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Valor intrínseco: el timo de la estampita
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Juan Gómez Bada

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Valor intrínseco: el timo de la estampita

Si estos profesionales tuvieran la certeza de que podrían vender ese activo por cuatro, invertirían su propio patrimonio y tomarían la mayor cantidad de deuda posible para realizar ellos mismos la operación

Foto: Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE/Mariscal)
Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE/Mariscal)

Esta conocida estafa necesita de tres actores: el tonto (el mercado), el listo (el profesional financiero) y el primo (el cliente).

Es importante que el mercado sea percibido por el cliente como una serie de pantallas que muestran la valoración de las empresas, fluctuando de manera impredecible. Entonces, el cliente, atraído por la tentadora posibilidad de obtener dinero fácilmente del mercado, querrá beneficiarse de esta posibilidad y buscará la manera más rápida de hacerlo.

Aquí es donde entra en juego "el listo": un profesional financiero que le presenta el plan para aprovecharse del mercado. Este plan implica invertir una cantidad de dinero con la promesa de ganancias significativas. Para convencerle, el profesional financiero puede decirle al cliente: "Mira, puedes pagar dos por algo cuyo valor intrínseco es cuatro".

La promesa de dinero fácil atrae a muchos clientes, que invierten esperando un retorno del 100%. El profesional financiero se lleva una comisión por la salida a bolsa de una compañía, de intermediación o de gestión por convencer al cliente (recordemos, el primo) para que haga la inversión. El problema surge cuando el cliente se da cuenta de que la cotización de lo que ha comprado no sube a cuatro.

¿Qué otros ejemplos tenemos? Frecuentemente, es posible observar a entidades de análisis, pagadas por las empresas cotizadas, publicando informes sobre estas mismas empresas. En dichos informes, establecen precios objetivos que son notablemente superiores a los precios actuales de mercado. Es común también escuchar a los gestores de fondos afirmar que invierten en empresas cuyo valor intrínseco es mucho mayor que su cotización actual. Algunos incluso publican un gráfico que compara el valor intrínseco de su cartera con la valoración del fondo, sugiriendo que se compre a dos porque vale cuatro.

El problema surge cuando se da cuenta de que la cotización de lo que ha comprado no sube a 4

¿Cuál es la realidad? Si le preguntamos a los empresarios o primeros ejecutivos cuál es el valor intrínseco de sus compañías, no sabrían responder, a pesar de que tienen más información que nadie de la evolución del negocio. Sin embargo, a muchos profesionales financieros no les tiembla el pulso: "El valor intrínseco u objetivo de esta compañía es cuatro".

Por un módico precio, estos profesionales financieros ofrecen su análisis para que sea el cliente —agradecidísimo por el consejo— quien se enriquezca. Este modelo de negocio es cuestionable. Si estos profesionales tuvieran la certeza de que podrían vender ese activo por cuatro, invertirían su propio patrimonio y tomarían la mayor cantidad de deuda posible para realizar ellos mismos la operación, en lugar de compartirlo con otros.

El concepto de valor intrínseco sí tiene sentido en el cálculo del valor de opciones, pero no en acciones. Es la diferencia entre el valor de mercado del subyacente y el precio de ejercicio. Es decir, es el valor que tendría la opción si se ejerciera ya, antes de su vencimiento.

El concepto de valor intrínseco tiene sentido en el cálculo de opciones, pero no en acciones

En acciones, lo más parecido a un valor intrínseco (valor que está ya dentro de la compañía) sería el valor de liquidación de una empresa. Son pocas las empresas que se valoran de esta manera, como las inmobiliarias. Sin embargo, incluso en ese caso particular, el valor de venta de los activos dependerá de quién, cómo y con cuanto tiempo se ejecute la venta. El precio de liquidación variará dependiendo del tiempo y los recursos dedicados a la venta de los activos.

En conclusión: los profesionales financieros que prometen a sus clientes un valor intrínseco determinado para que inviertan están, en esencia, engañando. Esta táctica es una estafa. No está claro que el valor de ese activo será en el futuro lo que dicen, ni que ese valor ya ha sido generado por las empresas.

Lo máximo que un profesional debería afirmar es que, según sus estimaciones, esa empresa debería estar cotizando a cuatro. Hay una diferencia significativa entre una estimación, que es subjetiva y depende de la perspectiva del evaluador, y la afirmación de que el valor intrínseco de una empresa es cuatro.

Esta conocida estafa necesita de tres actores: el tonto (el mercado), el listo (el profesional financiero) y el primo (el cliente).

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