Rumbo Inversor
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Banco Central Europeo: el estímulo monetario se acelera
El BCE mantiene las medidas de impulso monetario en niveles máximos y va a coincidir en el tiempo con la llegada de la medida más expansiva: las «ayudas» a fondo perdido de la UE
En la primavera del pasado año, vivimos un parón de la actividad económica que no tiene precedentes en un periodo de paz. También sin precedentes fueron las medidas de impulso económico que buscaban evitar la destrucción del tejido productivo.
Un año y medio después la situación es bien diferente: la economía crece y la confianza de los empresarios y de los consumidores se ha recuperado. A pesar de ello, el Banco Central Europeo mantiene las medidas de impulso monetario (compras de activos y tipos de interés) en niveles máximos —como si estuviéramos en el peor momento de la pandemia— y va a coincidir en el tiempo con la llegada de la medida de política fiscal más expansiva: las anunciadas «ayudas» a fondo perdido de la Unión Europea.
Además, debemos tener en cuenta que ahora, con una inflación y con unas expectativas de inflación a largo plazo más elevadas de las que teníamos el año pasado, el efecto expansivo de las mismas medidas monetarias es mucho mayor. No es lo mismo tener unos tipos reales (descontada la inflación) negativos en el -1% que en el -3%.
Como es lógico, esto ha tenido, y está teniendo, consecuencias en el comportamiento de muchos agentes económicos. Hace unos años, el ahorro conservador no se sentía en la necesidad de invertir porque apenas perdía valor y eso era un freno a la inversión y al crecimiento económico. Ahora, ante el miedo de un incremento continuado del nivel de precios y al calor de las revalorizaciones de los índices bursátiles, la mayoría de los inversores han incrementado el peso de sus inversiones en el capital de las empresas: renta variable cotizada, private equity y capital semilla. Inversiones impensables, debido al nivel de riesgo asumido, para muchos de ellos en el pasado.
Esto tiene un efecto muy positivo más allá de las consecuencias que tendrá ese incremento de riesgo en sus carteras: está claro que el creciente flujo de dinero, que se está canalizando hacia las empresas, está generando más crecimiento y más empleo, que, a su vez, incrementa el consumo y presiona al alza el nivel de precios.
Estados Unidos, una vez más, ha actuado antes. Tanto en la entrega de las ayudas fiscales de estímulo económico como en el comienzo de la retirada de las medidas de impulso monetario. Por ahora, el ritmo de reducción de los estímulos es bajo, está condicionado a la recuperación económica y el comienzo de esta política se ha producido tarde: con la inflación por encima del 5%. Por estos motivos fue bien recibido por las bolsas.
La Fed ha sido excesivamente prudente para evitar la reacción negativa de los mercados que se produjo en la primavera de 2013, al inicio la retirada de estímulos (taper tantrum) tras la crisis financiera de 2008. En mi opinión, aquel anuncio, no fue el fracaso que muchos dicen, sino un éxito. Asentó las bases de un notable crecimiento del PIB de Estados Unidos con estabilidad de precios y sin caer en la trampa de los tipos de interés nominales negativos. Ese entorno positivo se mantuvo hasta la llegada del COVID-19. Muestra del éxito de aquel anuncio fue también que el propio S&P 500 acabó 2013 con una subida del 30% y en máximos históricos.
En la Eurozona, por enésima vez, todo apunta a que la autoridad monetaria no está actuando con la agilidad necesaria. Mientras los políticos deciden qué hacer, las medidas de impulso monetario se mantienen congeladas en el punto más expansivo, la inflación se dispara y el estímulo monetario se acelera debido a unos tipos reales cada vez más negativos.
Toca volver a negociar, volver a ponerse de acuerdo sobre cómo y cuándo retirar los estímulos. También volver a pensar en cómo comunicárselo al mercado. Esas negociaciones con implicaciones políticas asimétricas en los diferentes Estados de la eurozona no son sencillas. Tampoco será sencillo decir a los Estados miembros que el BCE ya no va a seguir comprando sus bonos.
Todo apunta a que la retirada de los estímulos no va a ser tan fácil como muchos predecían. Veremos dónde se sitúa la inflación cuando se alcance un acuerdo.
*Juan Gómez Bada es director de inversiones de Avantage Capital y asesor de Avantage Fund y de Avantage Pure Equity
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