligro la propia democracia en Grecia.

Del referéndum no va a salir un resultado concluyente sobre la voluntad popular: todo parece indicar que el resultado será muy ajustado.

Si gana el 'no' por poco, seguirá el corralito. Abrir los bancos el lunes después de ese resultado sería una locura que espero que ni siquiera Tsipras se atreva a cometer. Se abrirá una espiral de desesperación social, millones de personas privadas de los recursos mínimos para subsistir, cientos de miles de empresas en suspensión de pagos, servicios públicos colapsados… en las calles de Atenas resonará el grito que ya se escuchó en Buenos Aires en 2001: ¡Que se vayan todos! Un escenario dantesco que sólo tiene dos salidas políticas: o un gobierno de unidad nacional con todos los partidos parlamentarios o la aparición de un “salvador” que acabe con la democracia.

Si ganara el 'no' este domingo, en las calles de Atenas resonará el grito que ya se escuchó en Buenos Aires en 2001: '¡Que se vayan todos!

Si gana el 'sí'por los pelos el escenario será un poco menos malo, pero muy poco. Para empezar, tendremos un gobierno desautorizado y, por tanto, incapacitado para seguir negociando. Tsipras ya ha anunciado que en ese caso dimitirá y convocará elecciones. Pero puede ocurrir que en esas elecciones -si es que llegan a celebrarse- vuelva a ganar Syriza. O que aumente aún más la fragmentación y resulte un parlamento ingobernable Y por el camino el país seguirá desangrándose. Y a continuación, ¿qué?

Los griegos tienen que decidir todo eso en un 'sí' o un 'no' sobre un problema financiero endiabladamente complejo, en un referéndum convocado con siete días de antelación y con una pregunta oscura e indescifrable. No hay derecho a hacerle eso a la gente.

Grecia tiene muchos motivos para quejarse de Europa. Pero son los ciudadanos griegos quienes tienen la razón y las razones para protestar, no su gobierno. Son los ciudadanos los que están sufriendo una doble agresión: la provocada por la inmensa ceguera de las potencias europeas lideradas por Merkel y la autoinfligida por la inmensa incompetencia e irresponsabilidad de un gobierno populista aliado con la extrema derecha. Me gustaría conocer qué papel han jugado los cavernícolas socios de gobierno de Tsipras en la decisión de romper la baraja cuando por momentos parecía que la negociación avanzaba por buen camino.

Hay una oleada de solidaridad con Grecia. Yo me sumo a ella de todo corazón siempre que la solidaridad sea con el pueblo griego y no con los nefastos gobernantes, los anteriores y los actuales, que le han llevado a esta situación y que ahora se esconden tras el voto del pueblo para eludir su responsabilidad.

“Patria o buitres”, les dice el kirchnerismo a los argentinos. “Patria o buitres” es lo mismo que les dice Tsipras a los griegos. Basura populista. Ambos mienten. Todos los populismos mienten y todos usan la misma trampa: el pueblo tiene razón, yo hablo en nombre del pueblo, luego yo tengo razón y quien se oponga a mí es un enemigo del pueblo.

No hay una conspiración europea contra Grecia. Sería una conspiración estúpida, puesto que Europa está sufriendo graves perjuicios económicos a causa de la crisis griega y si ésta se va por el precipicio Europa pagará un altísimo precio por ello.

Simplemente, Europa equivocó la política económica frente a la crisis. La austeridad a ultranza fue un error dramático. Ello ha llevado a toda la economía europea primero a una recesión de varios años y después al estancamiento. Dentro de Europa, lo sufrieron sobre todo los países del sur, entre ellos España. Y dentro de ellos lo ha sufrido sobre todo Grecia, que es el eslabón más débil de la cadena.

Grecia ha sido tratada con miope crueldad por la Unión Europea, es cierto. Pero escuchando y leyendo algunas de las cosas que hoy se dicen pareciera que el Gobierno de Syriza fuera el único gobierno democrático de Europa, el único que tiene que responder a los ciudadanos, y que todos los demás fueran egoístas poderes oscuros carentes de toda legitimidad.

Rajoy tiene tanta legitimidad como Tsipras, la misma obligación de defender los intereses de su país y de responder ante sus ciudadanos

No, mire usted. Todos los que se sientan en el Consejo Europeo y en el Eurogrupo han sido elegidos por el sufragio universal de sus ciudadanos. Nos guste o no su política –a mí no me gusta nada–, Rajoy tiene tanta legitimidad como Tsipras, la misma obligación de defender los intereses de su país y de responder ante sus ciudadanos.

Así que, por favor, no planteemos esto como una guerra de legitimidades. Una buena parte del dinero que se necesita para salvar a Grecia va a salir del bolsillo de los trabajadores alemanes. Siguiendo la lógica populista, ¿no debería Merkel convocar un referéndum en Alemania para ver si sus ciudadanos están dispuestos a pagar ese precio y a cambio de qué? ¿A dónde nos conduce esa dinámica infame?

Estamos pagando, los griegos más que ningún otro, todas las falencias acumuladas durante lustros en la construcción de la unidad europea y en el diseño del euro. El Estado de Florida pasó por una crisis financiera tan grave como la de Grecia: llegó la Reserva Federal, puso el dinero que hacía falta, estableció las condiciones para la recuperación y asunto resuelto. Eso es lo que Europa ha sido incapaz de construir.

Con una Europa federal, o al menos confederal, con la que muchos soñamos y que muchos ya no veremos, todo sería mucho más fácil y hoy el pueblo griego tendría algo de lo que está a punto de perder: esperanza.

Cuando escribo esto faltan pocas horas para que se abran las urnas en Grecia y todo es incertidumbre. Todavía no se conoce el resultado de la votación, pero el lunes ya se sabrá y todo seguirá siendo tan incierto como hoy o más. De hecho, todo será peor. Nadie tiene una hoja de ruta para el 'sí', ni para el 'no' ni para el empate, que en este momento parece el resultado más probable. Las heridas se habrán hecho más profundas, el abismo de desconfianza que separa a ambas partes se habrá ensanchado, los griegos estarán más divididos entre sí, el país estará en bancarrota después de una semana de corralito y Europa se sentirá más débil que nunca. Enhorabuena, señor Tsipras. Con una sola decisión le ha suministrado usted a sus ciudadanos la suma de todos los males sin mezcla de bien alguno.

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