Es noticia
Atención a la maniobra de Sánchez, jugando con fuego
  1. España
  2. Una Cierta Mirada
Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

Por

Atención a la maniobra de Sánchez, jugando con fuego

Hace como que trabaja por un Gobierno transversal con Ciudadanos y Podemos, pero esa es la liebre falsa. El pase irá en otra dirección

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Los futboleros recordamos los pases que hizo célebres el danés Laudrup. Levantaba la cabeza, miraba a un lado para dirigir hacia allí la atención de los defensas y enviaba la pelota al lado contrario, donde sabía que estaba el delantero desmarcado.

Algo parecido está urdiendo Pedro Sánchez. Hace como que trabaja por un Gobierno transversal con Ciudadanos y Podemos, pero esa es la liebre falsa. El pase irá en otra dirección.

Ni siquiera se ha tomado hasta ahora la molestia de hablar con Rivera, pero está en comunicación permanente con Pablo Iglesias. De hecho, habla mucho más con el líder de Podemos que con los dirigentes del PSOE. Y ambos, Pedro y Pablo, están ya casi tan cerca como Ferraz (sede del PSOE) y Princesa (sede de Podemos).

El objetivo es un acuerdo entre el PSOE y Podemos para votar la investidura de Sánchez. Pero necesitan más: en concreto, necesitan a los nacionalistas

El objetivo es un acuerdo entre el PSOE y Podemos para votar la investidura de Sánchez. Si solo fuera por ellos dos, la operación estaría ya cerrada. Pero necesitan más: en concreto, necesitan a los nacionalistas.

Sumar al PNV será sencillo. Urkullu habrá ganado las elecciones vascas y gobernará cómodamente con la colaboración del PSE (como, de hecho, viene haciendo desde hace cuatro años). Además, cuenta con Podemos para lo del derecho a decidir.

Compromís tiene el encargo de hacer de intermediario con los nacionalistas catalanes. Se trata de que acepten votar la investidura de Sánchez aparcando momentáneamente el referéndum de autodeterminación como condición 'sine qua non'. Lo que, por supuesto, no supone renunciar a él, solo olvidarlo por una tarde.

La ex-Convergència está por la labor. Francesc Homs prácticamente lo admitió ayer: “Los independentistas estamos muy comprometidos en echar al PP”, dijo. Y preguntado por la hipótesis de votar a Sánchez sin exigir referéndum, respondió: “A veces la política tiene estas cosas y no podemos abarcarlo todo”.

Más duro es conseguir el consentimiento de ERC. No tanto por el referéndum, sino porque así como los convergentes tienen pánico a una nueva bofetada en las terceras elecciones, ERC las contempla tranquilamente, con la fundada esperanza de afianzar su dominio en el campo nacionalista.

A las bases vais y les explicáis por qué no queréis un acuerdo de izquierdas con un presidente socialista y preferís una abstención para que gobierne Rajoy

El otro gran obstáculo estaría dentro del PSOE. Pero Sánchez dispone de dos armas: la convencional es argüir que ha conseguido la renuncia de los nacionalistas al referéndum; y la nuclear es sacar a pasear lo que más temen los barones: el plebiscito. A las bases vais y les explicáis por qué no queréis un acuerdo de izquierdas con un presidente socialista y preferís una abstención para que gobierne Rajoy.

Así pues, la sorpresa de octubre (que está en la cocina) será que Sánchez se persone, primero en el comité federal y después en la Zarzuela, reclamando que se le permita ir a la investidura y ganarla con 178 votos comprometidos a su favor.

Así contado parece muy sencillo, aunque en realidad es endiabladamente difícil que eso se abra paso. Pero la noticia —de la que hay constancia— es que en este momento el secretario general del PSOE está metido hasta las cachas en esta operación.

Y la reflexión es: si no sale, será malo (más teatro, más frustración, más mala leche). Pero si sale, será mucho peor para España y para el propio Partido Socialista.

Y la reflexión es: si no sale, será malo (más teatro, más frustración, más mala leche). Pero si sale, será mucho peor para España y para el propio PSOE

Imaginemos que Pedro vence todos los obstáculos y llega a La Moncloa por esta vía, no sabemos si gobernando en solitario con sus 85 diputados o en coalición con Podemos.

