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Esta es la única regla que debería seguir al invertir en bolsa
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Javier Molina

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Esta es la única regla que debería seguir al invertir en bolsa

El inversor a largo plazo debiera ser capaz de abstraerse de todo esto y cumplir una sola regla: mantener sus posiciones mientras los motivos que le llevaron a tomarlas no se rompan

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La inversión a largo plazo exitosa pasa por destinar el 1% del tiempo a comprar y el restante 99% a mantener. En este proceso, es vital proteger las carteras de uno mismo. Si no es capaz de esperar, la probabilidad de ganar dinero de forma sostenible en el tiempo se reduce sensiblemente, pues una de las peores decisiones que toma el inversor, es la de vender demasiado rápido. Esto supone que, ante alzas de precios se tiende a vender a la mínima rentabilidad positiva alcanzada. Seguidamente y ante la continuación de la tendencia alcista del activo, ese mismo inversor termina persiguiendo precios hasta volver a recomprar otra vez en zona de máximos. No es de extrañar que, por ejemplo, en los meses de marzo y abril se vieran salidas de flujos importantes de renta variable para, hasta hace unos días, comprobar como el dinero vuelve a bolsa coincidiendo con niveles mucho más elevados. Según la regla anterior, uno solo debiera vender si la tesis que le llevó a abrir las posiciones se rompe.

Si tomamos el principal indicador del mundo y graficamos recesiones junto a cotizaciones vemos como, efectivamente, el no haber hecho nada (con independencia del momento de compra) y manteniendo la posición hasta hoy, aquella hubiera sido una estrategia ganadora.

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Si le ponemos números al gráfico anterior y tomando aún una serie histórica más larga (desde 1927), del total de unos 23.000 días de bolsa hasta la fecha, si observamos lo sucedido al cabo de distintos periodos, tenemos estos resultados. En el 52,3% de los casos, se vieron rentabilidades positivas a 1 día. Al cabo de 1 mes, el mercado sube en un 59,7% de las ocasiones (periodos de 30 días). A 1 año vista, los resultados positivos ascienden hasta el 68,8% de las ocasiones. A 5 años se gana en un 78,8% de los casos. A 10 años, el porcentaje es del 88% y a 20 años, la probabilidad de ganar dinero es del 96,2%. En caso de incluir los dividendos, los resultados serían aún mejores, llegado al 100% en distintos plazos.

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Hace un tiempo, comentaba en esta misma tribuna la necesidad de dar con un buen gestor para optimizar aún más este proceso. Pero si uno no quiere pagar una comisión para que le gestionen su dinero, la historia demuestra que basta con comprar aquellos índices de las mayores economías mundiales, y pegarse a ellos. Esto le asegurará mayor diversificación con menor riesgo (y rentabilidad) potencial, asumiendo las probabilidades (pasadas) anteriores en caso de seleccionar el S&P 500.

Pero si se afina aún más en ese tiempo del 1% que debería destinarse a la compra de activos, los resultados pueden ser totalmente diferentes, entrando en juego otra serie de parámetros que justificarían, en aquellos casos puntuales, lo mencionado de contratar a un buen gestor. Si un inversor ha sido capaz de comprar y esperar en el caso de acciones como Apple, Amazon o Microsoft, las rentabilidades generadas superan de forma muy importante a lo realizado por su índice de referencia.

Así las cosas, en tiempos donde bolsas y economía están totalmente desconectados, donde los efectos de la crisis sanitaria aún no están muy claros, donde una parte de los inversores descuentan ya una recuperación en V, donde los tipos negativos en Estados Unidos pueden ser una realidad en los próximos 6 meses, donde la guerra de divisas está sobre la mesa, donde el PER forward a 12 meses del S&P500 se sitúa cerca de 23 veces (el máximo se vio en 25 en el año 2000), donde la manipulación de los bancos centrales distorsionan como nunca el descubrimiento de valor o, entre otros, donde se habla ya del desplazamiento de la guerra comercial hacia Europa, el inversor a largo plazo según lo que ha sucedido hasta la fecha, debiera ser capaz de abstraerse de todo esto y cumplir una sola regla: mantener sus posiciones mientras los motivos que le llevaron a tomarlas no se rompan.

La inversión a largo plazo exitosa pasa por destinar el 1% del tiempo a comprar y el restante 99% a mantener. En este proceso, es vital proteger las carteras de uno mismo. Si no es capaz de esperar, la probabilidad de ganar dinero de forma sostenible en el tiempo se reduce sensiblemente, pues una de las peores decisiones que toma el inversor, es la de vender demasiado rápido. Esto supone que, ante alzas de precios se tiende a vender a la mínima rentabilidad positiva alcanzada. Seguidamente y ante la continuación de la tendencia alcista del activo, ese mismo inversor termina persiguiendo precios hasta volver a recomprar otra vez en zona de máximos. No es de extrañar que, por ejemplo, en los meses de marzo y abril se vieran salidas de flujos importantes de renta variable para, hasta hace unos días, comprobar como el dinero vuelve a bolsa coincidiendo con niveles mucho más elevados. Según la regla anterior, uno solo debiera vender si la tesis que le llevó a abrir las posiciones se rompe.

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