Una Cierta Mirada
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La alianza de Podemos-IU, un terremoto electoral en potencia
Un análisis de los datos del CIS, con todas sus limitaciones, permite apuntar la posibilidad de que el partido morado y la coalición de izquierdas den la sorpresa en el 26-J
Es difícil seguir pensando que todo continuará igual tras las elecciones del 26-J cuando se examinan con detalle los datos del barómetro de abril que ayer hizo público el CIS. Bajo una apariencia de estabilidad en los datos, se esconde un terremoto electoral en potencia, que puede dar lugar a dos escenarios bien distintos al que resultó de las elecciones de diciembre. Y el factor diferencial, lo que puede hacer que la balanza se incline de un lado o del otro, es el impacto de la alianza entre Izquierda Unida y Podemos, en avanzado estado de gestación y ya a punto de romper aguas.
Tomemos como referencia la estimación de resultados nacionales que ofrece el CIS y veamos los cambios en los porcentajes respecto al 20-D:
Además de correr un piadoso velo sobre el pequeño detalle de que los porcentajes del CIS no suman 100, nada extraordinario: por un lado, pequeños descensos de PP y PSOE acompañados de una subida de 1,7% de Ciudadanos que se corresponde con lo que bajan los dos grandes, lo que permitiría suponer que el partido de Rivera, en el momento de hacerse la encuesta, seguía absorbiendo lentamente votantes descontentos por ambos flancos.
Por otro, una pérdida de tres puntos de Podemos y sus confluencias, que es paralela a una subida de casi dos puntos de IU. En esta encuesta, el 10% de los que recuerdan haber votado a Podemos el 20-D declaran ahora intención de votar a IU: no es una cantidad pequeña, hablamos de medio millón de personas. Parece claro que la corriente de transferencias hacia IU ha sido un poderoso incentivo para que los dirigentes de Podemos hayan impulsado ahora la alianza que hace seis meses rechazaron.
De hecho, en esta estimación la suma de Podemos más IU situaría ya a esa coalición en el 23,1% del voto, un punto y medio por delante del PSOE.
Pero la bomba de relojería está en el impacto tremendo que la alianza Podemos-IU tendría sobre la distribución de los escaños -y, en consecuencia, sobre el mapa parlamentario y los escenarios de gobernabilidad-.
Supongamos una participación del 69%, que es la suma de quienes declaran intención de voto en la encuesta y la que la mayoría de expertos consideran razonable, dadas las circunstancias. Supongamos que el voto de cada partido se comporta territorialmente de una forma parecida a como lo hizo hace seis meses: fuerte donde ya estuvo fuerte y débil donde mostró debilidad.
Pues bien, siempre partiendo de la estimación del CIS, observen el resultado en escaños considerando tanto la hipótesis de que Podemos e IU concurran por separado como la mucho más probable de que compitan conjuntamente:
Primera conclusión: Si nos fijamos únicamente en los partidos de ámbito nacional, en el escenario A (no acuerdo entre Podemos e IU), el centro-derecha (PP+C’s) sumaría 170 escaños y la izquierda (PSOE+Podemos+IU) solo llegaría a 155. Estaríamos, pues, en un escenario altamente favorable para formar un Gobierno de centro-derecha.
Sin embargo, en el escenario B (acuerdo Podemos-IU), el centro-derecha quedaría limitado a 158 escaños y la izquierda alcanzaría los 168. Estaríamos en la situación inversa: un escenario muy propicio para un Gobierno de izquierdas.
En todo caso, el empate del 20-D (163 a un lado y 161 al otro) quedaría roto en uno o en otro sentido. Y el factor desequilibrante sería el pacto Iglesias-Garzón, puesto que ambos cálculos parten de los mismos porcentajes de votos. Es la Ley D’Hont en acción: con el 17,7% de Podemos por un lado y el 5,4% de UP-IU por otro, se obtienen 65 escaños. Con el 23,1% de ambos en el mismo paquete, se consiguen 83. 18 escaños es la diferencia entre ir juntos o separados.
El factor de la confluencia entre Izquierda Unida y Podemos aparece como decisivo en las próximas elecciones si se analizan los resultados del CIS
¿Quién perdería esos 18 escaños de más que se llevaría el frente de izquierdas? Serían cinco menos para el PP y para el PSOE, siete menos para Ciudadanos y uno menos para el PNV.
El panorama en la izquierda sería diabólico: Podemos/IU lograrían el 'sorpasso' en votos pero quedarían dos escaños por debajo del PSOE. Ello daría paso a una negociación de gobierno dramática, especialmente para los socialistas. Y Ciudadanos obtendría una rentabilidad muy escasa del crecimiento que le otorga la encuesta.
Para que se hagan una idea de la dimensión del seísmo: según este cálculo realizado provincia a provincia, el mero hecho de situarse en el Escenario A o en el B hace cambiar la distribución de escaños en 25 provincias. Y en cuanto a las posiciones relativas en la cuenta de votos, este sería el balance para los firmantes del pacto:
En 20 provincias, la candidatura conjunta Podemos-IU pasaría del cuarto puesto al tercero, casi siempre rebasando a Ciudadanos (la lucha por el tercer puesto es clave, porque hay numerosas circunscripciones en las que el tercero entra al reparto de escaños y el cuarto queda excluido). En 7 provincias, pasaría a la segunda posición, adelantando al PSOE; y en 4 provincias más el pacto les daría el liderazgo que no obtendrían concurriendo por separado.
Es cierto que el trabajo de campo de esta encuesta es añejo: concluyó el 10 de abril, hace una eternidad para el ritmo al que todo está ocurriendo. Nada sería más imprudente que tomarla como un pronóstico. Pero coincide básicamente con casi todo lo que estamos viendo, señala una tendencia y, sobre todo, permite saber dos cosas importantes: primero, que están dadas las condiciones para que se rompa en uno u otro sentido el empate del 20-D. Segundo, que, con todas las matizaciones que se quiera (eso de que una alianza nunca suma el 100% de los votos de los socios y demás obviedades), el impacto del más que probable acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida puede alterar de forma decisiva el resultado político de las elecciones y abrir una situación nueva y muy distinta a la del 20-D, aunque no por ello menos compleja y difícil de manejar.
Es difícil seguir pensando que todo continuará igual tras las elecciones del 26-J cuando se examinan con detalle los datos del barómetro de abril que ayer hizo público el CIS. Bajo una apariencia de estabilidad en los datos, se esconde un terremoto electoral en potencia, que puede dar lugar a dos escenarios bien distintos al que resultó de las elecciones de diciembre. Y el factor diferencial, lo que puede hacer que la balanza se incline de un lado o del otro, es el impacto de la alianza entre Izquierda Unida y Podemos, en avanzado estado de gestación y ya a punto de romper aguas.