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Por qué no invierto en bolsa española
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Víctor Alvargonzález

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Por qué no invierto en bolsa española

Mientras que EEUU apuesta por la innovación, España se empeña en basar su economía en los impuestos, el turismo y el ladrillo.

Foto: El Ibex 35. (EFE)
El Ibex 35. (EFE)

Hace tiempo que no invierto en bolsa española. Al principio fue simplemente porque veía más interesante la economía norteamericana. Mientras Estados Unidos se centraba en la nueva revolución industrial - la digital –, el gobierno español basaba su política económica en los impuestos, el turismo y el ladrillo. Nada contra el turismo, pero sí contra los otros dos. Además, en EE.UU. se apoyaba el esfuerzo y la innovación y aquí se machacaba a impuestos a las personas que se esforzaban, ya sea trabajando por cuenta propia o ajena. Mal modelo de negocio.

Mientras EE.UU se lanzaba a una nueva conquista económica del mundo, de la mano de Amazon, Facebook, Netflix, Google, etc., el gobierno español se relajaba viendo como la primavera árabe hacía el trabajo del ministerio de economía. El miedo vaciaba las playas de nuestros competidores y llenaba las nuestras. A nadie le preocupaba que algún día esa situación pudiera revertirse, al menos parcialmente. El otro motor de la economía española era y es, de nuevo, el ladrillo. En este caso con ayuda de la inacción gubernamental, que no ha hecho nada – como no lo harán los actuales – para que al menos una parte de esa enorme cantidad de dinero que huye de los depósitos vaya a la economía productiva o a productos financieros, no solo a “pisos” para luego darles “el pase”. Si a todo esto añadimos la terrible política de comunicación gubernamental en relación con la situación en Cataluña, lo cual no sólo influye en los jueces alemanes sino también en los inversores, en ningún momento he tenido la menor duda: mejor EE.UU que España. Y revisión en un par de años, que diría un médico.

Foto: Tres grúas sobre una promoción española de viviendas. (EFE)


Hoy vuelve el “paciente” a la consulta y ¿que nos encontramos?: un presidente que declaró en Twitter su intención de “luchar contra la economía digital”, que es como decir en plena revolución industrial (la primera) que habría que luchar contra la máquina de vapor. O decir en la prehistoria que habría que luchar contra la rueda. ¿Y la vicepresidenta? Pues declaró hace tiempo que “el dinero de los impuestos no es de nadie”. El primer análisis no es nada esperanzador.

Seguimos adelante y observamos que quienes dirigen los destinos del país han solicitado ya una prórroga respecto a los objetivos de reducción del déficit. Curiosamente, el otro gobierno que se ha puesto “farruco” con esta cuestión es el italiano. Mal compañero de viaje. Y, nueva coincidencia: en ambos países es cada vez mayor el peso de partidos populistas que quieren incrementar fuertemente el gasto. No voy a entrar en si tienen razón o no, o en si es justo o injusto. La política no es mi negociado. Lo que sí les puedo garantizar es que a más coincidimos con los italianos, más nos meten los inversores internacionales en el mismo saco.

Además, en unos meses llegará la negociación de los presupuestos de 2019, en los que el gobierno tendrá que pagar los apoyos que necesita. Va a tener que ser muy generoso con ese dinero “que no es de nadie”. El problema es que hay otro dinero, el prestado, cuyos propietarios, los tenedores internacionales de nuestros bonos, piensan que ese es suyo. Y les inquieta sobremanera lo que se haga con él. Todo esto podría llegar a verse reflejado en la prima de riesgo española e, indirectamente, en nuestra bolsa.

Mientras revisábamos la salud de nuestro paciente nacional, ha entrado en la consulta un paciente norteamericano. Le hacemos un chequeo y observamos que, aunque su presidente nos resulte antipático, parece que cuida bien la salud del país, generando lo que en economía se define como un entorno “business friendly” (“amable” para los negocios). Y la inversión internacional toma buena nota de ese tipo de cosas.

Mientras aquí se anuncian subidas de impuestos a las empresas, allí se los acaban de bajar. La gente piensa que, como se le suben a las empresas grandes, el resto no se verá afectado. Eso es, para empezar, económicamente falso. Cuando llueve, llueve hacia abajo. Y, para seguir, les adelanto que se empieza por las grandes empresas pero, como tienen recursos para defenderse, los políticos se acaban ensañando con las pequeñas y los particulares, que no las tienen. Al tiempo.

Desgraciadamente el planteamiento que me hice hace un par años ha resultado acertado. La salida de la crisis por el “método Rajoy” (y su “no política” de comunicación) ha supuesto que el IBEX haya subido solo un 14% desde que llegó al poder. El SP 500 ha subido un 125% en el mismo periodo. Y buena parte de esa diferencia se ha generado con Trump en la presidencia, así que, o bien los inversores no lo ven tan estúpido, o piensan que el modelo de negocio USA está hecho a prueba de presidentes malvados e incompetentes. Otro dato a favor de la inversión en Norteamérica.

Así que, revisados los dos pacientes, analizados también el paro, los componentes del crecimiento o los resultados empresariales, llega uno a la conclusión de que el norteamericano está bastante más sano. El español es “guay” y políticamente es muy correcto, pero económicamente va a necesitar medicación y cuidados. Si tengo que diagnosticar cuál va a tener mejor salud en los próximos meses, no tengo la menor duda: el norteamericano.

Estoy deseando cambiar de opinión. Espero que sea en la próxima revisión, porque me gustaría ver a España dando todo su potencial económico y empresarial, que es mucho. Aunque para eso probablemente habría que despedir a todos sus políticos y sustituirlos por otros. Pero eso, desgraciadamente, es una cuestión que también queda fuera de mi “negociado”.

Hace tiempo que no invierto en bolsa española. Al principio fue simplemente porque veía más interesante la economía norteamericana. Mientras Estados Unidos se centraba en la nueva revolución industrial - la digital –, el gobierno español basaba su política económica en los impuestos, el turismo y el ladrillo. Nada contra el turismo, pero sí contra los otros dos. Además, en EE.UU. se apoyaba el esfuerzo y la innovación y aquí se machacaba a impuestos a las personas que se esforzaban, ya sea trabajando por cuenta propia o ajena. Mal modelo de negocio.

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