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Rusia mide su fortaleza: ¿al borde del abismo o en plena estabilización?
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Daniel Lacalle

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Rusia mide su fortaleza: ¿al borde del abismo o en plena estabilización?

Desplome de las materias primas, sanciones de la Unión Europea y ralentización de China, su segundo socio en exportaciones. Rusia es el 3% del PIB global y su impacto no debe ignorarse

Foto: Petrolero junto a la bandera de Rusia. (EFE)
Petrolero junto a la bandera de Rusia. (EFE)

“Oh, those Russians” Frank Farian

Si analizamos lo que le ha ocurrido a la economía rusa en los dos últimos años, lo podríamos calificar de 'tsunami'. Desplome de las materias primas -no solo el crudo, el gas natural, las agrícolas, carbón y aluminio-, sanciones de la Unión Europea y ralentización de China, su segundo socio en exportaciones.

Rusia es el 3% del PIB global y su impacto no debe ignorarse.

El Fondo Monetario Internacional mostraba recientemente la evolución estimada de dos economías dependientes del petróleo, la rusa y la saudí, y su deterioro desde las proyecciones de abril viene fundamentalmente de retrasar la recuperación de los precios del crudo. En términos corrientes, asume una recuperación en 2016; y en constantes, en 2020.

La inflación se ha disparado en Rusia por encima del 17% y hace que el PIB, en precios constantes, no se recupere hasta 2020 a pesar de hacerlo en precios corrientes en 2016. Hay que reconocer que el Banco Central de Rusia ha tenido una actuación comparativamente seria, que ha evitado que Rusia cayera en el error venezolano y argentino de devaluar y crear una enorme inflación negando los desequilibrios de la economía.

La economía rusa muestra señales de mayor fortaleza de lo que se podía estimar. Arabia Saudí, por el otro lado, ya contaba con enormes ventajas por su casi inexistente deuda y sus amplias reservas de divisas, que le permiten aguantar un déficit del 20%. Pero se debe analizar la menor caída de la economía rusa a la estimada por el consenso y, sobre todo, las señales de estabilización, que no de retorno al crecimiento.

Banco Central de Rusia ha tenido una actuación comparativamente seria, que ha evitado que Rusia cayera en el error venezolano y argentino de devaluar

Teniendo en cuenta que el ministro Siluanov alerta de que el país se podría quedar sin reservas de moneda extranjera en 2016 (avisando que podrían perder hasta 40.000 millones de dólares en 2015), conviene entender si Rusia está al borde del abismo y una crisis de mayor magnitud en 2016 si se quedan sin reservas de dólares, o si las señales de estabilización pueden mostrar una fortaleza superior a lo temido.

Existen elementos a considerar:

- El presupuesto de Rusia tiene una enorme flexibilidad, ya que la parte más importante y creciente, el gasto militar, se hace 100% en rublos. El presupuesto militar ha alcanzado el 4,5% del PIB pero hay muchas partidas adicionales discrecionales que multiplican esa cifra hasta casi el doble.

-Las empresas petroleras, gasistas y acerías tienen en su mayoría ingresos en dólares o euros y, sin embargo, los proveedores de servicios son empresas rusas en moneda local. El Estado puede tirar del balance de los conglomerados estatales, como ha hecho en muchas ocasiones en el pasado.

- En una crisis como la actual, la demografía de Rusia ayuda, aunque no parezca intuitivo. Aunque ha mejorado en los últimos años, Rusia tiene una población en la que el índice de muertes comparado con el de nacimientos ha mostrado pérdida de población desde noviembre. ¿Por qué beneficia en una crisis? Esa población tiene hábitos de consumo más predecibles y en productos internos, reduciendo la necesidad de aumentar importaciones (Rusia importa fundamentalmente coches, computadoras y electrodomésticos).

El consenso de analistas estimaba que por cada 10 dólares de caída del precio del petróleo, el PIB ruso perdería un 2% en términos reales. Sin embargo, esa relación ha demostrado ser exagerada, porque infraestimaba la aportación al PIB del sector exterior mejorada por la caída de importaciones, y la estabilidad del gasto en términos reales por ser una sociedad que ahorraba casi un 4% del PIB anual durante la bonanza.

No debemos pensar que todo son elementos positivos. La fortaleza relativa no esconde los retos de la economía rusa. Un PIB y un sector industrial sostenido por un gasto militar creciente, un sector empresarial semiestatal que genera rentabilidades muy por debajo de su coste de capital y con gastos 'discrecionales' elevados, y una situación demográfica preocupante. Todos son elementos importantes también para el inversor. Sobre todo si el entramado empresarial va a ser un elemento esencial para contener la inflación –no se subirán precios de productos donde las empresas no ganan suficiente-.

En los próximos meses, deberemos prestar atención a la evolución del volumen de reservas para evitar ese riesgo mencionado de 2016, además de continuar analizando cuánto de la mejora del PIB es caída de importaciones. Pero, como todo buen analista, cuando el consenso ha tenido que revisar al alza las expectativas de crecimiento real (aunque fuera de desplome brutal a caída moderada), se debe tener la honestidad intelectual de reconocer que la sensibilidad histórica a los precios de las materias primas era errónea.

“Oh, those Russians” Frank Farian

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