Lo que sí sabemos es que ese Gobierno se apoyaría en una mayoría parlamentaria tan ajustada como frágil, presta a romperse a cada instante. También sabemos que no podría contar para nada con el PP —que haría una oposición furiosa— y para casi nada con Ciudadanos. Sería una mayoría de plastilina obligada a resistir como si fuera de cemento.

Pasada la investidura, llega el momento de gobernar y empiezan a desfilar por la mesa del flamante presidente los problemas del país. Limitemos el análisis a los más perentorios y veamos qué sucedería:

Lo primero, el Presupuesto. Nos espera una multa de 2.000 millones por incumplimiento y la exigencia de que el proyecto que se envíe a Bruselas contenga un recorte de 10.000 millones más.

Se apoyaría en una mayoría tan ajustada como frágil, presta a romperse a cada instante. Sería una mayoría de plastilina obligada a resistir como si fuera cemento

¿Cómo realiza eso una coalición en la que hay quienes han hecho bandera programática del aumento del gasto? ¿Cómo se evita que al meter la tijera la mayoría parlamentaria se fracture a las primeras de cambio y el Presupuesto sea derrotado en el Congreso (en el Senado lo será seguro)? Primera crisis.

Después viene Cataluña. El Parlamento catalán avanzará con su plan secesionista y digo yo que el Gobierno de España tendrá que hacer algo para combatir legal y políticamente ese desafío. No puede manejar eso coherentemente un Gobierno que existe gracias al apoyo de los insurrectos. Segunda crisis.

De la reforma constitucional pueden irse olvidando. El PP dirá: ¿qué parte del NO no has entendido?, y ahí se acabó la historia. Con ella, se irán por el sumidero todas las demás reformas políticas. Y también cualquier acuerdo sobre la agenda de la regeneración y la lucha contra la corrupción. En realidad, no habrá ningún consenso sobre ninguna cosa, solo fuego a discreción desde ambas trincheras. Tercera crisis.

Tampoco habrá pacto social. Rajoy: “¿Resucitar el Pacto de Toledo para salvar las pensiones? Ja. Te las arreglas como puedas; y cuando no puedas pagar a los pensionistas, les explicas que valió la pena con tal de echar al PP a patadas”. Por otra parte, yo no esperaría gran disponibilidad de los empresarios para negociar con ese Gobierno un nuevo marco laboral ni para sentarse a la mesa de la concertación. Cuarta crisis.

La financiación autonómica. Imposible un acuerdo con las comunidades gobernadas por el PP; y con las que gobierna el nuevo oficialismo, merienda de negros entre las pobres (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha) y las ricas (Cataluña, Baleares, C. Valenciana). Bloqueo asegurado y quinta crisis.

Resultado cantado de la operación: una experiencia catastrófica de gobierno, elecciones anticipadas antes de un año y, ahora sí, otra mayoría absoluta del PP

Cinco miuras y cinco cornadas. El sexto de la tarde estaría en Bruselas y en Berlín. Seguro que Juncker, Merkel y compañía recibirán con los brazos abiertos a un Gobierno sometido a un amasijo de populistas y nacionalistas en el que existen visiones contrapuestas sobre Europa.

Implosiones reiteradas de la mayoría de gobierno, frecuentes derrotas parlamentarias, máximo nivel de crispación política e imposibilidad de sacar adelante ninguna reforma importante. ¿Cuánto tiempo de vida tendría un Gobierno en esas condiciones?

Resultado cantado de la operación: una experiencia catastrófica de gobierno, elecciones anticipadas antes de un año y, ahora sí, otra mayoría absoluta del PP. Un desastre para España y la estocada final para el PSOE, un partido centenario que ya viene herido de consideración.

Si alguien quiere, puede y sabe cómo evitarlo, que corra o calle para siempre.

Los futboleros recordamos los pases que hizo célebres el danés Laudrup. Levantaba la cabeza, miraba a un lado para dirigir hacia allí la atención de los defensas y enviaba la pelota al lado contrario, donde sabía que estaba el delantero desmarcado.

Pedro Sánchez PNV Compromís Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Ciudadanos