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Xi Jinping, próximo premio Nobel de la paz
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Santiago Satrústegui

Desnudo de certezas

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Xi Jinping, próximo premio Nobel de la paz

A pesar de la corta memoria que solemos tener para estas cosas, estamos asistiendo a un antes y un después

Foto: Foto: Reuters
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Según Francis Fukuyama, experto en identificar los momentos críticos de la historia, lo que estamos viviendo estos días después de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, es el fin de “El fin de la Historia”. Y es que la idea de una Europa, con Rusia incluida, unida en los ideales de la democracia liberal, si alguna vez existió, se ha desvanecido por completo.

Esta vez, la propia certeza de la amenaza a los valores occidentales, junto con un inesperado devenir de la heroica resistencia ucraniana, ha hecho que lo que hace unos años con Crimea fuera pasividad y mirada hacia otro lado, ahora se haya transformado en una rotunda y unida defensa de la libertad, del imperio de la ley y la total oposición a los planteamientos dictatoriales con los que hasta hace muy poco algunos políticos seguían coqueteando.

Estoy de acuerdo en que, a pesar de la corta memoria que solemos tener para estas cosas, estamos asistiendo a un antes y un después. Ya sabemos que la democracia liberal no sale gratis y hay que ganársela todos los días empezando por una educación que no se puede abandonar y terminando en una impecable aplicación de los sistemas de control del funcionamiento del sistema. Los “Checks and balance”, en terminología anglosajona, que impiden la acumulación de un poder excesivo y garantizan que se puedan ir sustituyendo unos gobernantes por otros.

Foto: Vladímir Putin junto a Xi Jinping en una reunión presencial antes de la pandemia. (EFE/Alexei Druzhinin)

Lo difícil ahora es cómo salimos de aquí. Cada día que pasa es mayor el horror y más difíciles de cerrar serán las heridas. Putin necesita una victoria que, aún siendo pírrica, sea suficiente para poderla vender internamente y los ucranianos no van a estar dispuestos a renunciar a nada. “Qué dejen de luchar” no produce un resultado simétrico. Si lo hacen los rusos se termina la guerra, pero si lo hacen los ucranianos se termina Ucrania.

La unidad de la Unión Europea y de Estados Unidos en la presión, mediante medidas económicas, contra la invasión, nos ha hecho poner el foco en lo verdaderamente relevante y replantearnos una situación supuestamente idílica.

Alemania en muy pocos días no ha tenido más remedio que dar un giro de 180 grados a su estrategia energética y en defensa. Ha tomado la decisión de reforzar sus fuerzas armadas y se plantea ya reducir su dependencia del gas que le llega de Rusia. La cuestión es a qué velocidad van a ser capaces de hacerlo, aunque en este tipo de circunstancias no conviene subestimar la capacidad de compromiso del pueblo alemán. La Unión Europea seguirá los mismos pasos y no debería sorprendernos ver cómo se aceleran algunos procesos de integración política y de definición de estrategias comunes en defensa, política energética y política exterior.

Foto: Xi y Lukashenko, junto a Putin y Ghani. (EFE/EPA/Sergei Chirikov)

Desde el principio del conflicto era importante considerar la posición de China, que ya manda mucho en el mundo y que había sido capaz de contener la invasión rusa mientras se estaban celebrando los juegos olímpicos de invierno. Su baza, en estos momentos en los que Occidente está recuperando su compromiso con la historia, es aparecer como el garante de la paz mundial y tapar, en la medida de lo posible, sus últimos deslices.

Si Xi Jinping intercede y se presenta como mediador, tiene muchas posibilidades de poder conseguir un desenlace asumible por todas las partes. Putin, como ya dijeran en su momento Roosevelt y Kissinger de los dos Somozas, es su hombre y le van a defender, pero tampoco les viene bien un lío demasiado grande en lo económico que les prive del crecimiento mundial que necesitan para salir con éxito de sus propios problemas domésticos inducidos por la pandemia.

China quiere liderar el mundo, es el imperio que emerge, y un éxito como este no deberían dejárselo escapar. Hoy han puesto ya en funcionamiento los puentes y se han ofrecido como mediadores a través de su responsable de asuntos exteriores, si lo consiguen no me parece imposible ver a su presidente como Premio Nobel de la Paz y gran timonel del género humano.

Según Francis Fukuyama, experto en identificar los momentos críticos de la historia, lo que estamos viviendo estos días después de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, es el fin de “El fin de la Historia”. Y es que la idea de una Europa, con Rusia incluida, unida en los ideales de la democracia liberal, si alguna vez existió, se ha desvanecido por completo.

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