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El mayor asesino de primaveras anda suelto
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Joaquín Araujo

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El mayor asesino de primaveras anda suelto

El cambio climático está alterando el ciclo de las estaciones en la naturaleza, lo que tiene innumerables consecuencias para la vida silvestre

Foto: Flores en primavera. (EFE)
Flores en primavera. (EFE)

Hace ya demasiado tiempo que el veintiuno de marzo poco o nada tiene que ver con el comienzo de la primavera. Con todo, y hasta que el pensamiento único y sus servidores reconozcan la tragedia, seguiremos recordando por estas fechas las delicias que empiezan a abarrotar los paisajes.

Son las citas esenciales que la vivacidad y el tiempo acuerdan para que nuevamente llegue lo nuevo. Casi todo ello, por cierto, mucho más viejo que nosotros mismos.

En los últimos 50 años el tiempo del esplendor ha perdido casi cinco semanas

En no poca medida, lo que oficialmente empieza pasado mañana es historia de las vidas anteriores a nuestras vidas. La primavera es, también, el pacto de Fausto llevado a la realidad, pero sin que nadie venda su alma.

Rejuvenecer incesantemente al mundo es la tarea que ahora emprenden la fertilidad y las paradas nupciales: todo alumbrado por la doble llama, la luz y el agua, que tantos alumbramientos logra.

Ya duran los días un poco más que las noches. El sudor de las nubes se convierte en hierba que respinga y colores que chisporrotean. Tiempo, es más, de adolescentes alegrías que eligen a los pájaros cantores como portavoces de la euforia de todo el paisaje. Conciertos sin sala, pero que pueden alcanzar la condición de algarabía durante los dos próximos meses.

placeholder Amapola. (EFE)
Amapola. (EFE)

Tiritan, a ritmo de 'blues' por supuesto, la piel del mundo y las entrañas del aire acariciadas por infinitas pisadas, aleteos, reptaciones, triscares… Pero serán los aromas, el lenguaje de las flores, la expresión de su sabiduría, los que inflen de pasiones invisibles los aires bajos.

La mayoría pasarán, insisto, inadvertidos, pero podemos verlos con solo seguir las trayectorias de las abejas, de las mariposas y de decenas de miles de zumbidos. Y en esos aeropuertos en que se convierten millones de cálices florales, convocando a menudo una asamblea y no pocas veces una orgía.

Queda proclamada, por unanimidad, claro, la continuidad de la vida, por desgracia demasiadas veces menguante.

Foto: Foto: Unsplash/@lucabravo Opinión
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Lástima que esta eclosión de colores, trinos, zumbidos y amores se la pierdan los empaquetados por la virtualidad tecnológica. Porque las primaveras son libertad retozando por la inmensidad y toda ella resulta gratis para tus sentidos si quieres desencarcelarlos.

Vamos a entrar en un tiempo que lo quiere preñar todo de futuros. Pero, para que tanto recomenzar de la belleza sea posible, nuestros panoramas necesitan una regular duración de las temperaturas suaves, de los aportes de una humedad suficiente.

Es lo que el desastre climático en marcha hiere cada año un poco más, con solo algunas raras excepciones como la del año pasado que, afortunadamente, tuvimos una primavera sin calores avasallando y lluvias oportunas y puntuales.

placeholder Mariposa. (EFE)
Mariposa. (EFE)

En los últimos 50 años el tiempo del esplendor ha perdido casi cinco semanas. Los que tenemos la fortuna de presenciar lo que los dos tiempos, el del calendario y el del clima, hacen con la vida somos testigos de una avalancha de desajustes.

Las aves migratorias llegan hasta mes y medio antes, los torrentes se secan siete semanas antes. Las floraciones tropiezan en el agotamiento temprano y hasta las nuevas generaciones de toda suerte de animales crecen menos y peor.

La expresión, ya sé, es dura, pero la considero clara, real, justa y necesaria. La mejor definición para el cambio climático es considerarlo como un despiadado asesino de primaveras.

Todos sabemos lo que debe hacerse con los criminales y más con este, que es el mayor jamás detectado. ¿Hace falta recordar que está matando a la primera materia prima de la vida en nuestras latitudes?

Hace ya demasiado tiempo que el veintiuno de marzo poco o nada tiene que ver con el comienzo de la primavera. Con todo, y hasta que el pensamiento único y sus servidores reconozcan la tragedia, seguiremos recordando por estas fechas las delicias que empiezan a abarrotar los paisajes.

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