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¿Qué pasaría si se votara en diciembre como se votó en mayo?
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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¿Qué pasaría si se votara en diciembre como se votó en mayo?

El juego que les propongo consiste en simular que los ciudadanos votarán el 20-D de una forma parecida a como lo han venido haciendo a lo largo del año

Foto: Votaciones para el Parlamento catalán el 27S. (EFE)
Votaciones para el Parlamento catalán el 27S. (EFE)

Bienvenidos a las duodécimas elecciones generales de la democracia. La campaña quedó abierta en cuanto terminaron de contarse los votos de Cataluña pero, por si alguien no se había enterado, Rajoy dio el campanazo de salida anunciando en Antena 3 que votaremos dos días antes del sorteo de Navidad.

La fecha elegida es realmente pintoresca, pero no den muchas vueltas buscando tras ella sofisticados razonamientos estratégicos. Tratándose de Rajoy, hay que preferir siempre en primer lugar la explicación que más se aproxime a la desidia burocrática que domina su ser. (Lo del 20 de diciembre se debe mayormente a un imperativo reglamentario: para votar el día 13 el Senado tendría que aprobar los Presupuestos al galope y sin poder tocar una sola coma).

Eso sí, el haber estirado la Legislatura al máximo nos mete en un calendario endiablado que interactúa peligrosamente con lo que al mismo tiempo estará ocurriendo en Cataluña. El nuevo Parlamento catalán echará a andar a la vez que en Madrid se clausura la legislatura; y tras las elecciones generales no será sencilla la tarea de armar una mayoría parlamentaria y formar gobierno. Viviremos largas semanas de inciertas negociaciones y es probable que estemos hasta el mes de marzo con el Parlamento español disuelto y un Gobierno en funciones mientras la mayoría independentista del Parlamento catalán avanza a toda velocidad tomando decisiones que creen hechos consumados. Una vez más, en su afán de ganar tiempo para sí, Rajoy lo ha malgastado para todos.

En estas 11 semanas -que se harán cortísimas para los actores y eternas para los espectadores- tienen que pasar demasiadas cosas para que la bola de cristal nos adivine hoy el desenlace final. Pero les propongo un juego para ir abriendo boca: como de algún punto hay que partir, tomemos como referencia lo que han votado los españoles a lo largo de este trepidante año electoral de 2015.

Ha habido elecciones autonómicas en 15 de las 17 CCAA y elecciones municipales en todas ellas, así que todos los españoles hemos tenido al menos una ocasión de votar en este año, y lo hemos hecho ya sobre el nuevo mapa político: con el PP reducido a poco más de la mitad de su fuerza electoral de 2011, con el PSOE repasando el catálogo de posturas para hallar la que lo mantenga como una alternativa creíble y deseable, con Podemos y Ciudadanos ocupando gran parte del escenario y desafiando a los dos grandes y con el nacionalismo catalán, antaño fuerza estabilizadora de la política española, desestabilizándolo todo (empezando por la propia sociedad catalana).

El juego que les propongo consiste en simular que los ciudadanos votarán el 20-D de una forma parecida a como lo han venido haciendo a lo largo del año. Para realizar esta simulación podemos dar los siguientes pasos:

  • Tomemos los resultados de las elecciones autonómicas en las 15 CCAA que han votado este año. Faltan Galicia y País Vasco: en el primer caso usaremos como referencia el resultado de las municipales y en el segundo el de las elecciones a las juntas generales en las tres provincias vascas.
  • Para que el escenario sea más real, depurémoslo distribuyendo según los precedentes conocidos el voto de aquellas candidaturas que concurren a las autonómicas pero no a las generales (por ejemplo, el PAR en Aragón o el PRC en Cantabria).
  • Apliquemos esos datos, provincia por provincia, a unas elecciones generales.

