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Ley de Cambio Climático y Plan de Recuperación: dos herramientas de futuro
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Valentín Alfaya

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Ley de Cambio Climático y Plan de Recuperación: dos herramientas de futuro

Ambas iniciativas nos ofrecen la oportunidad de avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible, próspero y seguro. Un crecimiento verde basado en el respeto al medio ambiente

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Nuestra generación no se ha enfrentado nunca a retos tan trascendentales como los que tenemos hoy ante nosotros. Uno coyuntural –esperemos– pero de unas consecuencias tremendas como lo es la pandemia provocada por el covid y otro que ya está aquí y que va a estar presente para muchas generaciones: el cambio climático. El primero, además del trágico balance en muertes, ha sumido a nuestras economías en una situación muy delicada; el segundo amenaza también nuestras empresas y nuestros empleos pero, sobre todo, pone en riesgo las condiciones actuales de vida en el planeta.

Este es el momento: disponemos de la tecnología adecuada, existe financiación y los agentes económicos estamos dispuestos a invertir

Frente a este sombrío panorama la buena noticia es que en nuestro país ya disponemos de dos herramientas fundamentales que nos permiten afrontar la tarea de hacerles frente en mejores condiciones. Por un lado, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCYTE), pendiente de su tramitación por el Senado, y, por otro, el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia que guiará la aplicación de los Fondos Europeos de Recuperación, los Next Generation EU. España ha sido uno de los países más afectados por la pandemia y es, a priori, uno de los que más se verá afectado por el cambio climático y por tanto estos instrumentos eran esenciales.

La Ley recientemente aprobada por el Congreso de los Diputados supone un “hito fundamental en la hoja de ruta del crecimiento verde” así lo calificamos desde el Grupo Español de Crecimiento Verde (GECV) porque a nuestro entender presenta inmensas oportunidades para la creación de empleo duradero, un desarrollo industrial sostenible y una reactivación del ámbito rural. Esta norma constituye una señal política imprescindible para avanzar hacia una economía descarbonizada como marca el Acuerdo de París, cuyo cumplimiento cuenta a partir de ahora con una base normativa muy robusta.

Foto: La sostenibilidad es, además, el mejor aval para acceder a los fondos de la UE. (EFE) Opinión

Se trata de una herramienta que nos va a permitir como país aprovechar las enormes oportunidades económicas asociadas a la transición energética y su aplicación puede y debe añadir competitividad a nuestras empresas. Por otra parte, consideramos además que la LCCYTE contribuirá a una mayor vertebración del territorio, fomentando la generación de capital natural e infraestructuras verdes y conectadas, con un impacto positivo particularmente en el medio rural, aspecto que no se ha destacado suficientemente.

Desde la puesta en marcha del GECV hemos venido insistiendo en que nuestro país parte de una situación privilegiada ante lo que no dudamos en calificar como “una revolución en la forma de alcanzar el crecimiento y el bienestar de la sociedad”. Las empresas españolas son reconocidas a nivel mundial, y lo son especialmente en sectores claves como la energía o las infraestructuras, por ejemplo. Tenemos la suerte de contar con abundantes recursos renovables, lo que constituye un capital natural único en Europa, y podemos estar satisfechos con el grado de desarrollo de la tecnología, del talento de nuestro capital humano y del nivel de preparación de nuestras empresas.

placeholder España tiene un alto potencial renovable. (EFE)
España tiene un alto potencial renovable. (EFE)

Entendemos que esta primera herramienta, la LCCYTE, va a permitir generar empleo a corto plazo gracias a la magnífica oportunidad que supone la segunda herramienta que mencionaba: los fondos Next Generation de la Unión Europea. Ambos instrumentos se sirven mutuamente y complementan, porque los fondos de recuperación se han diseñado para acelerar precisamente la transformación de la economía europea hacia un modelo más verde, descarbonizado y sostenible.

Por ello la articulación de estos fondos en nuestro país es una oportunidad histórica para modernizar nuestra economía y adaptarla a los tiempos que vienen, redefiniendo nuestro modelo de crecimiento. En este proceso de transformación, por suerte, tenemos muchos elementos a nuestro favor. En el citado ámbito de la energía, en el que estamos viviendo una revolución de las tecnologías limpias en la que estas se han convertido ya en la forma más barata de generación, como en otros muchos, ya no tenemos que sacrificar la competitividad por alcanzar un crecimiento verde.

Foto: Fábrica de aerogeneradores (EFE)

No, ahora disponemos de la tecnología competitiva, existe financiación y los agentes económicos estamos dispuestos a invertir, y además, desde ahora disponemos de la señal política adecuada bajo el paraguas de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

Tanto la lucha contra el Cambio Climático como los Fondos de Recuperación generarán ingentes oportunidades económicas. Nuestro país tiene las tecnologías, las empresas, los recursos humanos y el talento necesarios para aprovechar estas oportunidades, siempre y cuando planteemos objetivos ambiciosos y a la velocidad precisa para adelantarnos al resto de nuestros competidores.

En definitiva, estas dos herramientas, LCCYTE y los fondos Next Generation EU nos ofrecen la oportunidad, y también la responsabilidad, de mirar al futuro con optimismo. Ahora nos toca a todos, trabajar con ellas para estar a la altura de los retos. Las empresas que aglutina el Grupo Español para el Crecimiento Verde estamos en ello.

Valentín Alfaya es presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV)

Nuestra generación no se ha enfrentado nunca a retos tan trascendentales como los que tenemos hoy ante nosotros. Uno coyuntural –esperemos– pero de unas consecuencias tremendas como lo es la pandemia provocada por el covid y otro que ya está aquí y que va a estar presente para muchas generaciones: el cambio climático. El primero, además del trágico balance en muertes, ha sumido a nuestras economías en una situación muy delicada; el segundo amenaza también nuestras empresas y nuestros empleos pero, sobre todo, pone en riesgo las condiciones actuales de vida en el planeta.

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