Es noticia
La dictadura de la mediocridad
  1. Jurídico
  2. Tribuna
Colaboradores ECJurídico

Tribuna

Por

La dictadura de la mediocridad

Hemos diseñado un ecosistema habitado por expertos en demoscopia y en perpetuación en el cargo en provecho propio, en lugar de expertos en la buena administración de lo público

Foto: El pleno del Congreso de los Diputados durante la comparecencia de Zelensky por videoconferencia. Chema Moya (EFE)
El pleno del Congreso de los Diputados durante la comparecencia de Zelensky por videoconferencia. Chema Moya (EFE)

A lo largo de la historia, los humanos hemos buscado el modo más eficaz de organizarnos como sociedad para lograr la mejor convivencia posible, renunciando a parte de nuestra libertad individual a cambio de aprovechar la suma de las capacidades de todos y así perseguir objetivos comunes, lo cual ha revertido en un evidente aumento de nuestro nivel de vida y de la extensión y placidez de la misma.

Para lograrlo, se han ensayado diversas formas de gobierno, que de manera simplificada se pueden sintetizar en la temporal cesión voluntaria de la administración de un territorio y de sus bienes por parte de los miembros del mismo en favor de un grupo reducido de personas percibidas como las idóneas para llevar a cabo dicha labor.

Esto, en el mejor de los casos. Porque ni siempre la cesión lo ha sido a un órgano colegiado, ni ha sido voluntaria, por lo que ciertos individuos han acumulado en ocasiones un poder excesivo ajeno a un juego de contrapesos que modere su actuación gestora.

Foto: Imágen satélite que muestra la destrucción de la ciudad ucraniana de Mariupol. Vía Reuters. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El porqué de una guerra indeseada
Javier Vasserot

Sin embargo, dejando a un lado estas situaciones, que consideraremos, con deliberada ingenuidad, residuales, el elemento común sobre el que se fundamenta un sistema político es la encomienda de la gobernanza a los ciudadanos más capaces de asumirla. Siendo esto así, hemos de preguntarnos qué es lo qué hemos hecho mal para que hayamos acabado concediendo el mandato representativo a sujetos cada vez menos adecuados para cumplir esa función. En efecto, la mediocracia ha terminado convirtiéndose en nuestro sistema de gobierno muy a nuestro pesar, por lo que es preciso analizar cómo se ha llegado a esta situación y qué responsabilidad tenemos todos nosotros en ella.

Para empezar, nuestro descentralizado sistema de administración, consagrado como bien es sabido por la Constitución, trae de la mano la necesidad de acudir a las urnas con abrumadora frecuencia para poder elegir a los diversos dignatarios locales y regionales, algunos de ellos de gran peso, junto con los nacionales. Siendo además el caso de que se celebran todas estas elecciones en una cadencia cada vez más escalonada, el resultado es que nuestros representantes viven inmersos en una permanente batalla demoscópica completamente ajena a sus labores de gestión.

Foto: Moreno durante un momento de su comparecencia esta tarde.

En segundo lugar, desde que con intención populista los sueldos de los altos responsables electos comenzaran a congelarse a finales de los años setenta del siglo pasado, al no ser actualizados de acuerdo con una por entonces salvaje inflación, los salarios de nuestros mandatarios han ido perdiendo tal pujanza que han acabado a día de hoy convirtiéndose en remuneraciones propias de empleados de nivel medio de cualquier multinacional. Si a esto le sumamos el necesario régimen de incompatibilidades posteriores al desempeño del cargo y la sobreexposición pública que estos elevados puestos traen consigo, el resultado es la expulsión del gobierno de los más brillantes y, en su lugar, su sustitución por aquellos para los que dicho salario es atractivo y el foco mediático menos molesto. Para empeorar las cosas, dado que son personas cuya mejor potencial remuneración es la del puesto que ostentan, la tentación de prolongarse en el mismo es aún mayor.

En resumen, que poco a poco hemos diseñado un ecosistema habitado por expertos en demoscopia y en perpetuación en el cargo en provecho propio, en lugar de por expertos en la buena administración de la cosa pública en beneficio de los demás.

Poco a poco hemos diseñado un ecosistema habitado por expertos en demoscopia en lugar de expertos en la buena administración

Pero lo peor no es eso. Lo peor es que, de tanto en cuanto, sí que emplean la iniciativa política. Y, como no puede ser de otra manera, cuando lo hacen es para tomar decisiones mediocres, que son las únicas a su alcance, y que no pueden sino revertir en el empobrecimiento de la sociedad. El último ejemplo es la nueva Ley de Educación, orientada a reducir el nivel de esfuerzo requerido a los alumnos, con la justificación de adaptar la enseñanza a los nuevos (y mediocres) tiempos.

No obstante, es preciso hacer acto de contrición. Porque a este oscuro panorama se ha llegado por culpa de nosotros, los ciudadanos, que hemos ido permitiendo que determinados vicios se instalasen en la clase gobernante sin hacer nada por evitarlo, permitiendo que paulatinamente la calidad media de los gestores se redujera. Así, nos hemos ido desentendiendo de la clase política y la sociedad civil se ha ido separando cada vez más de la toma de decisiones que afectan a la totalidad de la ciudadanía. Somos todos cómplices del daño causado.

Bienvenidos, pues, a un nuevo sistema de gobierno. Bienvenidos a la dictadura de la mediocridad.

* Javier Vasserot es abogado y escritor.

A lo largo de la historia, los humanos hemos buscado el modo más eficaz de organizarnos como sociedad para lograr la mejor convivencia posible, renunciando a parte de nuestra libertad individual a cambio de aprovechar la suma de las capacidades de todos y así perseguir objetivos comunes, lo cual ha revertido en un evidente aumento de nuestro nivel de vida y de la extensión y placidez de la misma.

Administraciones Públicas Crisis de Gobierno
El redactor recomienda