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¿Mató el Gas Barato a la Estrella Eólica?
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Daniel Lacalle

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Daniel Lacalle

¿Mató el Gas Barato a la Estrella Eólica?

Me parece muy interesante ver cómo en un mundo globalizado pocos se han parado a analizar el efecto devastador que el gas barato tiene sobre el

Me parece muy interesante ver cómo en un mundo globalizado pocos se han parado a analizar el efecto devastador que el gas barato tiene sobre el crecimiento de instalaciones eólicas y solares, particularmente en Estados Unidos, y a su vez el efecto demoledor que suponen las renovables sobre la demanda de gas. Sin embargo las empresas de ambos lados, productoras de gas y promotoras de parques siguen apostando (rezando, diría yo) a que los precios de la electricidad suban algún día para generar retornos aceptables, a pesar de que los dos sectores crean un efecto deflacionario en los precios. Y sin precios aceptables, las inversiones son ruinosas. Una guerra a ver quién pierde más, antes y más rápido. En la Unión Europea estamos acostumbrados desde hace décadas a aceptar decisiones energéticas que no son justificables económicamente, como el desmantelamiento del parque nuclear o los subsidios al carbón, pero en EEUU no es tan fácil.

El desplome del precio del gas natural en EEUU continúa. No solamente ha traspasado el precio mínimo de 2003 (Henry Hub), sino que la producción sigue creciendo un 1.5% anual y los excedentes almacenados se sitúan a máximos históricos, 3,750bcf. Así, el precio cae inexorablemente, desde los $8 de media 2006-2007 a los $4 actuales (unidad de medida MMBTU, millón de unidades térmicas).

 

La revolución del gas pizarra, “shale gas”, y un proceso de extracción (fracturación de roca) mucho más eficiente y económico, ha supuesto alcanzar 250 años de reservas probadas y que el coste unitario de producción caiga un 33%. Así todas las empresas en EEUU, desde Shell a Petrohawk, siguen incrementando producción a pesar de la caída de los precios. Y ahora esa revolución viene a Europa, como ya contamos aquí.

Por supuesto, hay diferencias en los diferentes precios del gas del mundo. NBP, el gas natural inglés, por ejemplo, cotiza a casi $7/MMBTU equivalente, gracias a que los noruegos están cerrando el grifo del gasoducto de Langeled a razón de casi 30  millones de metros cúbicos día, para evitar sobrecapacidad. Ser una isla también ayuda.

Pero la tendencia general en todos los mercados es clara: Bajísima probabilidad de incremento de los precios del gas natural mientras el mercado siga teniendo una capacidad excedentaria de 13-15BCM (mil millones de metros cúbicos) anuales, lo cual se estima continúe hasta 2014. Y las empresas productoras de gas licuado, desde Qatar a Yemen, no van a dejar de producir a estos precios porque la mayoría de sus inversiones se hicieron (FID, final investment decision) con un precio del gas estimado de $1.5/MMBTU.

Pues bien, el efecto del gas barato es esencial para entender la caída en instalaciones eólicas.

La cadena es la siguiente:

a) El precio de la electricidad lo fija en un sistema marginalista, como el de EEUU y toda la OCDE, el precio del gas (principalmente) o el carbón.

b) El precio del gas, como materia prima, depende fundamentalmente de la demanda eléctrica.

c) Las nuevas tecnologías, viento y solar, cuando sobrepasan una masa critica, generan deflación (caída) en los precios de la electricidad porque añaden nueva capacidad a precio bajo (ex -subsidios).

d) Sin embargo, para seguir creciendo en instalaciones con retornos adecuados, las plantas eólicas y solares necesitan que suba el precio de la electricidad, algo que ellas mismas contribuyen a imposibilitar. El efecto deflacionario de las renovables. Y si los precios de la electricidad no suben a niveles razonables, siguen necesitando subsidios para sobrevivir, creando un círculo vicioso. ¿La mano derecha se come la izquierda?

e) Por lo tanto si se erosiona demanda de gas natural y de carbón para generar electricidad, no se puede esperar que los precios de la misma suban.

