Telón de Fondo
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La cartera para un inversor conservador no es complicada
Lo que yo propongo a un inversor conservador es sencillo. Se trata de hacer una cartera con una base híper sólida, jugársela en la punta de la pirámide y ver la inversión como un todo
Recientemente me han llamado de varios medios de comunicación para preguntarme cómo debería ser la cartera de un inversor conservador para 2017. Y siempre con una educada “disculpa” previa: “ya sé que, tal y como están las cosas, es una cuestión complicada, pero podrías decirme…” o “tal y como está la renta fija entiendo que es una pregunta difícil, pero …”. Lo primero que he respondido en todos los casos es que no es una pregunta complicada y que, de hecho, pocas veces ha sido tan fácil la respuesta.
Antes de nada, un poco de metafísica: somos lo que pensamos, o, en este caso, vemos lo que queremos ver. Si somos capaces de ver de forma conjunta tanto el dinero que vamos a invertir como el resultado final, la solución al problema planteado es fácil. Si vamos a ver la inversión por “compartimentos”, entonces mejor dejarlo.
¿Por qué se ha vuelto tan complicado diseñar una cartera conservadora? La respuesta es sencilla. Depósitos y fondos monetarios hace tiempo que no dan nada, pero los fondos de renta fija sí que “daban”. Y mucho. El problema es que van a dejar de darlo. Han tardado treinta años en acertar quienes decían que no había “valor” en la renta fija. Pero algún año tenían que acertar, y ese va a ser 2017. Así que el primer motivo por el que la respuesta es sencilla es que el principal activo de una cartera conservadora, el fondo de renta fija, ya no sirve. Así que ya sabemos lo que NO queremos tener en el 80% de la cartera.
El “chollo” de los bonos ha solucionado la rentabilidad en las carteras conservadoras durante décadas. Las mismas que han estado bajando los tipos de interés
El “chollo” de los bonos ha solucionado la rentabilidad en las carteras conservadoras durante décadas. Las mismas que han estado bajando los tipos de interés y, en consecuencia, subiendo el precio de los bonos(*). Para los ahorradores que hayan tenido su dinero en fondos de renta fija, la famosa “represión” financiera ha sido un puntazo: treinta años viendo como sube el valor de sus participaciones. Concretamente un 4% de media desde 1995, cuando la inflación ha sido del dos y pico por ciento - de media - en el periodo. Pero es que, si eliminamos del cálculo los fondos de renta fija a corto, más parecidos a fondos monetarios, estaríamos hablando del doble de rentabilidad anual media. Dulce represión, la financiera.
Pero todo tiene su fin y, desgraciadamente, se acabó la represión. Y, eliminados los productos milagro que seguro que le ofrecerán los bancos, en mi opinión solo queda una alternativa (lo que de nuevo facilita las cosas): ser extremos en el planteamiento (que no en el riesgo)
Imagínense que tiene cien euros y coloca 90 en fondos muy conservadores con una rentabilidad esperada reducida - pongamos el 1% anual como máximo - pero con cero riesgo de pérdida. Y los diez euros restantes los invierte en fondos de renta variable a una rentabilidad esperada de, pongamos, el 15% (pero con un alto grado de volatilidad).
Eliminados los productos milagro que seguro que le ofrecerán los bancos, en mi opinión solo queda una alternativa (lo que de nuevo facilita las cosas): ser extremos en el planteamiento (que no en el riesgo)
¿Qué no es posible? Claro que lo es. Es exactamente lo que les decía que hicieran en julio para irse tranquilos de vacaciones, en el artículo titulado “Con el bañador, un libro y un poco de bolsa norteamericana”. ¿Se acuerdan de los “fondos de preservación de capital” (para la parte conservadora de la cartera, de los Carmignac (Securité) Pimco (Income), etc.? ¿Y lo de poner el resto en bolsa norteamericana? Pues una cartera así, con un 90% colocado de forma híper conservadora y un 10% en bolsa norteamericana ha generado una rentabilidad en seis meses de aproximadamente un 2%. Y no hablamos de TAE, sino de seis meses. Gracias a la bolsa norteamericana, cierto (18% arriba en el periodo), pero, igual de importante, porque la parte conservadora, aunque no ha aportado mucho, tampoco ha perdido (pese a la caída de los bonos). Y si la bolsa norteamericana hubiera subido un 10% en lugar de un “subidón” del 18% también habríamos obtenido un buen resultado.
El razonamiento es válido para 2017. Pongamos, por ejemplo, una cartera de cien mil euros. El grueso de la inversión, iría - sin ambición ni riesgo - a fondos de preservación de capital. El resto, la “guinda” de la cartera, a renta variable. Si las cosas van mal y se pierde en la parte de renta variable - digamos, por ejemplo, un - 10% en el año - los diez mil euros iniciales invertidos en fondos de bolsa se convertirían en nueve mil. Pero los noventa mil restantes - que perfectamente pueden obtener el 1% anual - se convertirán en 90.900. Si lo ve en conjunto, sin compartimentar, en el peor escenario invierte 100.000 y le quedan 99.900. Ha perdido cien euros.
Pero si, como espero, pese a la volatilidad que habrá en las bolsas, los diez mil euros invertidos en renta variable se convierten en 11.000 o más (un 10% de rentabilidad bursátil en el año), doce meses después tendrá 101.900 euros (90.000 * 1% + 10.000 * 10%) Casi un 2% anual en el mejor escenario y, en el peor, su riesgo de pérdida sería de sólo un 0,1%. Un dos por ciento si las bolsas suben, un cero por ciento si caen. Y caer un 10% en un año ya es caer. Pero aunque fuera un 15%: tampoco sería para rasgarse las vestiduras. Si yo fuera un inversor que, además de conservador, fuera realista, no me parecería un mal resultado.
Y digo realista porque obviamente muchas entidades le ofrecerán productos de esos que no se entienden y le dirán que puede ganar más del 2% con total seguridad. Es mentira. Se lo digo de forma políticamente incorrecta para que quede claro. Ni “presuntamente” ni zarandajas: si le dicen que hoy en día puede ganar un 2% sin riesgo alguno– es decir, sin ni siquiera riesgo de no ganar – le están engañando. Y, encima, probablemente le “enganchen” por muchos años en un producto del que le va a costar salir. Literalmente, porque el truco está en las comisiones de reembolso.
Lo que yo le propongo a un inversor conservador es muy sencillo. Se trata de hacer una cartera con una base híper sólida, jugársela en la punta de la pirámide y ver la inversión como un todo, para no “flipar” cuando el “compartimento” de renta variable se mueva cual montaña rusa. Ya ve que paso desde el verano hasta hoy: que esa combinación funciona y encima puede dormir tranquilo. No en vano se la recomendé para irse a la playa. La buena noticia es que en invierno también funciona. El truco está en ver la inversión siempre en conjunto. Que, además, es lo económicamente correcto, por cierto.
(*) El precio de un bono se mueve de forma inversamente proporcional al tipo de interés: si tenemos un bono que paga un cupón elevado valdrá más si bajan los tipos de interés y, en consecuencia, los cupones de bonos similares que salgan al mercado.
Recientemente me han llamado de varios medios de comunicación para preguntarme cómo debería ser la cartera de un inversor conservador para 2017. Y siempre con una educada “disculpa” previa: “ya sé que, tal y como están las cosas, es una cuestión complicada, pero podrías decirme…” o “tal y como está la renta fija entiendo que es una pregunta difícil, pero …”. Lo primero que he respondido en todos los casos es que no es una pregunta complicada y que, de hecho, pocas veces ha sido tan fácil la respuesta.