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Cuándo vamos a dejar de tirarnos el medio ambiente a la cabeza
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Jose Luis Gallego

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Cuándo vamos a dejar de tirarnos el medio ambiente a la cabeza

La información ambiental debería ser un lugar común, un espacio para la reflexión conjunta en lugar de un campo de batalla por el conflicto de intereses

Foto: Manifestación a favor del planeta en Lisboa (EFE/ Manuel de Almeida)
Manifestación a favor del planeta en Lisboa (EFE/ Manuel de Almeida)

Cuando hace un año iniciábamos la andadura de Planeta A, la sección dedicada al medio ambiente y la sostenibilidad en El Confidencial, lo hacíamos con el propósito de acercar al lector esa información de una manera diferenciada al contenido general del diario. Un año después, anotados nuestros errores y en constante proceso de mejora, seguimos entendiendo este espacio de encuentro informativo como una contribución al interés general.

Porque si existe un ámbito de la comunicación que pretende ser favorable a todos y a todo es el de la información ambiental. Favorable al cuidado de ese bien común que es el medio ambiente y favorable a la conservación de nuestro planeta, que es asimismo nuestro hogar común.

Hay gente que ha descubierto que envenenar la información ambiental es fácil y funciona: son los sembradores de dudas

Quienes dedicamos nuestro afán a conocer y compartir las informaciones relacionadas con el medio ambiente y trasladar al lector el pulso de la naturaleza aspiramos a la utilidad. No renegamos de la discrepancia, por supuesto, pero demandamos la necesidad de habilitar espacios comunes en los que podamos exponer y debatir de manera serena sobre cuestiones que a todos nos atañen por igual. Y el medio ambiente debe ser uno de esos espacios.

Más allá de atender al interés individual y privado, a ese plano corto del yo y mi circunstancia, lo que propone la información ambiental es poner las largas para comprobar el estado de conservación del planeta que habitamos y vislumbrar el horizonte hacia el que nos dirigimos, una visión que puede resultar incómoda pero que es necesaria para superar la incertidumbre y ver hacia dónde vamos todos.

Foto: Niveles muy altos de contaminación en París. (Reuters)

Al informar sobre la mala calidad del aire que respiramos, sobre la pérdida de biodiversidad o el aumento de las temperaturas medias del planeta estamos actuando como el copiloto que anuncia las curvas y alerta de los obstáculos, no como el rival. Lo que pretendemos no es entrar en polémica sino compartir conocimiento para evitar el accidente, algo que no va contra nadie ni contra a nada, sino a favor de todo y de todos.

Sin embargo son demasiados los que se empeñan en retorcer esa vocación de servicio para darle la vuelta, presentarla como un ataque al interés general y tratar de desmerecerla. Gente que ha descubierto que envenenar la información ambiental es fácil y funciona. Y no estoy hablando de los creadores de 'fake news', sino de gente que actúa de modo mucho más sutil y con más astucia: los sembradores de dudas.

placeholder El cuidado del planeta debería formar parte del interés general (EFE/A. Sultan)
El cuidado del planeta debería formar parte del interés general (EFE/A. Sultan)

En su libro ‘Merchants of Doubt’ (Mercaderes de la Duda, publicado en España por Capitán Swing) los divulgadores científicos y escritores norteamericanos Naomi Oreskes y Erik M. Conway relatan con todo detalle y de manera rigurosa cómo un grupo de científicos y asesores de alto nivel, gente respetable que mantenía profundas conexiones con altos representantes de la política y la industria norteamericana, pusieron en marcha efectivas campañas de comunicación para engañar al público y negar verdades científicas absolutamente contrastadas en diferentes ámbitos: desde los efectos en la salud del tabaco a las causas del cambio climático.

Fabricantes de recelos que vienen dedicándose desde hace muchos años a silenciar todas las verdades incómodas que puedan perjudicar sus negocios o los intereses políticos que defienden, así sea en el ámbito de la salud como, muy especialmente, en el del medio ambiente.

Foto: Manifestación climática en Glasgow. (Reuters/Dylan Martinez)

“La duda es nuestro producto” confiesa en el libro uno de esos profesionales de la suspicacia. Y a eso es a lo que se dedican por todos los medios y con todos los medios: a arrancar certezas y sembrar dudas para generar desconfianza y avivar el conflicto de intereses en un ámbito tan importante como el del medio ambiente, que debería pertenecer al ámbito del interés común.

En Planeta A vamos a seguir plantando cara a las dudas interesadas y compartiendo información de interés general sin pretender agradar a todo el mundo. Porque no se trata de publicar lo que le gusta a la gente, sino lo que la gente tiene el derecho a saber y merece conocer, aunque sepamos que con ello no vamos a generar ‘likes’.

Cuando hace un año iniciábamos la andadura de Planeta A, la sección dedicada al medio ambiente y la sostenibilidad en El Confidencial, lo hacíamos con el propósito de acercar al lector esa información de una manera diferenciada al contenido general del diario. Un año después, anotados nuestros errores y en constante proceso de mejora, seguimos entendiendo este espacio de encuentro informativo como una contribución al interés general.

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