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Si no cambiamos de vida, el clima nos cambiará la vida
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Jose Luis Gallego

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Si no cambiamos de vida, el clima nos cambiará la vida

Alentar la conciencia medioambiental para evitar los peores escenarios climáticos. Tal es el afán de los científicos, que no son catastrofistas ni alarmistas, sino cronistas de nuestro tiempo

Foto: Los escenarios climáticos nos abocan a la incertidumbre (Foto: iStock)
Los escenarios climáticos nos abocan a la incertidumbre (Foto: iStock)

Desde Planeta A, y a pesar de las inquietantes noticias que les ofrecemos sobre la preocupante evolución de la crisis climática, intentamos huir del alarmismo a toda costa. Nuestra vocación no es alarmar, sino informar para formar, para generar conciencia. Lo que pretendemos es provocar una reacción proactiva, no sumir a nadie en el abatimiento.

Sin embargo, y a pesar de esa vocación didáctica que va más allá de la estrictamente periodística, o precisamente debido a ello, no podemos dejar de insistir en la situación de emergencia climática que nos toca vivir. Una situación que debemos aceptar todos para afrontarla entre todos de manera inaplazable.

Somos la primera generación de seres humanos que vive en una atmósfera con una proporción tan elevada de CO2

La actividad humana está alterando de manera tan severa y desde hace tanto tiempo el sistema climático del planeta, que podría cambiar para siempre las condiciones que hacen posible la vida a la Tierra. Esta afirmación, repetida de forma incesante por los científicos que estudian el cambio climático y evalúan sus consecuencias, se basa en datos, en evidencias, en certezas. Como la del aumento de las concentraciones del conjunto de gases con efecto invernadero, expresadas en CO2 equivalente.

Al inicio de la revolución industrial los niveles de CO2 presente en la atmósfera rondaban las 280 partes por millón (ppm). En 1958 esa proporción se situaba en las 318 ppm. En 2007 la concentración alcanzó las 384 ppm y se dispararon todas las alarmas. Ese año los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) volvieron a alertar al mundo sobre la necesidad de hacer los esfuerzos necesarios para contener los niveles de CO2 atmosférico por debajo de las 400 ppm. Actualmente hemos superado ya las 410 ppm.

placeholder Gráfica de aumento de CO2 y temperatura (NOAA)
Gráfica de aumento de CO2 y temperatura (NOAA)

Como dijo el pasado año el profesor Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en la presentación del último reporte al respecto, “la última vez que se registró en la Tierra una concentración de CO2 comparable a la actual fue hace cuatro millones de años. Por aquel entonces la temperatura era 3°C más cálida y el nivel del mar 20 metros superior, pero nosotros no estábamos aquí”

Dicho de otro modo: somos la primera generación de seres humanos que vive en una atmósfera con esa elevada proporción de CO2. No podemos prever el futuro que nos aguarda porque no tenemos experiencia previa en la que basarnos. La humanidad vive un tiempo inédito. Un tiempo que nos aboca al riesgo. Y la mejor manera de afrontar el riesgo es prevenirlo.

Foto: El deshielo del Ártico esta alterando el clima del planeta (EFE)

Pero los escenarios de incertidumbre hacia los que nos dirigimos van a depender en buena medida de nuestra capacidad de respuesta. Si avanzamos hacia un modelo de desarrollo mucho más limpio y sostenible que el que nos ha traído hasta aquí, un modelo basado en el aprovechamiento de las energías renovables, la generación distribuida, el autoconsumo, la movilidad sostenible y la eficiencia energética y somos capaces de reducir las emisiones de CO2 de manera significativa, todavía estaremos a tiempo de evitar los modelos climáticos más alarmantes. Y esto es también una verdad científica.

Por eso, para que el clima deje de cambiar debemos hacerlo nosotros, la sociedad en su conjunto: administraciones, empresas, instituciones y ciudadanos. Lo que toca ahora es asumir que el cambio climático nos está pasando, y plantarle cara sin perder ni un solo minuto más, atender al consejo de los científicos y ejercer una ciudadanía ambientalmente más responsable basada en ese cambio de hábitos al que nos invitan la ciencia y la razón.

placeholder El presidente del IPCC, Hoesung Lee. (EFE)
El presidente del IPCC, Hoesung Lee. (EFE)

Estamos hablando de realizar un uso más eficiente de la energía. De manejarnos de un modo más responsable con el agua, aprovechando todas las oportunidades de ahorro, de reducir el volumen de residuos que generamos cada día y, en todo caso, propiciar su reciclaje para convertirlos en recursos. De plantearnos seriamente las alternativas de movilidad al coche nuestro de cada día.

Aceptar de una vez por todas y cada uno de nosotros que debemos cambiar de hábitos para seguir disfrutando de lo que hoy en día entendemos por sociedad del bienestar, porque si no cambiamos, si seguimos pensando que la crisis climática no va con nosotros y que este tema lo deben resolver los políticos o las empresas, el clima seguirá cambiando a la velocidad que lo está haciendo, empujándonos hacia los modelos más inquietantes. Y esto no es catastrofismo, es puro realismo.

Foto: La crisis climática provocará el hundimiento de la economía. (EFE)

Todavía estamos a tiempo de evitar lo peor. Y se están produciendo cambios interesantes en ese sentido. Unos cambios de los que venimos informándoles puntualmente en Planeta A con la vocación de que sirvan de estímulo, de demostración, de empuje para todos. Debemos aceptar que estamos atravesando una crisis climática y afrontarla desde el compromiso y la reacción personal.

Desde Planeta A, y a pesar de las inquietantes noticias que les ofrecemos sobre la preocupante evolución de la crisis climática, intentamos huir del alarmismo a toda costa. Nuestra vocación no es alarmar, sino informar para formar, para generar conciencia. Lo que pretendemos es provocar una reacción proactiva, no sumir a nadie en el abatimiento.

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