No es un pronóstico porque todos sabemos que el comportamiento del votante no es igual en unas elecciones territoriales que en unas generales, pero quizá sea una primera pista sobre la situación que podríamos encontrarnos al terminar el año; y sin querer exagerar la validez de este ejercicio, les recuerdo que el voto de las generales de noviembre de 2011 resultó ser sospechosamente parecido al de las autonómicas de mayo de ese mismo año.

Les propongo, además, que contemplemos dos hipótesis: en la primera, cada una de las fuerzas a la izquierda del PSOE va por su cuenta (es la situación actual); en la segunda, las actuales negociaciones tienen éxito y todas esas fuerzas (IU, Compromís, Equo, etc.) se agregan en una candidatura liderada por Podemos.

Veamos el Parlamento resultante de este ejercicio:

Insisto: tomen esto meramente como una aproximación preliminar antes de que caiga sobre nosotros el chaparrón de encuestas que nos aguarda. Esto no es necesariamente lo que va a ocurrir (es más, soy el primer convencido de que habrá variaciones sustanciales sobre este escenario); pero es lo que ocurriría si, tal como sucedió hace cuatro años, los ciudadanos reprodujeran en las generales la pauta de voto que han marcado en las autonómicas.

¿Qué pasaría si el Parlamento resultante del 20-D fuera aproximadamente similar al que sale de esta simulación? ¿Qué pasaría si la gente votara en diciembre como votó en mayo?

En primer lugar, que no habría ninguna mayoría de gobierno aritméticamente viable salvo una coalición entre el PP y el PSOE. El hundimiento del bipartidismo produciría el efecto paradójico de poner al país ante esta encrucijada: o Gobierno bipartidista o repetición de elecciones.

En segundo lugar, que la agrupación en una sola candidatura de las fuerzas a la izquierda del PSOE -bajo el paraguas más o menos explícito de Podemos- traería consigo un aumento espectacular de su resultado en escaños y un retroceso aún más dramático de los dos grandes partidos.

Además, si se repitiera la fórmula de Junts Pel Sí y obtuviera un resultado similar al que ha tenido en las elecciones del 27 de septiembre, su victoria en escaños sería aplastante. El efecto “desproporcional” que ya se ha visto en las autonómicas se multiplicaría en las generales, puesto que en Cataluña en lugar de repartirse 135 escaños se repartirían 47 y la fragmentación de todas las demás fuerzas frente a la concentración de Junts Pel Sí prácticamente las barrería del mapa.

Tómenlo como lo que es: un ejercicio especulativo que, eso sí, toma como base no lo que la gente contesta por teléfono a un encuestador, sino lo que la gente realmente ha contestado hace muy poco cuando la pregunta se la ha hecho una urna.

No encuentro la combinación de circunstancias para fundamentar que el parlamento que elijamos el 20 de diciembre dure hasta el otoño de 2019

Sí, se trata de elecciones de diferente naturaleza. Sí, la situación que vivimos es cualquier cosa menos estática. Sí, lo que se elige es un Gobierno para España, los candidatos son distintos y las circunstancias también. Pero… ¿es todo tan, tan diferente? Como diría Miguel Ángel Aguilar, veremos.

Sirva este ejercicio para introducir algo que no es exactamente un pronóstico sino un presagio: en realidad, no creo que sea posible a día de hoy anticipar con precisión el resultado de las generales. Pero uno analiza uno por uno los escenarios verosímiles y todos ellos tienen algo en común: nos encaminamos a una legislatura corta. No encuentro la combinación de circunstancias que permitan fundamentar la esperanza de que el Parlamento que elijamos el 20 de diciembre dure hasta el otoño de 2019. Trataré de explicarlo con calma en los próximos días.

Bienvenidos a las duodécimas elecciones generales de la democracia. La campaña quedó abierta en cuanto terminaron de contarse los votos de Cataluña pero, por si alguien no se había enterado, Rajoy dio el campanazo de salida anunciando en Antena 3 que votaremos dos días antes del sorteo de Navidad.

Parlamento de Cataluña Izquierda Unida Compromís