En definitiva, las renovables son muy necesarias y el gas también, pero a partir de cierta masa crítica y porcentaje de la matriz energética, ambos fagocitan su propio medio de subsistencia.

Ante este escenario deflacionista, la única manera de mejorar retornos es retirar capacidad (¿carbón? si ya esta en proceso de defunción) o crear más demanda eléctrica que, dado los incrementos de eficiencia, no es fácil. O impulsando el vehículo eléctrico, pero si se reduce la demanda de petróleo, oh sorpresa, el precio de la gasolina caerá y seguirá siendo mucho más competitivo que el de la electricidad incluidos subsidios y primas. A menos que volvamos a argumentos xenófobos de que no nos gusta el país que nos vende la materia prima aunque sea más barata. Eso es otro cantar

Para cerrar el círculo, el hecho de que el precio de esa “commodity” irreal e inventada en la UE llamada CO2 esté por los suelos (a €15.6/mt, oh sorpresa, también por la caída de demanda de gas y carbón), no ayuda y rompe la baraja. No salen los números.

Intentar forzar el desplazamiento de materias primas base fuerza una revisión a la baja de su precio de venta, arrasando con ello a las tecnologías marginales. Por eso son commodities, porque su coste marginal se ajusta a la demanda.

Volviendo a EEUU, como el precio de la electricidad está muy por debajo del precio requerido para hacer una planta eólica o solar económicamente viable,  la administración americana no dota más subsidios (¿para qué?), no por cuestiones políticas, como dicen muchos, sino por cuestiones de precio, coste y demanda. Los Estados no quieren aceptar incrementos del precio de la luz injustificable con un gas abundante y muy barato.

Las grandes empresas eléctricas empiezan ya a preocuparse seriamente por los bajos retornos de sus inversiones, acuciadas por un endeudamiento importante. Y a la vez son testigos del efecto negativo que el exceso de capacidad instalada genera en la rentabilidad de sus negocios. Quién iba a decir que el enemigo a batir, las energías fósiles, era a su vez imprescindible para mantener un beneficio mínimo. Mientras tanto, las productoras de gas, con bajísima deuda, aceptan el precio de mercado como siempre han hecho y producen más, en una estrategia suicida tradicional del sector de ahogar al contrario. Y las promotoras eólicas como Iberdrola o EDPR están haciendo lo correcto, recortando inversiones para garantizar retornos sólidos. Ahora se tendrían que poner de acuerdo los sectores para asegurar que la sobrecapacidad no se dispara.

El día en que el sector energético se olvidó de que en energía el “control y manejo del suministro” lo es todo, empezó la debacle y las estrategias “Running To Stand Still” que tanto daño han hecho al sector. Porque a los gobiernos no les importa nada que las empresas se disparen en el pie unas a otras mientras su factura energética baje. Pero no pasará hasta que veamos quiebras empresariales. Y las veremos.

Me parece muy interesante ver cómo en un mundo globalizado pocos se han parado a analizar el efecto devastador que el gas barato tiene sobre el crecimiento de instalaciones eólicas y solares, particularmente en Estados Unidos, y a su vez el efecto demoledor que suponen las renovables sobre la demanda de gas. Sin embargo las empresas de ambos lados, productoras de gas y promotoras de parques siguen apostando (rezando, diría yo) a que los precios de la electricidad suban algún día para generar retornos aceptables, a pesar de que los dos sectores crean un efecto deflacionario en los precios. Y sin precios aceptables, las inversiones son ruinosas. Una guerra a ver quién pierde más, antes y más rápido. En la Unión Europea estamos acostumbrados desde hace décadas a aceptar decisiones energéticas que no son justificables económicamente, como el desmantelamiento del parque nuclear o los subsidios al carbón, pero en EEUU no es tan fácil.

Gas natural Energía eólica